En medio del clima de euforia deportiva que vive el país, la sensación más extendida entre los ciudadanos de Londres es que mereció la pena albergar los Juegos Olímpicos y haber invertido las cifras astronómicas que se han gastado. Natasha considera que “hemos vuelto a hacer historia”, mientras que Catherine destaca “las extraordinarias mejoras que se han producido en todo el East London”, que pasaba por ser una de las zonas más deprimidas.
Con una inversión que supera en cuatro veces lo inicialmente presupuestado -9.000 millones de libras (11.000 millones de euros)-, los británicos parecen estar satisfechos con los resultados. Así se desprende de la encuesta realizada por The Guardian en la que un 55% de los entrevistados da por buena la inversión, identificándola como un modo de combatir la recesión.
Esta euforia contrasta con el hecho de que más de una tercera parte de los encuestados (35%) está convencida de que los JJOO han servido de distracción de los problemas económicos que afronta el país.
En las encuestas gubernamentales difundidas a través de su portal web, se puede observar el cambio de opinión de un sector de la población si antes de arrancar los Juegos un 35% de los encuestados consideraban que no era una buena idea a Londres fuera la anfitriona, frente al 53% que sí; durante la celebración el porcentaje variaba hasta el 29%-57%.
A pesar de que a nivel de turismo los resultados no parecen haber sido los esperados, los dos profesores aseguran conocer a “gente que ha estado trabajando directamente en la organización de los Juegos desde hace más de seis años; imagina la cantidad de empleo que ha generado”.
Otras voces más críticas, como la enfermera Heather, considera “desorbitados los costes que hemos tenido que afrontar para organizar” el evento, cuestionando su verdadera utilidad: “Los ingresos ya han sido más bajos de lo que esperaban y desde el punto de vista de promoción de la ciudad, ¿acaso Londres no era ya lo suficientemente conocida? Nosotros no teníamos la necesidad de autobombo que Barcelona” en 1992, explica.
Chris, entusiasmado en líneas generales con el desarrollo de los Juegos, sí cierne la sombra de la duda sobre la herencia olímpica, esto es, la reconversión y aprovechamiento de toda la infraestructura desplegada para el evento cuando éste haya finalizado. “Es una pena, por ejemplo, que el Estadio Olímpico vaya a pasar de tener 80.000 asientos a sólo 25.000. Espero que no sucede cómo en Atenas, que construyeron muchas infraestructuras que luego quedaron inutilizadas”.
Estás dudas, con excepción del Centro Acuático y el Velódromo, para el que gente como Rory auguran un gran éxito, son generalizadas y ni siquiera el recién nombramiento de Sebastian Coe, presidente del Comité Organizador de los JJOO (LOCOG), como embajador de la herencia olímpica, parece disiparlas.
Tras la clausura de los JJOO, por ejemplo, el parque olímpico se rebautizará como Parque Olímpico de la Reina Isabel y no se reabrirá hasta 2013, reconvertido en un espacio verde de uso público y lugar de excepción para multitudinarios conciertos. Ni siquiera está claro aún si el estadio será la nueva casa para el equipo de fútbol West Ham, como se pensaba al principio. Este anuncio también ha servido para incrementar los rumores en la ciudad acerca de la cancelación de los míticos conciertos de Hyde Park, en peligro desde que los vecinos –fundamentalmente clase alta- del barrio de Westminster se quejaran por el ruido. El Parque Olímpico, situado en lo que hasta ahora era una de las zonas más desfavorecidas de la ciudad, podría tomar ese relevo.
Una de las consecuencias extradeportivas que han traído consigo los JJOO ha sido el incremento de popularidad del alcalde Londres, Boris Johnson. La caída del actual primer ministro y líderes de los conservadores, David Cameron, unido al clima de euforia que vive la capital británica han dado como resultado que el 71% de los entrevistados en una encuesta realiza por la casa de apuestas Ladbrokes quiera a Johnson en Downing Street.
Ladbrokes ha llegado a ofrecer apuestas 2 a 1 a que Johnson vuelve a ser reelegido como alcalde de Londres en las próximas elecciones –ya lo fue hace unos meses- y 3 a 1 a que antes de 2030 se convierte en primer ministro de Reino Unido. Johnson, por su parte, no ha querido alimentar demasiado las especulaciones, llegando a preguntarse “¿quién votaría a un imbécil que se queda atrapado en una tirolina?”, en relación al incidente que le mantuvo suspendido durante cinco minutos del cable de una tirolina en Victoria Park a 46 metros de altura.
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