MADRID
“Quiero verte las tetas”. “Lo siento, yo no hago eso”. Lo siguiente fue una amenaza del que ya era uno de los hombres más poderosos de Hollywood: “¡Tus tetas! ¿Sabes quién soy? Puedo hacer que no vuelvas a trabajar nunca. Enséñame las tetas”. Ella repitió que no hacía eso y Harvey Weinstein se vengó. Nannette Klatt solo consiguió trabajar como actriz en una película.
La repulsiva vida de abusos sexuales y de poder de Harvey Weinstein, denunciada por ochenta mujeres desde octubre de 2017, ha llegado a su fin, se ha topado con un poderoso enemigo, la imparable revolución de las mujeres. Ahora, cuando está a punto de enfrentarse a un juicio en la Corte Suprema de Manhattan –el próximo 6 de enero– inculpado en Nueva York por tres agresiones sexuales, dos por violación en 1993 y 2013 y la otra por una felación forzada en 2006, todas sus miserias y delitos salen a la luz con la película documental Untouchable, de la directora Ursula Macfarlane.
El filme, que examina la ascensión al poder de Weinstein, su imparable, larguísima y repugnante carrera de acoso y abusos sexuales, y su caída en 2017, es mucho más que una cadena de acusaciones. Macfarlane explica perfectamente en su película cómo funciona el mecanismo del poder, qué nivel de destrucción alcanza la complicidad de los otros, cuánto dolor y miedo se puede infligir a una víctima y, también, hasta dónde el coraje, la energía y decisión de las mujeres puede plantar cara a todo eso hasta vencerlo.
Los hechos delictivos de Weinstein provocaron el nacimiento del movimiento #MeToo que ha vivido desde su origen un enfrentamiento muy agresivo de parte de círculos extremistas y machistas. Gracias a la denuncias impulsadas por este movimiento social, las mujeres han dejado de silenciarse, al menos en algunos casos.
"Tu hermano es un puto cerdo"
Las de la película de Ursula Macfarlane son demoledoras y tristísimas, pero necesarias. Junto a las de las víctimas, están también en el documental los testimonios de compañeros de Harvey Weinstein en el colegio, la universidad y en Miramax, antes de que los hermanos vendieran la compañía a Disney. “Era un dictador que usaba los métodos más crueles”. “Abusaba de mucha gente”. “El acoso estaba muy presente”. “Sabíamos que engañaba a su mujer”.
Son solo algunas de estas declaraciones, pero entre ellas también se encuentran las valiosas confesiones de personas que asistieron a todos estos abusos de poder del productor y los dejaron pasar por alto. “Oí rumores”, dice uno de los profesionales que trabajó muchos años con él. Todo ese tiempo, abducidos por las corrientes machistas que han envenenado a la sociedad durante siglos, la mayoría daba por bueno el rumor de que las mujeres buscaban sexo con Weinstein para abrirse camino como actrices en Hollywood. “No puedo perdonarme a mí mismo el no haberme ido cuando abusó de mi amiga. Así que tengo que vivir con ello”, reconoce este hombre.
La que sí se marchó fue Kathy Declesis, asistente de Bob Weinstein en los primeros años de poder. “Éramos la hostia”, asegura esta mujer refiriéndose a los éxitos de Miramax y al olfato magnífico de los hermanos para el cine. Cinema Paradiso, Sexo, mentiras y cintas de vídeo, El paciente inglés… Muchos premios Oscar, muchos millones de dólares en la caja de la empresa… Pero nada de ello pudo con el asco que le produjo descubrir la faceta de depredador sexual de Harvey Weinstein y uno de los primeros acuerdos de confidencialidad acompañados de dinero que la compañía había negociado para tapar el asunto. “Dimito, tu hermano es un puto cerdo”.
"Un Harvery Weinstein en cada industria"
Así, desde finales de los años 70 en Buffalo en la industria de la música, pasando por el ascenso a los cielos del cine –resultado sin duda del talento profesional de los hermanos Bob y Harvey–, hasta el inicio de su declive, Untouchable repasa la trayectoria de este hombre. Descubierto finalmente gracias a un informe interno de Miramax escrito por Lauren O’Connor, cazatalentos literaria de la compañía, y a la labor de unas cuantas periodistas, Weinstein vio inmediatamente lo que se le venía encima.
A punto de la quiebra, con 1.200 millones de dólares de pérdidas y con la amenaza de que su delictiva conducta sexual saliera a la luz, Weinstein huyó hacia adelante, contrató a importantes abogados y a investigadores, entre ellos a algún exmiembro del Mossad, y les pasó una lista con los nombres de muchas mujeres. Reunió fotos amistosas con ellas, las amenazó, se aprovechó del miedo que tenían… pero aquel informe, una conversación grabada en manos de la Policía y artículos en The New Yorker y The New York Times terminaron con él.
“El sistema lo ha permitido. Es lo siniestro. Hay un Harvey Weinstein en cada industria”, dice uno de los periodistas de investigación que ayudó a destapar el escándalo. Y con él, Rosanna Arquette, una de las bestias negras de Weinstein en todo este proceso, se alegra del nacimiento del movimiento #MeToo y advierte ante la cámara: “Esto es una revolución, así que… que os den”.
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