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Clemente: "Sólo soy guerrillero con algún imbécil, con los que mienten"

ENTREVISTA. Su última aventura ha sido entrenar a Libia, la selección de un país en guerra, hasta que le despidieron la semana pasada. Ahora se niega a que esto sea el punto final: "Yo no me voy a retirar. Otra cosa es que me retiren". Dice que tiene "un humor de diez" y no se corta en cargar contra gente como De la Morena, Tebas, Cardenal, Lama...

Javier Clemente, durante un partido de la selección de Libia.

MADRID.- Su biografía dio varias vueltas al mundo. De Bilbao viajó hasta Marsella, Serbia, Camerún y la última aventura en Libia, donde Javier Clemente (Barakaldo, 1950) fue despedido la semana pasada. Allí asegura que no se jugó la vida a pesar de la guerra, “porque no se podía entrar en el país”. De regreso a casa, Clemente acepta que el despido fue una pena y que esto no puede quedar así. Él quiere volver a entrenar. Mantiene la misma ilusión por hacerlo que en la década de los ochenta cuando revolucionó al fútbol español.

Hoy, acepta que ya nadie le va a dar el tiempo que le dieron entonces en el Athletic, pero eso no significa que vaya a rendirse. “Yo no me voy a retirar. Otra cosa es que me retiren”, justifica él, retrato del hombre imprevisible, incapaz de renunciar tantas veces a lo que quiso decir. Quizá fuese un hombre irrepetible o quizá no. La realidad es que a su edad continúa en el mercado -“el trabajo no lo elijo yo”, dice- después de haber estado en miles de ciudades: Bilbao, Barcelona, Madrid, Sevilla, San Sebastián, Tenerife, Murcia, Valladolid, Gijón… La lista ya es inabarcable.

Pregunta. ¿Alguna vez va a dejar de existir Javier Clemente?

Respuesta. No veo motivo para dejar de hacerlo.

Lleva sin parar desde el año 83 cuando fue campeón de Liga con el Athletic

Yo iría más lejos, desde el año 80, pero esto es así. Si a uno le gusta esto debe existir siempre y recordar que no siempre se existe cuando uno gana ni se deja de existir cuando uno pierde.

Podría protagonizar el programa Españoles por el mundo

Nunca he hecho ningún programa, pero es verdad que he estado en muchos sitios. He ido donde me ha apetecido y, sobre todo, donde me han querido. No tiene sentido estar donde no te quieren. No es posible.

La última en romper con usted ha sido Libia. ¿Ha sido el punto y final?

No, lo que ha sido es una pena. Han sido tres años que podrían haber sido cuatro. De hecho, en septiembre estábamos dispuestos a continuar. Pero una vez que se enteraron de que les iba a demandar decidieron que ahí se acababa todo, justo cuando todos los equipos ya están hechos.

Libia era un país que estaba en guerra. ¿Mereció la pena jugarse la vida?

No, yo no me jugué la vida. Excepto el primer año, nunca estuve en Libia, porque no se podía ni entrar en el país. De hecho, la propia Embajada española estaba en Túnez y eran los primeros que te decían que allí no se podía estar. Ni yo ni los jugadores estaban tampoco. Así que hicimos largas concentraciones en Egipto, en Túnez…

¿Qué aprendió?

Por encima de todo, aprendí lo importante que es la Embajada de tu país en un país extranjero. Hasta que no vives una situación como ésta, uno no se da cuenta. Pero cuando ves como tu Embajada está pendiente de todo, te llama, se preocupa y se desvive por ti, cambia todo.

Por encima de todo, aprendí lo importante que es la Embajada de tu país en un país extranjero

Fue una experiencia en Libia que fue más allá de la victoria o la derrota.

Sí, claro. Hasta el primer año, no. Yo estaba en Libia y allí no se advertía que pudiese haber guerra ni nada. Ganamos incluso la Copa de África. Pero después ya fue todo más difícil y nos dimos cuenta de lo difícil que era competir en África. Allí hay selecciones muy potentes y nosotros estábamos más abajo en el ranking. No podíamos pensar en ir al Mundial. Era como ganar la Liga en España.

¿A los 66 años sigue usted trabajando con presión?

No, la presión es la misma de siempre, que el equipo gane. Era algo que ya existía hace veinte años. Pero la diferencia es que si vas a un equipo bueno debes ganar nueve veces de cada diez y si vas a un equipo malo no puedes hacerlo más de tres veces. Pero eso no es culpa mía, sino de los equipos a los que he ido.

¿Y por qué ya siempre va a equipos malos?

Porque son los que me quieren contratar. Me hubiera gustado que fueran otros, pero han sido estos los que me han llamado. Por lo tanto, debo estar agradecido y recordarle a usted y a cualquiera que nos lea que el trabajo no lo elijo yo. El trabajo me elige a mí.

¿Y si pudiera elegir?

Volvería al Athletic.

¿Otra vez al Athletic?

No, perdón, me he equivocado. Iría a Qatar o a Inglaterra; a Qatar, porque hay que enseñarles a competir en el fútbol profesional, y a Inglaterra por puro egoísmo mío. Es el fútbol que más me gusta. Siempre ha sido así. Nunca he ido y temo que se me pase la época.

El otro día hablaba con Álvaro Cervera, el técnico del Cádiz, e insinuaba que el fútbol se está convirtiendo en una profesión para funcionarios

No tengo ni idea a lo que se refiere. No conozco a muchos entrenadores ni a muchos funcionarios. Por lo tanto, me resulta imposible contestar a esa pregunta.

¿Hubiera valido usted para funcionario?

No lo sé, pero creo que sí. Me hubiera amoldado. Me amoldé siempre a lo que tuve. A mí me gustaba jugar y tuve que dejar de hacerlo por una lesión. Me dediqué a entrenar y me ha gustado tanto que a mi edad todavía me cuesta vivir sin trabajar. Pero tal vez porque me fue bien cuando empecé. Si me hubiese ido mal, igual hubiese sido locutor, periodista, aparejador… Fue la carrera que yo empecé a estudiar.

"El trabajo no lo elijo yo. El trabajo me elige a mí"

¿Cuál fue su mejor trabajo?

Seguramente en el Athletic, en la selección o en el Espanyol. Pero a los equipos a los que fui a no descender también les cogí cariño. Hice lo posible para evitarlo, pero a veces no se dio y lo sentí como el que más. Siempre me esforcé al límite.

Javier Clemente, en su presentación como seleccionador de Libia.

¿Los entrenadores pasan de moda?

Hay épocas en las que sí, no cabe duda. Hay épocas en las que estás abajo. Como no ganas, los medios no te demandan y dejan de llamarte y…

¿Ahora le llaman mucho?

Bastante, todavía, pero ya no es como antes, porque ya no gano la Liga, ya no soy la novedad ni el que más vende y lo tengo que aceptar. Yo no elijo el número de llamadas que recibo. Nunca lo hice. Ni ahora ni nunca. Así que he de aceptar cada momento y entender que ahora les toque a otros.

¿En qué se parece el fútbol de hoy al de los años ochenta?

Ahora se vende humo. Ahora es la época de las frases grandilocuentes y de las tertulias. Algunas son buenas pero otras son canallescas. Al final, uno se pregunta qué sentido tiene decir palabras que no son reales, como que el equipo fue espectacular, jugó con una técnica exquisita, etc. ¿Qué es eso, en realidad?

¿Volverá usted a ser campeón de Liga?

No sé si tendría tiempo. A los 66 años puede que ya no. El Athletic que yo hice campeón en el 83 lo empecé con los jugadores que tuve en el juvenil en el 77. Fue un trabajo que duró cuatro o cinco años, un tiempo que tuve y que no sé si volveré a tener.

¿Tiene miedo al tiempo?

No, pero soy realista. Ahora me llaman equipos que ya están hechos y algunos mal hechos. A mí ya no me llaman para enseñar a jugar al fútbol, que es lo que más me gusta y lo que mejor sé hacer. A mí me gustaría construir un equipo campeón y no comprarlo como hacen el Madrid, el Barça o el Manchester, a golpe de jugadores.

"Ahora se vende humo. Ahora es la época de las frases grandilocuentes y de las tertulias. Algunas son buenas pero otras son canallescas"

¿Acepta su final entonces?

No lo sé. Igual ya está cerca. Si este año no sale ninguna oferta, y ya es difícil, probablemente sea el final y deberé aceptarlo. Pero eso no quiere decir que yo vaya a retirarme, sino que me retiran.

Será el descanso del guerrero

No, no, tampoco. Yo descansaré cuando me deje de gustar entrenar. Y entonces tal vez me dedicaré a hacer comentarios en radio o en televisión. Pero mientras me entretenga entrenar no pienso dejarlo.

Entonces, ¿cómo se entretiene ahora que no entrena?

Estoy con mis amigos, con mi pareja. Juego al golf. Veo mucho fútbol televisado y en el campo. El domingo estuve en San Mamés. Los días dan para mucho.

¿Es usted hombre de buen humor?

Sí. De humor soy un diez. Nunca estoy enfadado. Puede preguntar a los que conviven conmigo.

¿Qué fue de su fama de guerrillero?

Yo sólo soy guerrillero con algún imbécil, con los que mienten, con los que no cuentan la verdad o con los que se meten conmigo o con mis amigos. Pero, si no, no se me ocurre meterme con nadie. Y si usted saca mi lista de discusiones, mire quiénes son. Pedrerol, que miente más que habla; De la Morena, que lleva treinta y tantos años metiéndose conmigo y diciendo barbaridades; Tebas, porque se mete con mi amigo Villar, insulta y perjudica; Cardenal, exactamente lo mismo, o Lama, que se ríe de los demás… Ante ellos, no me puedo callar.

Si congenia tan mal con los periodistas, ¿cómo se va a dedicar a comentar partidos en el futuro?

Le recuerdo que he comentado partidos muchos años.

¿Y cómo encajó?

Tengo muchos amigos periodistas. He sido colaborador en La Vanguardia, en Marca, he comentado partidos con García, con Javier Ares, en la Cope, en Onda Cero, en TVE…

"Yo sólo soy guerrillero con algún imbécil, con los que se meten conmigo. De la Morena lleva treinta y tantos años metiéndose conmigo y diciendo barbaridades"

¿No hay término medio entonces?

Sí, sí lo hay, y creo que yo lo he encontrado con el periodismo. De hecho, excepto a esa gente y a quienes no se atreven a llamarme, yo nunca me he negado a atender a un periodista, porque tengo que ayudar a la gente a que viva de lo suyo. La prensa vive de nuestras declaraciones y si nos negamos a atenderlos, ¿de qué van a vivir?

Su currículum es inabarcable, en cualquier caso

Después del difunto Luis Aragonés, me he dado cuenta de que, de los que quedan, yo soy el más veterano. Hasta Del Bosque se ha retirado con un año menos que yo. Pero la diferencia es que yo quiero seguir en activo.

Será su grandeza entonces

No me rindo. Si me gusta el fútbol, no tengo por qué rendirme. Me encanta entrenar, no me importa cambiar de domicilio. Si acaso los viajes, sí, eso sí que es lo que más me cuesta, lo acepto. Pero este último año he estado con la selección de Libia en concentraciones larguísimas en Túnez, en Egipto… y no lo llevaba mal.

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