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La peor pesadilla en sólo 45 minutos

El Oporto golea al Villarreal (5-1) en una segunda parte para olvidar

ALBERTO CABELLO

El Oporto es un máquina con un motor de muchos caballos. Con el riesgo que conlleva, los lusos plantean partidos desbocados. Su extraordinario poderío físico les concede esa ventaja. Tarde o temprano, el rival flojeará hasta caer rendido a la explosividad de Hulk o a la potencia de Falcao. El Villarreal aguantó a esa marcha toda la primera parte. En el segundo ya no hubo oxígeno para más. Sin respuesta, al equipo de Villas Boas le bastó media hora para poner en franquicia la eliminatoria con cuatro goles.

Ni los números del Oporto, ni la reputación de su entrenador, ni siquiera ese saque de centro que acorraló sin tregua a Diego López en el primer minuto de partido, amedrentó al Villarreal al inicio. Ese empujón de los portugueses hizo dudar por unos momentos al equipo de Garrido. La filosofía de Villas Boas reduce la superficie del campo a la mitad. La línea de presión está muy adelantada y su defensa planta las posaderas más cerca del centro del campo que de su portería.

El Villarreal aguantó como pudo este momento. El equipo del toque fue incapaz de darle la primera vuelta a la trenza. Al segundo pase ya había un par o tres de blanquiazules dando la lata. Entre Cani y Nilmar encontraron la solución. El aragonés le dio abrigo a Bruno y Borja Valero mientras que el brasileño también se unió a la tropa del centro del campo para ofrecerse como una alternativa para iniciar el corro con la pelota. Ambos fueron los protagonistas de la primera jugada de ataque. Un hondo pase del maño entre la defensa dejó al delantero sólo ante Helton. Al disparo al primer palo respondió bien el guardameta.

El mismo método puso a Cazorla en otra situación perfecta, mejor todavía la que tuvo Nilmar que incluso regateó al portero pero Rolando despejó su tiro con la espalda cuando ya se percibía el tanto.

El Oporto insistía una y otra vez en los lanzamientos lejanos sobre Diego López. Alguna consignan tendrían de alguna laguna del portero que no apareció en toda la noche.

Los amarillos sembraron el primer gol desde su propia área. En una jugada de apariencia cansina, con buena circulación bajo la referencia de Borja Valero. Luego centró Nilmar y remató Cani.

Ahí se acabó el equipo levantino. El segundo tiempo fue una catástrofe ante un equipo que comenzó el último capítulo con la sensación de que no participó en el primero. Parecían once hombres nuevos sin el desgaste de los 45 minutos anteriores.

Nadie en esta temporada había metido al Villarreal en ese callejón tan oscuro. Con Real Madrid y Barcelona hubo respuestas, ayer en Portugal el equipo se despeñó por el precipicio ante ese estrés insufrible del Oporto. A cada llegada a portería se contó un gol más. Fue media hora maravillosa de fútbol, pero infernal para los intereses de los amarillos. Falcao acribilló a Diego López con cuatro goles. No hubo un sólo resorte en el que sostenerse.

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