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MADRID.- De correr gratis ya nada. Al contrario. Esto se ha convertido en un negocio en alza, casi imparable en algunos casos. Todo el mundo quiere su dorsal. Hasta los más altos ejecutivos se han aficionado a correr y a las carreras populares, donde cada uno se desafía silenciosamente a sí mismo. La consecuencia ha sido la aparición de un gran negocio. Una legión enorme de carreras cada fin de semana en las vías públicas, en las que cada organizador fija el precio que le parece por cada dorsal. Algo que Javier Odriozola, recién nombrado director de Deportes del Ayuntamiento, juzga que hay que “racionalizar”. Por eso el 8 de octubre cuando los organizadores recibían una carta, firmada por él, en la que se hablaba de esto, ha provocado una especie de tsunami entre atletas y organizadores.
El nuevo director les insta para 2016 a fijar “un precio máximo por dorsal” y, es más, habla de una tasa de 0,8 € por kilómetro, es decir, 8 € para carreras de 10 kilómetros. Y eso no tiene nada que ver con lo que sucede en la actualidad en la que hay carreras de esa misma distancia, que están por encima de los 20 €, por no hablar de la inscripción al maratón de Madrid cifrada, a día de hoy, en 73 €. ¿Qué significa esto? ¿Acaso es una primera señal de stop a las carreras populares, un sector que ha pasado por encima de la crisis y que en los últimos años ha generado miles de puestos de trabajo? Pues todo depende como se quiera ver.
La abundancia de carreras en Madrid es tal que el nuevo director de Deportes entiende que "hay que racionalizar el número de acontecimientos de este tipo que se autorizan"
Javier Odriozola, que es hermano del presidente de la Federación Española de Atletismo, un hombre muy aficionado a correr, que casi todos los sábados participa en los crosses universitarios, no dice eso, pero sí se refiere a los intereses de los ciudadanos que no corren (“hay que minimizar los efectos que los continuos cortes de circulación tienen para los ciudad”), a los de los corredores (“hay que proteger los intereses de los participantes en las carreras populares”) e, incluso, a los del Ayuntamiento de Madrid (“el coste para nuestras arcas que supone proveer a cada evento de estos servicios”). Todo eso se interpreta como un aviso de que no se puede seguir como hasta ahora, una época en la que cada fin de semana surge una nueva carrera, sea benéfica contra el cáncer, contra el dolor de cabeza o de las Fuerzas Armadas, sea de lo que sea, la abundancia es tal que Odriozola entiende que “hay que racionalizar el número de acontecimientos de este tipo que se autorizan”.
"Organizar carreras es muy caro"
"Organizar carreras requiere muchos medios, surgen gastos por todas partes y más puestos de trabajo de los que se pueden imaginar”, dicen los afectados
Al otro lado están los organizadores como José Cano, que lidera la mítica carrera de Canillejas desde 1980 y que este año se celebra el 22 de noviembre. “Organizar carreras es caro, porque aquí ya nadie da nada gratis”, explica. “En 1980, sí, un vecino te prestaba su furgoneta, el otro un micrófono y el siguiente pintaba la línea de meta con una tiza. Pero ahora hasta los mismos urinarios para los corredores valen un dinero…, ¿o vamos a dejar que los corredores hagan sus necesidades en la calle?” Una teoría que también defiende Guillermo Ferrero, ‘alma mater’ de la Agrupación Deportiva Marathon desde 1962, porque “hasta con los propios voluntarios tienes que tener una gratificación aunque sólo sea para pagarles el dinero invertido en el transporte desde su casa o toda la mañana que te van a dedicar. Organizar carreras requiere muchos medios, surgen gastos por todas partes y más puestos de trabajo de los que se pueden imaginar”.
José Cano enumera algunos datos. “Los chips de los corredores, el cronometraje, las camisetas, el serigrafiado de las mismas, las medallas, las pancartas de salida y meta… En realidad, esto se ha convertido en una profesión, porque los tiempos han cambiado. A buena hora se me iba ocurrir a mí cobrar por un dorsal en 1980, vamos, ni en broma. Pero hoy casi ni con los 15 € que cobramos por los 10 kilómetros de Canillejas nos llega. ¡No se pueden hacer milagros! Y eso Odriozola lo sabe, porque es corredor y conoce este ambiente del que él, además, forma parte”.
Ferrero se sitúa en el día a día de la Agrupación Deportiva Marathon que organiza muchas carreras al año desde un local de 200 metros cuadrados, donde ya hay siete empleados en nómina. “Pero que conste que todo lo que sea regular el tráfico me parece bien”, señala Ferrero, que dice representar a “una entidad sin ánimo de lucro en la que todo lo que se gana se revierte en beneficio del atletismo. Pero a la vez me enfrento cada día a empresas, que han intuido y han comprobado que esto de organizar carreras puede ser un verdadero negocio. Y en algunos casos van a saco”.
"Y los partidos de fútbol ¿qué?"
“No se puede hacer tabla rasa con todas las carreras ni tratar a todas las carreras por igual”, consideran los atletas
Los corredores tampoco son ajenos a eso como han expresado estos días a través de las redes sociales. “No se puede hacer tabla rasa con todas las carreras ni tratar a todas las carreras por igual”, explica Vicente Sánchez, atleta del Club Edward que el pasado 4 de octubre organizó la carrera del club, “y nos las vimos tiesas para cubrir todos los gastos con los 10 € que cada atleta pagó por su dorsal. La bolsa del corredor, por ejemplo, es cara”.
Luis Blanco Martínez es uno de los que lo sabe, porque su nombre es uno de los más activos en el circuito de carreras populares desde hace años. Por eso aprovechó una de sus intervenciones para reivindicar que “la gente está confundiendo competir en una carrera con ir a un mercadillo a recoger productos”.
“Si se establecen topes para los precios de los dorsales, si se acaba con el libre mercado, ¿por qué no se hacen con las entradas de los partidos de fútbol?"
Una idea, en definitiva, que Javier Odriozola pretende revisar, “fijar de antemano las condiciones para 2016” y, de momento, ha dado la oportunidad a los organizadores de remitirles sus propuestas. Y una de las cosas que José Cano, organizador de Canillejas, piensa preguntarle es la siguiente: “Si se establecen topes para los precios de los dorsales, si se acaba con el libre mercado, ¿por qué no se hacen con las entradas de los partidos de fútbol? ¿Acaso eso no significa un gasto para el Ayuntamiento en policías y constantes cortes de circulación cada fin de semana en los alrededores para los vecinos?” Así que, ya lo ven, el debate acaba de empezar en un sector como el de las carreras populares que hasta ahora parecía por encima del bien y del mal, hijo de un beneficio que se suponía casi permanente.
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