Acudió al Global Sports Forum de Barcelona hace unos días para hablar, junto a Drogba, sobre el amplio y relevante papel que los deportistas deberían desempeñar en nuestras sociedades. Su mensaje, asegura Raí (Ribeirao Preto, Brasil, 1965), fue bien acogido, aunque no se cansara de responder preguntas sobre el Barça y aquella Intercontinental que le birló a los azulgrana con dos goles magistrales.
Retirado del fútbol, ¿por qué decidió dedicarse a labores sociales?
Porque podemos utilizar nuestra notoriedad para causas sociales mayores. Nosotros tenemos una fundación presente en barrios pobres de São Paulo y Río y también una asociación de atletas que trabaja por causas nacionales, con una acción política en todo el país.
¿Y han logrado que los escuchen los políticos?
Al principio, éramos 13, ahora 20, y hemos obtenido resultados importantes, como aumentar el número de aprendices en el país de 70.000 a 250.000. Actuamos con las ciudades, los es-tados y el ministerio de Deporte y Educación para que haya más deporte en las escuelas. También hacemos campañas de movilización y lobbing con los diputados para que estas se implementen más rápido. Cuando diez atletas de élite se reúnen con el Gobierno para hablar de deporte, eso repercute.
Brasil, además, está en plena expansión y con el Mundial de fútbol y los Juegos en perspectiva.
Es un momento muy oportuno para movilizar a través del deporte. Empezamos este proyecto hace cuatro años, cuando aún no teníamos ni el Mundial ni los Juegos. Ahora todos quieren participar de proyectos deportivos y ayudar.
¿La fundación trabaja más directamente con los niños?
Sí, y utilizamos el deporte para movilizar recursos y emplearlos en causas educativas: deporte, arte, lectura, escritura... El resultado es una formación de mejor calidad para las nuevas generaciones.
Usted fue el gran protagonista de la Intercontinental que el Barça perdió ante el São Paulo en 1992. ¿Cómo la recuerda?
Fue un privilegio participar del grupo del São Paulo con Telê Santana como entrenador. Fue, como el Barça hoy, uno de los grandes equipos de todos los tiempos. Pasamos dos años jugando un fútbol eficiente, con resultados, y bonito de ver y jugar. La Intercontinental fue uno de los momentos álgidos de mi carrera y tengo excelentes recuerdos.
Se dice que el actual Barça es incluso superior al dream team' de Cruyff al que usted se enfrentó. ¿Coincide?
Se parecen, pero este, además de calidad, tiene cantidad de jugadores. El dream team, sin tres o cuatro futbolistas, bajaba su nivel; este lo mantiene siempre alto. Es más consistente.
Defensivamente, también es más sólido.
Parece, por los resultados y sus actuaciones, un equipo más equilibrado en ese sentido. Pero cabe destacar que el dream team creó una cultura de búsqueda de ese tipo de arte futbolístico. Más que comparar una generación con otra, habría que decir que esta es consecuencia del trabajo y la cultura que se gestó entonces.
Messi, Xavi e Iniesta. ¿Con quién se queda?
Si este Barça destaca por algo es por su complementariedad. Messi lo tendría más difícil sin Xavi ni Iniesta, como le sucedió en el Mundial con Argentina. Los tres son muy complementarios, aunque Messi tenga un estilo de juego más impresionante y decisivo.
¿Y entre Messi y Cristiano?
Messi es la imagen del Barcelona, ese equipo bonito y eficaz. Cristiano tiene mucha capacidad para crecer, pero hoy en día quien marca la diferencia es Messi.
¿Este Barça y la selección recogen el jogo bonito' de la canarinha'?
En Brasil, existe la materia prima, muchas generaciones de grandes jugadores, aunque no siempre conseguimos hacer un jogo bonito como la selección del 82, la del 70 o el São Paulo. Deberíamos recuperarlo, pero me alegro mucho de que España ganara el Mundial porque la manera en que lo hizo resulta inspiradora para otros países, también para el mío, pues lo tiene todo para volver a formar un equipo admirado.
¿Los seis brasileños del Shakhtar explican su salto cualitativo en la Liga de Campeones?
Cada vez más, los brasileños son importantes en Europa. En 2002, Brasil pasó un momento muy malo, pero de un año para otro aparecieron grandes jugadores de nuevo. Cualquier equipo que tenga tres o cuatro brasileños puede cambiar su historia. El Milan y muchos otros equipos son un ejemplo de ello. Los brasileños maduran muy jóvenes, tienen calidad y, hoy en día, más responsabilidad que en otras épocas.
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