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Alemania golea por abajo

Müller, Özil y Podolski abusan de una defensa desastrosa y otro portero fallón (4-0)

JOSÉ MIGUÉLEZ

Schwarzer no es Green, pero lo parece. Australia tampoco tiene portero. O quizás sea verdad que es el balón de este Mundial el que vuelve menores a los guardametas. Porque los errores se suceden en la zona de los guantes. También en Durban, la temida ciudad que espera en dos días el debú de España y que ayer acogió la presentación de Alemania.

La selección germana, a la que siempre hay que tomar por favorita, incluso en sus peores versiones (que no es el caso), se ayudó de la maldición que encoge a los arqueros para resolver su estreno. Pero, en realidad, no lo necesitaba. Su fútbol fue arrollador en el primer tiempo y en el final del segundo. No tenía rival enfrente, pero se desperezó con una actuación más llena de pases profundos y juego por abajo que de su tradicional forma de ganar a empujones. Ganar, siempre ganan los alemanes, pero unas veces sus triunfos gustan más. Y ayer fue un ejemplo.

Hay muchos jugadores en Alemania que sobreviven al equipo que le discutió a España la final de la Eurocopa. Pero parece mejorado en ritmo y calidad. Las inclusiones de Özic y Müller han refrescado un equipo en donde sigue brillando Podolski. El frente de ataque germano fue un espectáculo por izquierda y derecha. Se hartó a tirar pases al hueco y a llegar. Abusó de una defensa rival absolutamente menor, incapaz de juntarse en línea, un desastre táctico que invitaba una y otra vez a romper el fuera de juego.

La zaga australiana no puede ni mirar mal a su portero, por mucho que fueran sus manos blandas ante el cañonazo de Podolski y su cálculo equivocado en el centro de Lahm las que abrieran y cerraran en menos de 20 minutos el partido.

En la segunda parte, Alemania amagó con conformarse. Le entregó la pelota y el terreno a Australia y dejó que se sintiera ficticiamente atacante. No creó una ocasión de peligro, aunque los de Löw confirmaron que, pese a su corpulencia, su talón de Aquiles son los centrales. De hecho, Mertesacker concedió un penalti acudiendo a un centro con la mano abierta y los ojos cerrados, pero el árbitro se desentendió.

Cuando Australia se rindió del todo, Alemania volvió a la carga. Podolski completó su exhibición, sacó los colores a la defensa peor juntada del mundo y permitió que Alemania diera el primer golpe sobre la mesa de Suráfrica. Una goleada sin mancharse el traje la situó como el líder más fuerte del Mundial.

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