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Capello lleva al límite a Inglaterra

Los británicos, obligados a ganar el último partido ante Eslovenia

GONZALO CABEZA

Tener grandes jugadores y hacer lo posible por desaprovecharlos es un delito en el que Capello es reincidente. Con su disfraz de sargento de etiqueta, ese con el que lleva sometiendo al fútbol durante muchos años, es capaz de cualquier tropelía. No quiere convencer a los suyos con una idea de juego, así que los conduce desde el miedo.

Un fallo con él es un pasaporte al ostracismo, como le pasó ayer a Green, que fue sustituido por James, un portero que infunde el pánico entre sus compañeros. Capello, que ayer cumplió 64 años, no se plantea a estas alturas reformarse y poner a los mejores en el campo. Heskey no tiene nivel para entrar en una lista de un país con el talento de Inglaterra y, sin embargo, aparece en las alineaciones titulares del sargento italiano.

¿Sus argumentos? Es un gran trabajador, una mosca cojonera que cambió el fútbol por el atletismo y dedica su tiempo a correr y presionar. Él es el delantero centro de una selección con Rooney, Lampard y Gerrard. Vivir para ver.

Dice el currículo de Capello que hace equipos campeones. Puede ser, pero el coste de sinsabores que pagan sus aficionados ponen en duda la rentabilidad de la inversión.

Ayer, en un nuevo acto de mezquindad, decidió entregarle el balón a Argelia, una selección con ganas pero incapaz de justificar con su fútbol el precio de una entrada en un estadio. Con movimientos lentos buscaban fisuras en el entramado inglés. Nada, de donde no hay no se puede sacar y los argelinos hubiesen necesitado mucho más talento para probar al limitado James.

Los magrebíes movían el balón sin oposiciones, sus rivales ingleses aceptaron sin rodeos la doctrina de su entrenador y sólo en la última media hora tuvieron arrestos para contradecir al sargento y tomarse la libertad de buscar el balón. Pero ya era tarde, el partido había nacido para ser insufrible y no hubo forma humana de que aquello cambiase. Cuando el fútbol se acomoda a un ritmo lento pocas soluciones sirven para revolucionarlo.

Hoy la prensa inglesa no podrá poner al portero como excusa. El causante de la debacle nació en Italia. Se llama Fabio, se apellida Capello, fue fichado para ganar y tiene a Inglaterra contra las cuerdas. Dos partidos, dos empates, un mísero gol y la sensación de que ha desaprovechado una catarata de recursos. El miércoles se la juega.

Inglaterra: James; Johnson, Terry, Carragher, Cole; Barry (Crouch, m. 83), Lampard, Gerrard; Lennon (Wright-Phillips, m. 72), Rooney y Heskey (Defoe, m.73).

Argelia: Mbohli; Kadir, Boughera, Yahia, Halliche, Belhadj; Matmour, Yebda (Mesbah, m. 89), Lacen, Ziani (Guedioura, m. 80); y Boudebouz (Abdoun, m. 73).

Árbitro: Irmatov (UZB). Amonestó a Carragher y Lacen.

Green Point: 66.000 espectadores.

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