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Nadal impone la rutina de la excelencia

El mallorquín gana tras remontar un 2-4 en contra en el segundo set

GONZALO CABEZA

A Nadal le retirará su físico, nunca su ambición. No se cansa de ganar. El calendario, además, afirma que estamos en abril, tiempo de tierra. Y con eso se dice todo en el caso del mallorquín. Su superioridad es insultante en la superficie. La semana pasada abrió el camino en Montecarlo y en esta ha vuelto a ganar sin sufrir en Barcelona. Dos torneos, dos victorias sin despeinarse, en ambos casos con Ferrer en la final.

Ahora le espera a Nadal, bien es cierto, la parte más dura de la gira de arcilla. Aún no ha visto a Federer y, lo que es peor, aún no se ha medido a Djokovic, en estado de gracia esta temporada. Ellos sólo aparecerán en los torneos obligatorios: Madrid, Roma y, por supuesto, Roland Garros. En los que no lo son, los grandes gallitos del circuito no asomarán. Saben siempre el desenlace y no quieren enfrentarse al español hasta que no sea estrictamente necesario. A pesar de todo, pocas son las posibilidades del resto si Nadal está a tope. Su juego se adapta a la perfección a la superficie, la altura de su derecha, la velocidad y la resistencia, además de una inteligencia táctica que le permite anticiparse a todos los puntos. Todo lo necesario para ganar en el polvo de ladrillo está en el haber de Rafa, el resto, por muy buenos que sean, tienen algunos agujeros en su repertorio. Ayer el número uno del mundo pasó un rato malo en el inicio del segundo set. Se puso 2-4 abajo y con posibilidades claras de perder el parcial y alargar el encuentro contra Ferrer. Pero no dio opción, subió una marcha las prestaciones y amedrentó a su rival. El alicantino estaba jugando muy bien, su mejor tenis, pero en cuanto llegó de nuevo Nadal la historia se fue por el desagüe. No hay David que gane a este Goliat.

Ya no es sólo que su juego sea perfecto en la superficie, es que sus contrarios tienen asumido que serán sacados de la pista a machetazos. El líder del ranking mundial ha ganado consecutivamente sus últimos 34 partidos en tierra. Ha disputado 79 sets entre todos ellos y sólo ha perdido tres.
Ferrer, resignado, le miraba en la entrega de trofeos. 'Creo que te mereces ganar este torneo más que nadie. Has tenido mala suerte, has jugado tres finales contra mi', reconocía Nadal. Ferrer, medio en broma medio en serio, respondía: 'Quería pedirte que no volvieras el año que viene. Pero no, te necesitamos'.

El alicantino puede soñar. Es un terrícola en un estado muy dulce de forma y puede hacer algo bueno en Roland Garros. Su carrera es paradójica porque ha sido semifinalista en Nueva York y Melbourne, pero no en París, el lugar que mejor se debería adaptar a sus condiciones como jugador. Sus opciones de ganar, a pesar de todo, están limitadas por un tenista que es un coloso, un compatriota incansable. Por la ambición, por Nadal.

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