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La vergüenza de la esclavitud

El cineasta británico Steve McQueen lleva al cine la historia real de Solomon Northup, un hombre negro del norte que fue secuestrado, subastado y vendido a un esclavista sureño, en su película '12 años de esclavitud

BEGOÑA PIÑA

Hollywood ha hecho muy pocas películas sobre la esclavitud. La vergüenza que EEUU siente por este abyecto episodio de su historia es la razón de ello. Al menos eso cree el cineasta británico Steve McQueen, un vídeo-artista y escultor que fascinó con sus dos películas anteriores -Hunger y Shame-, dos relatos de individuos enfrentados a un tormento, y que ahora insiste en el padecimiento humano, esta vez desde un episodio real ocurrido en aquella época de infamia. 12 años de esclavitud ya le ha valido a McQueen el Premio del Público en Toronto, el de la Crítica de Nueva York a Mejor Película, el de los Críticos de Boston al Mejor Director y Mejor Película, y la casi total unanimidad de los especialistas, que hablan del filme ya como del gran favorito para los Oscar.

Muchos de los problemas con los que convive hoy la sociedad de Estados Unidos son, en opinión de este director, 'los efectos de la esclavitud'. Secuelas que podrían suavizarse si se tuviera más presente esta historia. Quentin Tarantino (Django desencadenado) y Steven Spielberg (Lincoln) la han contado a su modo recientemente, antes que él. Y ahora, McQueen la recuerda con el relato real de Solomon Northup, un hombre negro libre, un violinista, casado y padre de dos hijos, que fue secuestrado, subastado y vendido a un esclavista sureño. Doce años después consiguió recuperar la libertad y escribió un libro contando aquel infierno.

'Cada página fue una revelación para mí, me di cuenta de que no sabía casi nada de la esclavitud. Cuando terminé de leer aquel libro me sentí fatal por no conocerlo, hasta que luego me di cuenta de que casi nadie lo conocía. ¿Cómo puede no conocerse este libro? Es el equivalente a El diario de Ana Frank para América', sentencia el cineasta.

Steve McQueen: 'Es verdad que la película tiene un final clásico de ‘érase una vez', pero el medio del relato es surrealista y extraordinario'Y mirando, justamente, a América es como ha trabajado Steve McQueen esta película. Menos 'artista' que en los otros filmes, el cineasta ha apostado por un relato mucho más convencional, de narrativa clásica. Ha firmado, de hecho, una película genuinamente hollywoodiense. Chiwetel Eijofor es el protagonista; Michael Fassbender -inseparable de McQueen-, el cruel esclavista, y Brad Pitt, el abolicionista. Benedict Cumberbatch, Paul Dano, Paul Giamatti y Lupita Nyong' completan el reparto.

'La historia es clásica, sí, es una novela. De cualquier modo, no pensé en cómo quería contar la historia, solo sabía que quería sacar la narración fuera, que el público sintiera lo mismo que siente este hombre, Solomon. Es verdad que la película tiene un final clásico de ‘érase una vez', pero el medio del relato es surrealista y extraordinario. A mí me recuerda a los cuentos de los hermanos Grimm y a Pinocho, cuando le engañan para secuestrarle y llevarle al circo'.

12 años de esclavitud responde a la necesidad de este director negro de contar la historia de sus propios antepasados, de recuperar la memoria de aquellos hechos. 'Necesitaba ver esto en imágenes', reconoce McQueen, que aprovecha la publicidad que le da el próximo estreno de su película para recordar la figura de Nelson Mandela. 'Es el ejemplo de lo mejor que puede ser un ser humano. Tenía compasión, determinación y era muy humano. No era demasiado religioso ni demasiado marxista. Brillaba por su humanidad'.

'Nelson Mandela, como Solomon Northup, logró sobrevivir pensando en su familia y en su dignidad', añade Steve McQueen, que confiesa que también se ha preguntado cómo hubiera superado él una situación como la de su personaje, sin tener ninguna comunicación con su familia... 'Yo soy un privilegiado. Creo que hubiera hecho igual que él, intentar primero comunicarme con mi familia. Y Solomon Northup no es Bruce Willis que tiene una granada en cada mano para solucionar sus problemas. Él no tiene elección. Yo quería una película realista y en la vida real todos hacen lo mejor que pueden para sobrevivir'.

'Necesitaba un actor como Chiwetel Eijofor, que mostrara dignidad en la pantalla'En ese proceso de supervivencia y lucha contra el sometimiento definitivo que vive Solomon Northup, éste debe esconder su educación y la posibilidad de leer y escribir. 'Necesitaba para eso un actor como Chiwetel Eijofor, que mostrara dignidad en la pantalla, porque eso ya hace mucho. Cuando preparamos el personaje hablamos mucho de Rodolfo Valentino y de Buster Keaton. Quería que el rostro del actor dijera cosas al público, porque el público es inteligente, sabe leer las caras. También trabajamos la forma de andar, porque Solomon no caminaba como los esclavos. Son detalles sutiles, pero que también dejan ver el interior del personaje'.

Un personaje que, por primera vez en el cine de Steve McQueen, no personifica un grave conflicto. No se parece en eso a los anteriores. Al miembro del IRA Bobby Sands (inspirado en el hombre real) que murió resistiendo en una huelga de hambre histórica -'diez hombres murieron en prisión, fue un momento clave en Gran Bretaña'-, ni a Brandon, el adicto al sexo de Shame, donde el director mostraba cómo se vivían hoy las adicciones. 'Pero los tres -concluye McQueen- buscan la forma de negociar con el medio en el que viven y de trascenderlo'.

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