madrid
Un personaje se haría pasar por el Espíritu Santo y después de dejar a María embarazada le diría: "No te preocupes, soy un mensajero del Señor". Lo siguiente sería la escena de María intentando explicárselo a José: "Me dijo que era un mensajero del Señor". Además, todo giraría alrededor de Judas Iscariote, "un tipo que siempre llegaba tarde" y que no aparecía en la Última Cena porque tenía invitados en casa.
Ideas muy locas, irreverentes y divertidísimas que, sin embargo, no terminaban de entusiasmar a los Monty Python, metidos en un lío de los gordos después de que Eric Idle anunciara en público que su siguiente película sería Jesucristo, ansias de gloria.
Esta pandilla de cómicos geniales estaba en un programa de televisión en Amsterdam promocionando Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (1975) cuando un periodista hizo la pregunta que más irritaba a Idle: "¿Cuál va a ser su próximo proyecto?" Y el actor, atacado de una engorrosa incontinencia verbal, soltó la primera animalada que se le ocurrió. Y ahí empezó todo. Así nació La vida de Brian, uno de los grandes éxitos del cine británico y una de las comedias más corrosivas, inteligentes, hilarantes y celebradas de todos los tiempos.
Jesús les cae bien
Reunión de crisis en una cafetería holandesa, los Monty Python llegan a un acuerdo, no van a parodiar la vida de Jesús, el hombre les cae muy bien, así que hay que pensar otras posibilidades. Envío enloquecido de postales entre unos y otros cruzándose nuevas ideas hasta que, finalmente, aparece Brian, un pobre hombre que nace el mismo día que Jesús con el que le confunden y al que no le sale nada bien.
Los cómicos hacen las maletas y se reúnen a trabajar el guion muy en serio en las Islas Barbados, a pleno sol. Graham Chapman poniéndose ciego de alcohol, Michael Palin preocupado por lo que dirá su madre que es una ferviente creyente, la sombra del cabreo monumental entre Terry Gilliam y Terry Jones en el rodaje de Los caballeros… Nada que preocupe demasiado a esta panda de flemáticos británicos.
La entrada más cara del mundo
Volvieron a la nublada Inglaterra con un magnífico guion debajo del brazo, que Terry Jones vendió en seguida a EMI. A dos días de empezar la producción, el jefe de la compañía, Bernard Delfont, les dejó colgados y con el agua al cuello. "No estaba dispuesto a poner en riesgo su inmortalidad por la película", aclaró poco después Michael Palín en una entrevista.
Y ahí apareció su ángel de la guarda, el beatle más beatle y más artista, George Harrison, que les dice que él quiere ver esa película y que hipoteca todo lo que tiene –casa, estudio de grabación…- para conseguirlo. "Es –en palabras de Eric Idle- la entrada de cine más cara del mundo".
Las anécdotas de rodaje de La vida de Brian son unas cuantas y muy sabrosas. Muchas de ellas recogidas en The Phyton, la película de la BBC que rodó Iain Johnstone para documentar el proceso. Los extras tunecinos que un año antes habían participado en el rodaje de Jesús de Nazaret, de Franco Zeffirelli, corregían a un atónito Terry Jones y le advertían de que "el señor Zefirelli no lo habría hecho así". De pronto, en la segunda secuencia del rodaje, todas las mujeres que estaban entre los extras se marcharon dejando mudos de asombro a los Monty Python y al resto del equipo. Estaba anocheciendo y ellas tenían que hacer la cena. En la película se ve cómo las mujeres llegan al monte. Volvían de nuevo al rodaje.
"No es el mesías, es un sinvergüenza"
"Una película tan divertida que ha sido censurada en Noruega", así la vendieron los suecos. Pero la realidad no fue tan divertida. Amenazas de muerte, manifestaciones en contra de La vida de Brian, la BBC y la ITV se negaron a emitirla, Irlanda no la vio en sus cines hasta ocho años después y en otros rincones del mundo ha estado prohibida hasta hace diez años.
Y eso que La vida de Brian, tal y como dijo John Cleese en 1998, logró una colosal conquista: "¡Por primera vez en 2.000 años pusimos a todos esos pueblos de acuerdo!" Musulmanes, judíos y cristianos se sintieron muy ofendidos con esta ocurrencia blasfema de los Monty Phyton. "Hay algunos que nunca están contentos", decía Brian en la película, en la que Terry Jones en el papel de la madre de Brian declaraba: "No es el mesías, es un sinvergüenza".
La frase se eligió como la favorita del público británico en el 2000. Con ella, no solo se había reído a carcajadas medio mundo, sino que había quedado claro que los seis cómicos no habían tenido ninguna intención de hacer mofa de Jesucristo. Terry Jones lo dejó escrito en su diario: "Sabíamos que la historia se asemejaría vagamente a la vida de Jesucristo, pero pronto se hizo evidente que no podíamos hablar de Cristo porque no era allí donde residía el humor. Lo gracioso es que alguien haya predicado con tanto ahínco el amor y la paz para que luego sus seguidores se pasen dos mil años matándose y torturándose unos a otros porque no pueden ponerse de acuerdo sobre la forma en que lo dijo".
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