Dos semanas después, el Barcelona consumó su venganza. Derrotó al Ciudad Real, campeón en las últimas cinco ediciones de la Copa Asobal, y se convirtió en el primer aspirante a llevarse el título que se dirime el domingo por la tarde (18,00, La2). Nadie podrá cuestionar el triunfo de los azulgrana que, escarmentados tras la última derrota sufrida en el Palau ante los manchegos -'Quedamos dolidos y queríamos resarcirnos', confesó el técnico azulgrana, Manolo Cadenas-, encararon al vigente campeón con un arsenal táctico más completo y un evidente ánimo de revancha.

Ambos factores permitieron al Barça mantener a raya a un Ciudad Real que, pese a mantener la tensión competitiva durante todo el encuentro, nunca pudo replicar al ordenado juego del Barça. Ausente Iker Romero por lesión, Ben Amor asumió las labores organizativas del conjunto de Cadenas con tanta eficacia que todo el equipo bailó a su son. Lo hizo el joven Ugalde, excelente desde el extremo (cinco goles); Rocas, autor del tanto que selló el encuentro; y también Hansen , martillo de los manchegos por el centro.

No le funcionó al Ciudad Real la defensa sobre Nagy, pues, aprendida la lección, el Barça siempre encontró modo de superarla. Corrió más que el equipo dirigido por Talant Dujshebaev; defendió mejor y siempre llevó el mando de un encuentro que los manchegos, a falta de contraataque (no anotaron ni un solo gol), se empeñaron en ralentizar. Les sirvió de poco. 'Nunca vi modo de remontar el partido', admitió Dujshebaev, tras asumir la responsabilidad de la derrota: cumpliendo una promesa, había dado a sus jugadores una semana de fiesta.

Ni el resurgimiento de Jerôme en la segunda parte -al descanso, el Barça ya mandaba 13-10- ni la buena labor de Stefansson -entre los dos sumaron 11 goles- pudieron doblegar al Barça, que aspira a engrosar sus vitirnas con el segundo título del curso.