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A orillas de la historia

El Atlético busca ante el Liverpool meterse en una final europea por primera vez desde 1986

L. J. MOÑINO / H. JIMÉNEZ

El Atlético y los atléticos vuelven a sentir una excitación que tenían olvidada, la posibilidad de levantar un trofeo. Lo normal siempre fue valorar la dimensión del club desde sus vitrinas, costumbre enterrada desde el desembarco de los actuales propietarios. Ahora se ha llegado a vender como éxito la séptima plaza. Pero al Atlético se le mide por títulos, no por arañar una plaza europea. Lo confirma la atmósfera de partido grande que se vive en el Calderón para recibir al Liverpool.

Club, jugadores y afición huelen la posibilidad de agrandar el palmarés, algo que no sucedía desde el doblete del 96. El plantel se ha convencido tanto de que la gloria está en los títulos que en los últimos tres partidos de Liga se ha dejado ir. Los jugadores tienen metida en la cabeza estas semifinales y la final de Copa ante el Sevilla. El Atlético no se mete en una final europea desde 1986, cuando cayó en Lyon, ante el Dinamo de Kiev, en la Recopa. De la Copa del Rey, desde 2000, el año del descenso.

Los rojiblancos se han dejado ir en la Liga pensando sólo en los títulos

La ausencia de Torres, cuyo regreso añadía un plus de carga sentimental y ambiental, y la de Agüero, como arma ofensiva y emocional del Atlético, marcan el duelo. Quique reemplazará al argentino dejando solo en punta a Forlán, con Jurado por detrás. Benítez duda, entre el espigado Ngog para dibujar un equipo largo en ataque, a la espera de la llegada de la segunda línea que encabeza el mustio Gerrard, o dejar a Kuyt como único delantero y meter al veloz Babel por la izquierda. Esta decisión también tiene en vilo a Quique, que duda entre colocar a Ujfalusi en el lateral, si juega Babel, o como central, si finalmente entra Ngog.

El que juega seguro es Domínguez, represaliado ante el Villarreal tras el error de marcaje a Godín. Quique explicó ayer el porqué de su cambio nada más encajar el gol por el fallo de marcaje del canterano. Al parecer hay un acuerdo con la plantilla para castigar al que cometa errores en las jugadas de estrategia: 'Hay obligaciones que están impuestas y, cuando no se cumplen o se cumplen de forma deficiente, se ejecuta lo pactado '.

Nadie como el mustio Gerrard para medir el bajón anímico de los reds

El partido también tiene lectura en clave de pizarra, con dos técnicos que aborrecen el ir y venir. Ambos prefieren el control, la batalla de las posiciones al tiroteo puro y duro. 'Será un partido en el que los dos equipos se moverán con cautela, pero buscarán hacer goles', anticipó Benítez. Quique describe al Liverpool desde el libreto de su técnico, no muy distanciado del suyo propio: 'Las principales virtudes del Liverpool son las que defiende siempre Benítez, el orden y el equilibrio.

Más allá de que tiene buenos jugadores, finalmente lo decide todo a través del trabajo colectivo'. Y Benítez devuelve la fotocopia: 'El Atlético es un equipo bien trabajado, que ataca bien y está equilibrado'.

La expedición del Liverpool aterrizó en Madrid a las 13.30 después de 23 horas y media de viaje repartidas en tres trenes y un vuelo. A las 14.30, con Benítez y su inseparable ordenador en el que disecciona el juego por cuadrículas, el Liverpool se presentó en su hotel de concentración. 'Ha sido una odisea', le dijo a un directivo del hotel que le esperaba para saludarle. Poco después apareció Gerrard colgado al móvil y con cara de aburrido.

Nadie como el gran capitán como termómetro para describir el bajo estado anímico del Liverpool, que malvive rodeado de rumores sobre la venta del club y la salida de Benítez y sus grandes figuras, Torres y el propio Gerrard. La temporada apenas ha dejado imágenes de su devastadora zancada rompiendo el centro del campo rival y pisando área para definir. Ha sido un jugador discreto y eso es una mala señal.

Benítez se escuda en la multitud de lesiones para explicar la debacle en la liguilla de la Champions y que aún el equipo no tenga garantizada la cuarta plaza en la Premier: 'Ganar la Liga Europa puede salvar la temporada'.

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