Ahora mismo, la felicidad está unida a Míchel (Madrid, 1963), el hombre que hoy, en el Día del Padre, vivirá una experiencia nueva en su vida. Será la primera vez que actuará de rival en Old Trafford, algo que nunca vivió. Ni siquiera en su larguísima etapa como jugador del Madrid. Pero hoy es el entrenador de un gran Olympiakos griego, donde la hinchada no sólo le quiere. También le adora a él y a su elegante discurso, en el que la agonía pasó a mejor vida. 'En el curso de entrenador me enseñaron a esperar 24 horas antes de tomar una decisión'. A cuatro días de cumplir los 51 años, Míchel atiende a Público con la sensación de que todo es posible frente al Manchester esta noche en los octavos de la Champions League. 'Nada es casual en esta vida', insiste.
Acaba de ganar la Liga griega y va a jugar esta semana en Old Trafford ¿En qué se parece esta aventura a la perfección?
Sí, fue una buena decisión por diferentes motivos. Necesitaba salir del foco. Necesitaba tener otra perspectiva de las cosas. Necesitaba algo que me diese una distancia justa y más objetiva. Vine a un club grande en Grecia que quería avanzar en Europa. Hay una parte que ya hemos hecho, pero ahora, que lo hemos logrado, sentimos que no es suficiente: queremos seguir progresando.
Pero a su edad, ¿necesita algo mejor de lo que ha encontrado en Grecia? ¿Qué necesidad tiene, por ejemplo, ya de entrenar al Madrid? ¿No se ha hecho esa pregunta?
Necesidad ninguna, porque además no depende sólo de mi. No vivo con esa obsesión. Pero como entrenador siempre aspiro a lo mejor y creo que mis opciones son tan válidas como las de los demás. Tengo ese derecho y nadie me puede impedir intentarlo.
¿Entonces su vida como entrenador no se justifica con lo que está viviendo este año en Grecia?
No, no, acabo de decir que aún no es suficiente. Quiero seguir mi camino, quiero llegar hasta donde espero llegar. Necesito hacerlo, porque esto no se ha acabado aquí. Pero es evidente que esta es una buena etapa de mi vida personal y profesional. Estoy aprendiendo, estoy mejorando y puliendo muchos aspectos que hacen estar más preparado.
Es verdad que en las últimas entrevistas que he leído con usted siempre habla de su madurez como entrenador.
Sí, claro. El hecho de haber madurado como persona tiene una connotación profesional que no se puede evitar. Me ha permitido ponerme más en mi sitio. He tenido ayudas para hacerlo y me he esforzado. Había algunos aspectos de mi vida que no me ayudaban y que me exigían mucho tiempo perdido. Y el hecho de emigrar, de alejarme me ha servido muchísimo. He comprobado que los escenarios nuevos te hacen crecer y sin duda todo aquello que me enseñe a ser mejor no lo pienso desperdiciar.
¿Madurez significa saber perdonar?
Sí, el rencor no forma parte de mi personalidad.
Pero al principio los articulistas griegos dudaron de usted. ¿No les pasa ahora factura?
No, porque cada uno hace su trabajo como entiende que debe hacerlo. Y, en todo caso, aún en la equivocación, prefiero que vayan de frente.
Últimamente insiste en que le gusta 'jugar a campeón'. ¿No es eso un riesgo demasiado alto, en especial, esta noche en Old Trafford?
Pero ese es con el riesgo que he jugado siempre. No me puedo engañar. Cuando vine al Olympiakos sabía que tenía que ser así. Vine a un club que no admite otra cosa y en el que ser segundo no está considerado como competente.
El caso es que Grecia ganó la Eurocopa 2004 defendiendo. Su Olympiakos ha puesto en el alambre al Manchester atacando. ¿Qué culpa tiene usted de eso?
Sobre todo, la culpa es de mis jugadores, que han creído en lo que les planteamos, pero no sólo en ese partido, sino durante toda la temporada. Yo intenté hacer un traje a su medida y he conseguido que se lo pongan. No hay nada antinatural a sus cualidades. Yo no tengo un método personalizado; yo sólo me he adaptado al medio en el que me muevo. No he ido contracorriente y por eso los resultados son más llamativos.
¿Pero esto no forma parte de un milagro? El año pasado llegó y fue eliminado por el Levante en la Europa League. Ahora, sin embargo, va a jugar la Champions en Old Trafford.
Es distinto. Cuando llegamos no era nuestra obra. Era la casa de otro. También el título de liga que las estadísticas nos lo apuntan en el curriculum, pero yo sabía donde llegaba. Sabía que ése era un trabajo ya avanzado. Nuestra verdadera puerta la abrimos en la pretemporada. Ahí es cuando realmente nuestro proyecto echó a andar.
Usted tiene dicho: 'De entrenador, comprendes que no sólo hay que saber de fútbol, sino también de personas'. ¿Los futbolistas griegos no eran tan ingobernables? Tienen fama de exaltados, los estadios, esos prejuicios...
Por encima de todo lo que hay que saber gestionar es a las personas. Vivimos en Grecia y tienen su personalidad y carácter, pero si te adaptas a sus costumbres es más sencillo llegar a estar cerca de ellos. Son gente muy activa, que discuten por todo y que crean, incluso, problemas para solucionarlos. Pero de eso también se aprende y, además, las etiquetas... no sé hasta que punto llevan razón. Los españoles también llevamos esas etiquetas y muchas de ellas son falsas. Pero no nos queda otro remedio que vivir con ellas. De momento, lo hemos logrado: no nos está yendo tan mal.
De todos modos, con 16 nacionalidades distintas como tiene en el equipo, ¿qué es lo más importante que puede aportar un entrenador?
Cordura, idea de trabajo colectiva y una disciplina fundamental. Yo estoy muy cerca de ellos, lo saben, pero también saben que cuando tomo decisiones son indiscutibles y las respetan.
Fue salir del Sevilla y marchar a Grecia. Casi pareció una huida. ¿Las mejores decisiones son las que menos se piensan?
Suelo pensarme todo, pero quizás más que una huída a mi me pareció que era una oportunidad que valorar. Luego, está claro que ha salido la cara de la moneda. Me va bien.
'En Grecia se respeta al entrenador... y más si eres español'. ¿Ahora se da cuenta de por qué en España los entrenadores extranjeros parece que se los valora más?
Ya lo sospechaba en nuestra liga y ahora lo confirmo en la griega. Aquí estamos muy bien vistos porque nuestros antecesores dejaron un camino equilibrado y positivo. Si miro la clasificación en España y los 3 grandes los entrenan extranjeros, me confirma que en todos los países ocurre algo similar.
Ahora, se supone que puede volver a entrenar en España cuando le apetezca. ¿Volverá pronto? ¿Necesita volver?
No es tanto que me pueda apetecer como que soy feliz en El Pireo. Sólo me moveré de aquí por razones deportivas. No necesito volver, aunque echo de menos algunas cuestiones personales e insustituibles
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