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Castigo a dos equipos sin gol

Los suizos se marchan del Mundial con cuatro puntos y los hondureños con uno

ALBERTO CABELLO

Se fueron de Suráfrica por su incapacidad de cara al marco. Son dos selecciones distanciadas por norma de la pelota. Tanto Suiza como Honduras intentaron en vano hacer amistad con un elemento extraño. Sensaciones raras tanto para los helvéticos como para los hondureños, que se vieron obligados a jugar al ataque para marcar goles.

A ambos equipos les costó la misma vida identificarse con el plan que acostumbran a desactivar en todos sus partidos. Por mucho que hicieron fricción, y lo intentaron con empeño, la llama no prendió. No hubo manera de que prendiera. Querer no es suficiente, es necesario poseer talento. Ninguno de los dos equipos mostró complicidad alguna con el balón.

Se trataba de un partido decisivo para ambos (España y Chile estaban clasificadas desde el gol de Villa), que les hizo jugar a contraestilo. Faltaron las herramientas con las que se construye el fútbol a partir del centro del campo: el último pase, el desmarque que pueda resultar decisivo.

Sin porterías, hondureños y suizos caminarían con solvencia, pero lo que marca distancias en este deporte es el gol, una complicada tarea para dos conjuntos de tan escasa calidad.

Los helvéticos son los que peor salen de este cuadro. Han desaprovechado una grandísima oportunidad de meterse en octavos de un Mundial. Sobre todo, después de ganar en el primer partido a la favorita del grupo. Salvo el rebote del partido ante España, han sido incapaces de marcar en los encuentros que han disputado. La eliminación es el justo castigo a su deficiente juego ofensivo.

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