El Inter no había dado la talla hasta ahora en la Liga de Campeones y la prensa inglesa había enfocado este duelo sólo como una forma de demostrar lo mucho que echa de menos a Mourinho. Gran error.

Con la batuta excepcional de Sneijder en el centro del campo, el equipo italiano eliminó al Chelsea con más facilidad de la esperada. Lo hizo buscando el gol, en primer lugar con una alineación de tres puntas y después con un control de la posesión del balón que dejó en evidencia a los británicos.

El Chelsea jugó acomplejado, no se sabe si por la sombra de su antiguo entrenador en la banda o porque el Inter no le dio ninguna opción. Pero llamó la atención que en la segunda parte ni siquiera tuviera oportunidades reales de marcar.

Por encima de todos, reinó Sneijder. Quizá sin él, el Inter hubiera sido un equipo mediocre, porque el holandés es un jugador que hace mejores a sus compañeros. La libertad que le da Mourinho es una carta ganadora.

Suyos fueron todos los pases en profundidad que llevaban peligro. Parecía que el partido sólo duraría lo que algún delantero tardara en aprovechar tanto regalo. Hubo que esperar a que un pase largo suyo pillara a los azules volcados en el lado izquierdo. Sneijder vio a Etoo por el centro y le envío la asistencia con la que el camerunés certificó la clasificación.

Carlo Ancelotti quedó en evidencia. Ni en el planteamiento ni en el desarrollo del partido hizo nada que pudiera condicionar el juego del Inter. Si esperaba que los italianos se limitaran a encerrarse atrás, debió de quedar francamente sorprendido. Mourinho recordó a todos al llegar a Londres que aún es The Special One. Como si no lo supieran.