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La Champions, en manos de un profesor de Primaria en excedencia

El joven Jagoba Arrasate vivirá su primera experiencia profesional como entrenador de una Real Sociedad, que sólo ha perdido a Illaramendi

ALFREDO VARONA

Si hay algún equipo al que le ha tocado la lotería este verano, ese ha sido la Real Sociedad, capaz de vender por más de 30 millones de euros a un futbolista que sólo llevaba un año en Primera. Se trata de Illaramendi, que no era de los de más talento, pero sí de los más organizados en un equipo que jugó divinamente al fútbol. El premio fue el cuarto puesto, la posibilidad de jugar la fase previa de la Champions League frente al Olympique de Lyon. Una hazaña que ha provocado que esta semana la afición soportase colas de más de quince horas para conseguir una entrada de cara al partido de vuelta. Pero la historia siempre merece de paciencia.

En medio de tanta exigencia, la Real Sociedad ha aceptado el misterio. Fueron miles de entrenadores, de todas partes del mundo, los que se ofrecieron para sustituir a Phillipe Montanier, que se marchó voluntariamente. Pero la directiva ha preferido ahorrar y, como hizo el Barcelona con Tito Vilanova, ha confiado la tarea a un hombre de la casa: un joven de 35 años, llamado Jagoba Arrasate, que jamás entrenó a un equipo profesional. Hasta ahora, ha mostrado una serenidad ejemplar fiel a su biografía académica, la de profesor de Primaria que hace dos años cuando el club le propuso ser ayudante de Montanier pidió la excedencia. Ahora que el jefe será él promete que no tiene 'ningún miedo' y que sólo siente 'respeto por lo que no puede controlar' que, por cierto, en el fútbol es mucho. En cualquier caso, no será Arrasate un hombre dado a dramatizar. 'Soy de relativizar mucho las cosas'. Así que, de momento, tiene a toda la ciudad de su parte.

'Aunque no quiero engañarme, porque esto ni siquiera ha empezado. Hay que ver lo que pasa dentro de unos meses', matiza el mismo Arrasate, que fue un delantero discreto: 'Mi máximo mérito fue ser Pichichi de Tercera'. A los 28 años, cansado de dar tumbos en 2ª B, empezó a pensar como entrenador. De hecho, fue jugador/entrenador del equipo de su pueblo hasta que llegó a Zubieta, la ciudad deportiva de la Real Sociedad, donde ha terminado de convencerse que el fútbol es como la enseñanza, en la que todo el mundo merece ser escuchado. Por eso jamás se olvidará de la primera vez que Montanier le metió en su despacho. 'Nos pasamos toda la mañana hablando de fútbol. No me asignó ninguna función; lo que le interesaba a él es saber cómo pensaba'.

Arrasate es un hombre que dice llevar toda la vida 'con los ojos bien abiertos para no perderse nada'. Y como el año pasado fue tan bello en San Sebastián, a la altura del equipo campeón de los ochenta, él no piensa contradecir nada de lo que hizo Montanier. 'Al equipo jamás le quemó la pelota en los pies. Todos los jugadores salían al campo frescos de mente'. Así que la idea se mantendrá por demasiadas razones. La primera es porque Illaramendi tendrá un sustituto que ilusiona tanto o más que él. Se trata de Granero, que hasta el año pasado, parecía el heredero de Xabi Alonso en el Madrid. Incluso, Mourinho se disculpó con él por no darle más minutos.

Tenía infinitamente más reputación futbolística que Illaramendi. Pero como en el fútbol el precio cambia a una velocidad radical, sin dar explicaciones a nadie, ahora llega cedido por el Queens Park Rangers inglés. Suena, ante todo, a reivindicación para Granero que, desde aquellos dos años en Getafe (2007-2009) no ha completado una gran temporada. A los 25, sin embargo, se ha comportado como un tipo listo, que ha aceptado bajarse el sueldo para vivir al lado del mar y completar un equipo en el que podría ser el quinto de los cuatro magníficos: Vela, Prieto, Griezzman y Agirretxe.

Entre los cuatro hicieron 47 goles el año pasado que provocaron que la Real esté donde no indicaba su presupuesto. Ni siquiera la Champions ha procurado grandes gastos. Los tres millones de euros, pagados por Seferovic, un jovencísimo y gigantesco delantero suizo, venido de la Fiorentina, ha sido lo máximo. Su reputación, eso sí, todavía está por construir. Pero esa es la grandeza del fútbol, la grandeza que memorizan los años ochenta en el viejo estadio de Atocha, en los tiempos de Ormaechea, que también fue un entrenador de la casa. Así que Jagoba Arrasate tiene en quien inspirarse. Otra cosa es que la Real de ahora pueda recitar, como la de entonces, un once de memoria en el que casi siempre aparecían Arconada; Celayeta, Gorriz, Cortabarria, Olaizola; Diego, Alonso, Zamora; Uralde, Satrustegui y López Ufarte. Pero, en fin, esto es fútbol y todo se andará...

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