Hubo un tiempo en el que los niños jugaban a ser Santillana, Velázquez, Amancio... Soñaban con enfundarse la camiseta de sus ídolos y calcar todas sus genialidades. Unos no paraban de volar por encima de Bergomi para de un cabezazo revivir las mágicas remontadas; otros volaban entre las mochilas del parque emulando a Buyo. Soñaban con vestir la blanca y despedirse del Bernabéu con un homenaje como el que le brindaron a Pirri.
Los tiempos cambiaron y ahora los niños, en lugar de jugar en la calle, hacen bicicletas con la Play y simulan cómo harían una revisión de contrato, qué agente se adapta más a sus necesidades o cómo se irían por la puerta de atrás del equipo de sus amores por un buen fajo de billetes.
Por eso, el caso de Raúl y Casillas es un viaje al romanticismo del fútbol. Ambos rubricaron un contrato vitalicio por el que decidirán el momento para mirar por última vez desde el césped al Bernabéu lleno aplaudiéndoles, mientras lo besan por última vez.
Para abrirles la puerta de la historia blanca, qué mejor partenaire que el dueño de las llaves del olimpo: Di Stéfano. La Saeta, garrota en mano, se apoyaba en Raúl para subir al estrado y explicarle el sitio que ocupará dentro de unos años, hasta el 2011 por lo menos, y después renovará automáticamente un año más si disputa más de 30 partidos. 'Por suerte soy el capitán de esta plantilla, en la que viene gente con mucho presente como Guti y Salgado, y futuro con gente joven nacional como Iker, que debe transmitir esos valores que el club quiere. En el último año hemos recuperado muchas cosas y estamos formando el camino para que estos valores no se pierdan', subrayaba Raúl.
El portador de la mística
Detrás de ellos, Casillas sonreía. El delfín de Raúl es uno de los pocos que soñaba con este momento cuando presenciaba con su padre los partidos en el Bernabéu. La duración de su nuevo contrato es hasta insultante (2016/17). Iker será el portador de la esencia blanca. El encargado de que no haya vaivenes como ocurrió hace poco en el periodo galáctico. 'Agradezco al presidente que le dé un año más a un ejemplo para todos nosotros como Raúl. Los que venimos de abajo hemos tenido la gran suerte de tenerle de compañero. Como lo deportivo sobra decirlo, es un ejemplo profesional y humano', afirmaba Iker, que acabó con un 'mis sueños están colmados con este contrato'.
Hasta Ramón Calderón se impregnó de la mística romántica madridista. 'Hoy -por ayer-, que celebramos el día de los enamorados, decimos que Iker, Raúl y el Real Madrid se quieren, se necesitan, se complementan y por esa razón han decidido unirse de por vida'.
La escena de Valdebebas, que estaba repleta de artistas invitados (Mijatovic, Lozano, Ginés Carvajal...), acabó con una comida de confraternización con toda plantilla, cuerpo técnico y directiva, encabezada por un Ramón Calderón que prometió más contratos vitalicios.
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