El sueño del juvenil italiano Macheda, su particular cuento de hadas, está siendo la peor pesadilla del Liverpool. En dos jornadas, Kiko ha hecho dos goles agónicos que han dado seis puntos al campeón inglés y han impedido que el Liverpool coja la cabeza de la Premier. A este paso no será el título de Cristiano, ni de Tévez, ni de Carrick, ni de Rooney, por decir algunos de los hombres clave de Ferguson. Será la Premier de Macheda, por lo decisivo de su participación. Sus goles no sólo valen puntos. También han evitado la depresión de su equipo, que no anda fino, como enseñó el Oporto el pasado martes en Old Trafford (2-2).

El chaval de 17 años, hijo de un padre en el paro de sólo 34 años, ha frenado un derrumbe anímico fatídico para su club en el desenlace final de la temporada. Sin los goles de Macheda, el United contaría con cuatro puntos menos. Habría perdido hasta el colchón del partido de menos que cuenta con respecto al Liverpool. Una debacle, teniendo en cuenta que su continuidad en la Copa de Europa está muy amenazada.

A falta de 15 minutos, el Liverpool era el nuevo líder. Hasta que Macheda escribió la misma película de la semana pasada. El Manchester United estaba atascado (1-1) en el campo del esforzado Sunderland. Foster, el sustituto ocasional de Van der Saar, hizo mímica en una salida por alto. El gol de Scholes ya no le valía al United para conservar el primer puesto. Entonces, Ferguson volvió a apostar por Macheda. Le dio las migajas del encuentro para resolver y el chico las convirtió en oro. Esta vez no firmó una maniobra prodigiosa como ante el Aston Villa. Fue uno de esos goles que hablan de un chico tocado por las hadas. Su tobillo acertó a cruzarse en la trayectoria del desesperado disparo lejano de Carrick y la pelota acabó en la red.

El equipo de Benítez había resuelto con soltura su partido ante el Blackburn en una tarde sentimental: se rendía homenaje a las 96 víctimas de la tragedia de Hillsboroug acaecida el 15 de 1989. Torres, con dos golazos, abrió el camino de la goleada (4-0). El primero, un voleón cruzado con Van Basten en la memoria. El segundo, un cabezazo poderoso ganado en las alturas a su marcador. Con el Liverpool instalado en lo más alto de la tabla, a falta de saber el resultado, Benítez compareció ante la prensa: 'Ferguson está nervioso. Ganar les meterá presión'. No a Macheda, que desconoce el miedo y tiene hambre.