Magnus Carlsen destronó este viernes al indio Viswanathan Anand tras un combate de cinco horas resuelto en tablas en la décima partida, que dejó a salvo el honor del veterano monarca, veinte años mayor, y convirtió al noruego en el vigésimo campeón mundial de ajedrez de la historia.
Después de errores por ambos bandos y sobresaltos en el tablero se firmaron las tablas en 65 movimientos. A Carlsen le bastaba con un empate para conquistar el título. Un marcador de 6,5 a 3,5 puntos clausura el encuentro de Madrás (India), previsto a doce partidas, aunque la superioridad del aspirante, que a diferencia de su adversario no cometió errores de bulto, hizo innecesaria la disputa de los dos últimos juegos.
El joven noruego, que en enero pasado batió el récord de puntuación ELO -hasta entonces en poder del ruso Gari Kasparov- con 2.849, es el segundo campeón mundial más joven de la historia. Kasparov conquistó el título con 22 años, como él, pero el Ogro de Bakú lo hizo (en 1985) cinco meses antes de cumplir los 23.
Carlsen recibe, junto a la corona, un premio de 600.000 euros y Anand se embolsa, como consuelo, 400.000. Apenas veinte horas después del dramático error de Anand, que dio este jueves a Carlsen la victoria en la novena partida -su tercer triunfo en el encuentro- y dejó casi sentenciado el choque, los dos Grandes Maestros volvieron a sentarse frente al tablero en la sala del hotel Hyatt Regency de Madrás, ciudad natal del campeón.
Anand, que comandaba las blancas, necesitaba ganar las tres partidas restantes para llegar a un desempate con esperanzas de conservar la corona, un milagro aunque no un hecho insólito en un Mundial. Anatoly Kárpov lo hizo -ganar tres juegos seguidos- contra Gari Kasparov en 1986, y el propio Anand en el 2000, cuando batió al letonio Alexei Shírov en Teherán y se proclamó por primera vez campeón del mundo. Pero su adversario de entonces (luego nacionalizado español y ahora otra vez letonio) distaba mucho de alcanzar el rango deportivo que ahora tiene Carlsen.
Carlsen abrió con peón de rey (1.e4) y Anand, en lugar de la defensa berlinesa que esgrimió contra la apertura Ruy López en su última partida con negras, eligió una siciliana. Ambos jugaron con rapidez sus 15 primeros movimientos. En ese punto Carlsen estaba tan a gusto que se permitió esbozar una sonrisa. En el 21... Rg8 Anand, resignado a perder el trono, invitó a una repetición de jugadas para zanjar de forma honorable el traspaso de poderes, pero el aspirante declinó la oferta.
Con ventaja de espacio y la iniciativa, Carlsen, imbuido ya de su nuevo rango, lanzaba a futuros desafiantes el mensaje de que no estaba dispuesto a regalar ni medio punto. Sabía por experiencia, además, que la prolongación del juego deparaba errores, a menudo gruesos, del campeón. Y sucedió otra vez. Anand, tal vez exhausto, jugó 28... Dg5 que regalaba un peón, pero el noruego -humano, al fin- desperdició el presente. Con 30.exd6 devolvió al resuello al campeón.
La liquidación de piezas condujo a un final de caballo y seis peones por bando. Carlsen volvió a rehuir las tablas, que tenía seguras mediante jaques continuos al rey negro, sacrificó su caballo a cambio de tres peones y la lucha, en un final trepidante con doble promoción de peón incluida, acabó en tablas.
Anand, campeón del mundo en dos periodos, primero del 2000 al 2001 y luego desde el 2007 hasta hoy, cede su corona al hombre-máquina, conocido como el 'Mozart del ajedrez' por su juego armónico, un jugador capaz de proceder en sus análisis con el rigor, el aplomo y la implacable lógica de una inteligencia de silicio, muy diferente al viejo jugador romántico que incendia el tablero y cautiva al aficionado con sacrificios y ataques suicidas. Tres victorias de Carlsen -en la quinta, sexta y novena partidas- y siete tablas ilustran la inferioridad de Anand, que con la edad ha perdido gran parte de las cualidades -imaginación, intuición, rapidez de reflejos- que le auparon a la cima.
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