No estará en la Davis, ante Francia en julio, ni, con toda probabilidad, en alguno de los Masters 1000 norteamericanos. Dos ausencias por obligación. Seguramente las últimas concesiones de Nadal a sus rodillas, un mal en vía de extinción para el mallorquín.

Tras el torneo de Montecarlo, el número uno del mundo inició un nuevo tratamiento en sus articulaciones que consiste en la infiltración de factores de crecimiento directamente en el tendón. Entre Montecarlo y Roma, Nadal empezó esta nueva aplicación en su rodilla izquierda. 'Me ha funcionado perfecto en la rodilla izquierda y ya no noto nada de dolor', asegura el manacorí que, sin embargo, se resintió de la articulación derecha en el encuentro ante Petzschner.

Una dolencia que no inquieta a Nadal a sabiendas de que puede lastrar su permanencia sobre la hierba de Londres. 'Mi rodilla está como está. He podido acabar el partido y veremos cómo está el próximo día. Pero no me asusta, porque sé lo que tengo y sé lo que tengo que hacer', explica el español. Tras Wimbledon, Nadal iniciará el nuevo tratamiento en la rodilla derecha. Un ciclo doloroso de ejecución que, según el propio Rafa, 'me va a hacer jugar sano durante unos años. Estoy ilusionado de que vaya a funcionar bien'.

Antes de la camilla, el mallorquín tiene hoy tenis. Los octavos ante Mathieu, otro buen sacador que le ha deparado el cuadro. 'La única forma de aguantar es sacar bien y esperar tu momento', explica Nadal, único español, junto a Ferrer, superviviente en Londres. Por cierto, el alicantino se medirá en octavos a Soderling. 'Sé que él es el favorito, pero yo no tengo nada que perder'.