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"Hay futbolistas que hablan como economistas"

ALFREDO VARONA

Hay un milagro en Segunda División. A 16 jornadas del final, el líder es el Eibar, que representa a una pequeña ciudad de 27.000 habitantes, que tiene el presupuesto más bajo (3,5 millones de euros) y el estadio con menor aforo (5.600 localidades) de la categoría. Por lo tanto, es un milagro que debe explicarse y que nadie puede hacerlo mejor que su presidente Álex Aranzábal, un hombre que, por encima del mecenazgo, representa al sector intelectual en el fútbol. Profesor universitario de Empresariales, ha convertido al Eibar en un ejemplo. 'Nuestra capacidad de liderazgo nace de nuestros valores', asegura Aranzábal, un hombre que, por encima de todo, se apoya en los valores tradicionales del País Vasco. 'Aquí siempre se ha dado mucha importancia al trabajo, al desarrollo de la sociedad o al valor de la persona'.

Ha fabricado un milagro. ¿Cómo se hace eso?

No, yo no hablaría de milagros. No sé ni siquiera si existen los milagros. Pero si hablamos del caso del Eibar nuestra única receta es la de tener los pies en el suelo, la de construir un club solido en el que siempre pensamos que el ingenio puede ser una buena herramienta. No ha sido fácil, no ha sido nada que haya sucedido de hoy para mañana. No ha sido un éxito inmediato. Pasé a ser presidente en 2009 y hasta hoy fueron cuatro años muy duros en Segunda B, donde no había repercusión, donde no había apenas dinero y hubo que tomar decisiones tan difíciles como la de prescindir del filial. Fue muy duro, pero...

En la terminología de Rajoy, se llamarían 'medidas impopulares'.

No sé si se puede establecer comparación, pero todo lo que se hizo fue con la sensatez propia del momento.

¿Y en la toma de decisiones existe la humanidad?

Sí, siempre. Uno nunca puede dejar de pensar en las personas. Pero el problema es que siempre llega ese momento en el que uno se debe plantear cosas y la gente debe aceptar las limitaciones que existen. Hay inercias que no se pueden dejar seguir. Sé que es duro decirlo y hacerlo, pero precisamente eso es lo que hoy nos permite enorgullecernos de lo que es el Eibar, un club que no tiene deudas y, seamos sinceros, un equipo sin deudas en el fútbol no es lo corriente. Aquí no hay una sola nómina que no se pague a fin de mes.

Pero eso, por encima de un orgullo, es una obligación.

Para la gente consecuente, sí, claro; para la gente que viene y dice 'voy a gestionar el club como si fuese la economía de mi familia', no cabe duda. Pero la realidad es que la historia del fútbol no sea esa. Por eso nosotros cuando llegamos al Eibar nos impusimos esa idea. Aquí no valía volverse loco, aquí sólo valía que el déficit estuviese a cero. Sobre todo, porque teníamos la idea de que, al final, los clubes de fútbol son espejos para la sociedad. Y si pensábamos así no podíamos fallarle a la sociedad.

Usted es profesor universitario. ¿En qué se parece el mundo del fútbol al universitario?

Siempre me acuerdo de la frase de Albert Camus, que fue Premio Nobel de literatura y que decía que todo lo que sabía de ética lo había aprendido del fútbol, de lo bueno y de lo malo. Por lo tanto, en la universidad claro que se puede aprender del fútbol y, en especial, aprender de todo lo que este deporte, capaz de arrastrar a millones de personas, hace por la sociedad.

¿Entonces el fútbol puede ser más importante que la universidad?

'Si la universidad es capaz de transformar la sociedad, ¿por qué no lo va a ser el fútbol?'

No, pero si se puede igualar. Si la universidad es capaz de transformar la sociedad, ¿por qué no lo va a ser el fútbol? El hecho de que estamos acostumbrados a que pase lo contrario no significa que debamos renunciar.

¿El fútbol que vio de niño le hizo mejor persona?

Creo que sí. Soy un apasionado del fútbol y en mi viuda claro que hay futbolistas que me marcaron para siempre, que me transmitieron valores muy positivos. Sin ir más lejos, mire el caso de Iniesta. ¿Acaso no fue un gran ejemplo? ¿Por qué vamos a renunciar a parecernos a él, a aprender de la humildad con la que se maneja?

Iniesta no ha dejado que el éxito le corrompa, pero eso es difícil en el fútbol. ¿Usted no tiene miedo?

No, al revés. Yo siempre quiero pensar en lo que puedo hacer en beneficio de mi equipo, de mi pueblo, de mi gente. No hago un trabajo remunerado como presidente del Eibar. Las victorias no han conseguido glorificarme, entre otras cosas porque sé que yo estoy aquí de paso. Pienso antes en mi responsabilidad que en mi éxito. Me pregunto, incluso, 'Alex, ¿qué visión tienes tu de ti mismo?' y me doy cuenta de que mi idea está al servicio del club.

¿El ego de verse cada día más cerca del palco del Camp Nou o el Bernabéu no le empieza a seducir?

No sé qué decir. Soy humano y tendré ego, no lo niego. Tengo los mismos amigos que tenía en el colegio y, a primera vista, no me hace especial ilusión ir a uno u otro campo. Soy como era antes de llegar hasta aquí: vengo de una familia muy industrial de Eibar, mi padre trabajaba en la forja de acero, armas y escopetas, y supongo que todo eso está en mí.

¿Qué le apartó de la Industria?

Estudié en la Universidad de Deusto y caló muy hondo en mí. Llevo ya quince años de profesor universitario.

¿Y en qué se parece un estudiante universitario a un futbolista? ¿hay tanta distancia como puede parecer?

'Uno debe hacer camino en la vida distanciándose de lo que sucede a corto plazo; la vida no es una moda, es una tendencia que uno elige'

Según se mire. Puede haber mucha o ninguna. Hay futbolistas que se toman su trabajo con una seriedad extrema mientras que hay otros que no. Algo que es extrapolable al mundo universitario, donde ves estudiantes que van a pasar el rato. Sin embargo, hay otros totalmente implicados. Saben que la sociedad está invirtiendo en ellos y quieren devolverselo. Hablas con ellos y es un placer.

La realidad es que cada vez está más difícil para los estudiantes. ¿No es lógico que vayan desanimados por la vida?

Para mí, eso no es lógica, es un drama. Quizá estamos ante una de las generaciones de jóvenes más preparadas que podamos soñar. Pero el problema es que hay muchos que no lo pueden aplicar, tienen que marcharse al extranjero o trabajar en algo que no tiene nada que ver con lo que han estudiado. Y eso es tan difícil de aceptar que a mí, sinceramente, me parece un drama.

¿Los futbolistas del Eibar son unos auténticos privilegiados?

Aquí, los sueldos son modestos, no hay nadie que llegue a los 100.000 euros, y eso es poco para lo que se paga en otros clubes de Segunda B. Pero sí es verdad que si se comparan a otros jóvenes de su edad tienen unos buenos sueldos. Es posible, incluso, que los propios jugadores cobren más de lo que gano yo. Pero lo importante es que hay muchos que no se quedan ahí. Saben que esta profesión tiene fecha de caducidad y luchan por prepararse. Yo me he encontrado a jugadores muy preparados que te hablan del paro, del endeudamiento público o de la inflación casi como si fuesen analistas económicos. Y a lo mejor no era lo que me esperaba de ellos. Pero es una prueba de que hay que acabar con los prejuicios.

Al menos, usted ha conseguido que los resultados le den la razón.

No, pero yo no hablaría de los resultados. Nosotros pasamos cuatro años durísimos en Segunda B en los que no había ingresos, no había nada. No se hablaba de nosotros, pero éramos los mismos que ahora. Nuestras idean eran las mismas. Por eso una de las cosas que he aprendido es a que uno debe hacer camino en la vida distanciándose de lo que sucede a corto plazo. La vida no es una moda, es una tendencia que uno elige.

¿Cuál ha sido el último lujo que se ha dado?

Pues, sinceramente, ir al cine con mi hija a ver una película de animación.

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