El Barça regresa a Stamford Bridge, el escenario del Iniestazo hace tres años —aquel derechazo desde la frontal del área en el minuto 93 que le metió en la final de la Champions en 2009—.  Stamford Bridge, ese estadio donde empezó todo, el actual ciclo glorioso de la era Guardiola. La vuelta del Barcelona a Londres tiene, además, un marcado carácter simbólico. No sólo por el rival y el estadio: la capital inglesa es la ciudad talismán de los culés pues allí ha ganado dos Ligas de Campeones (1992 y 2011) y allí ha jugado allí siempre que ha ganado la máxima competición europea.

Ahora, por quinta vez consecutiva, el Barça llega a las semifinales de la Champions. Se enfrenta al Chelsea por quinta vez en doce años en un duelo que ya se ha convertido en un clásico moderno. Los ingleses son un equipo inferior al que fueron hace unos años, pero siguen siendo respetables. Europa sigue teniendo con ellos una deuda: la Champions es un territorio lleno de fantasmas para el Chelsea, un grupo de veterano que sigue sin materializar el sueño europeo que el petrolero ruso Roman Abramóvich persigue desde que compró el club hace nueve años.

Los culés afrontan la eliminatoria en un buen momento: sin lesionados, con sus mejores jugadores a punto y después de encadenar 11 victorias en la Liga. Además, está imbatido en Europa esta temporada. Guardiola no se reserva ninguna bala y pondrá a su once de gala en el campo.

El Chelsea se presenta ante los azulgrana con poca presión: saben que no es favorito y que tiene poco que perder después de una temporada convulsa en la Premier, con la destitución de Villas-Boas incluida. Pero no por ello deja de ser un equipo peligroso: sin opciones en la Liga, el Chelsea se ha vuelto muy selectivo en sus esfuerzos y lo fía todo a la Champions, que es lo que ahora le importa. 

El equipo de Mata, Drogba, Lampard y compañía es perro viejo. Su juego a balón parado sigue siendo temible, es fuerte físicamente, domina la estrategia (rechaces, segundas jugadas, etc), contraataca con rapidez y energía, sabe manejarse en situación de máxima tensión. 

El reto es imporante. Sobre todo para Messi, que también llega enchufado al duelo. El argentino ha marcado 26 goles en los últimos 14 partidos; 63 en todo el curso. Messi será, una vez más, el puntal del equipo, que presentará un 4-3-3 de partida, con Puyol en el lateral izquierdo. La única duda estriba en si contará con Pedro o con otro extremo como acompañantes de Messi y Alexis.

Lampard gobernará el centro del campo del Chelsea, mientras que John Terry, de 31, estará en el eje de una defensa, donde faltará seguramente el central David Luiz, lesionado ante el Tottenham.

Los blues pueden presumir de uno de los ataques más veloces de la liga inglesa, con el español Juan Mata como director de ese despliegue ofensivo, si bien en los últimos tiempos les ha faltado frialdad de cara a puerta.

Di Matteo se enfrenta con el dilema de poner al frente de su delantera al español Fernando Torres, con su olfato goleador algo recuperado, o bien al marfileño Didier Drogba, que con su poderío físico ha sacado a los 'blues' de más de un atolladero esta temporada.

Con la llegada del italiano al banquillo de Stamford Bridge, ambos atacantes se han acostumbrado a las rotaciones, y probablemente no se sabrá hasta el último momento si frente al Barcelona repetirá la alineación de este fin de semana en la semifinal de la Copa de Inglaterra, en la que Drogba fue titular, o bien dará entrada a Torres de inicio.

Chelsea: Cech; Ivanovic, Terry, Cahill, Cole; Mikel, Lampard; Ramires, Mata, Kalou; y Drogba o Torres.

Barcelona: Valdes; Alves, Mascherano, Piqué, Puyol; Busquets, Xavi, Iniesta; Pedro, Messi y Alexis.

Árbitro: Felix Brych (ALE).

Hora: 20.45 (18.45 GMT). Stamford Bridge (41.800 espectadores).