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Xavier Beauvois despierta al espíritu de Chaplin

El cineasta Xavier Beauvois aprovecha el robo real del ataúd de Charles Chaplin en 1978 para estrenarse en la comedia. Con ‘El precio de la fama’, que presentó en la edición de la Mostra de Venecia del pasado año, rinde un homenaje al artista y a las películas del cine mudo

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BEGOÑA PIÑA

MADRID.-Charles Chaplin murió la noche de Navidad de 1977. Solo dos meses después, cuando aún no se había colocado ni la lápida, en la madrugada del 1 al 2 de marzo de 1978, dos delincuentes aficionados robaron su ataúd –enterrado en el cementerio suizo de Corsier-sur-Vevey-. Días más tarde pidieron un rescate a la familia de 600.000 dólares. El cineasta Xavier Beauvois recordó aquella historia después de ver un día en su casa ‘Candilejas’. La mítica imagen de Chaplin con una pala, cavando en los terrenos de United Artist, completó la ecuación. Y así nació ‘El precio de la fama’.
Un curioso reparto, con el belga Benoît Poelvoorde y el francés de origen marroquí Roschdy Zem a la cabeza, revelan el tono de comedia de la película, con la que el cineasta se estrena en este género. Xavier Beauvois, que firma también el guion con Etienne Comar -con quien ya escribió ‘De dioses y hombres’ (Gran Premio del Jurado en Cannes)-, hace una adaptación muy libre de los hechos reales y de los personajes que los protagonizaron. Y, por supuesto, reescribe el final de la historia.

La lámpara de Aladino

‘El precio de la fama’ comienza con la salida de prisión de Eddy Ricaart. Va a vivir en la casa de su amigo Osman y a cuidar de la hija de éste, Samira, mientras hacen unas revisiones en el hospital a la madre de la niña. Son dos pobres diablos que no tienen un duro. Pero la víspera de Navidad, cuando se enteran de la muerte de Chaplin, a Eddy se le ocurre una prometedora idea, la de robar el ataúd del artista y pedir un rescate a la familia.

En la película, en la que se advierte inmediatamente la intención de Beauvois de rendir homenaje a Charles Chaplin, a su inmortal Charlot, a los orígenes del cine y al amor del artista por el circo, los ladrones se transforman, como en un buen truco de película muda, en héroes. Eddy y Osman son, de repente, los hombres que rescatan al genio, que permiten que Chaplin vuelva a ser la estrella aunque haya muerto. Y la recompensa llega. El espíritu del genio les concede sus deseos.

“Para Eddy y Osman, el robo del ataúd es como haber encontrado la lámpara de Aladino. De ahí la toma aérea en la que se sigue al coche después de desenterrar el ataúd: el poderoso y benévolo espíritu de Chaplin flota por encima de su cuerpo. Hay un momento en que el secretario dice: ‘El señor ha vuelto a los escenarios’. Está feliz porque desde la muerte de su jefe no ha pasado casi nada”, explica el director en las notas de producción, donde añade: “Chaplin no se enfada con sus secuestradores, al contrario, le permiten ser el centro de atención, y por eso concede un deseo a cada uno”.

El cine mudo acompañado de música

Con Chiara Mastroianni, Peter Coyote y Dolores Chaplin en el reparto, ‘El precio de la fama’ está plagada de referencias a los momentos más conocidos de las obras de Chaplin. Ahí están ‘Luces de la ciudad’, ‘La quimera de oro’… y también están las atmósferas de sus historias y la música omnipresente en las películas de los primeros años del cine… Michel Legrand, el músico del filme, le dio la idea al director, “me permitió mostrar algo muy chaplinesco: el cine mudo acompañado de música”.

Comedia, pero no de carcajada, tierna y, por momentos, bastante sentimental, la película se pone desde el principio del lado de sus protagonistas y les muestra con toda su fragilidad. Xavier Beauvois pasea su cámara por los salones de la mansión de los Chaplin –la auténtica-, pero también la acerca a campo de maíz donde no escatima ni recursos ni tiempo para mostrar lo que cuesta realmente enterrar un ataúd de más de cien kilos, cuánto trabajo, sudor y nervios.

"Lo hubiera encontrado ridículo"

“Quería contar la historia de personajes que salen de la sombra para encontrar la luz, en este caso gracias a Chaplin”, dijo el cineasta durante la presentación de la película en Venecia. Los Osman y Eddy de ‘El precio de la fama’ se parecen más a los personajes de un amable cuento de Navidad que, desde luego, a los auténticos rateros que robaron el cuerpo de Chaplin.

Aquellos fueron Roman Joseph Wardas, de 24 años, y Gandscho Ganev, de 38, un mecánico polaco y otro búlgaro. Ninguno de ellos calculó que la viuda de Chaplin, Oona O’Neill, estaría dispuesta a mantener vivo el espíritu de su marido, quien, según sus palabras de entonces, “lo hubiera encontrado ridículo”. Se refería a pagar un rescate por el cadáver y el ataúd.

Desesperados, los dos ladrones auténticos comenzaron poco a poco a bajar la cifra del rescate, de los 600.000 dólares del comienzo fueron descendiendo a 600.000 francos suizos, luego a 500.000… Tantas llamadas fueron la perdición de estos aficionados, a los que pilló la policía el 16 de mayo. Tras el juicio, la mujer de uno de ellos pidió perdón a la familia Chaplin, que, por su parte, decidió devolver el ataúd recuperado a la fosa original, pero esta vez bajo dos metros de hormigón armado.

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