madrid
"A partir de ahora, europeas. Mira las rubias, ¡qué bombón!" Antonio, un vivalavirgen, un niño rico de la España de los cincuenta, estaba como pez en el agua de vacaciones en Ibiza, mientras que Miguel, un currante, trabajador en la empresa del padre de su amigo, sufría complejo de español entre tanto extranjero juerguista y liberado. Juan Diego Botto y Raul Arévalo fueron dos estupendos turistas del cine en Los europeos gracias a Rafael Azcona y a Víctor García León.
El primero había escrito la novela, un libro que no se pudo publicar en España hasta 2006, y el segundo cogió el testigo de manos de Luis García Berlanga, que siempre dijo que quería llevar esa historia al cine. Estrenada en el Festival de Málaga, la película era un retrato bastante ácido de la España de aquellos años, un país acomplejado, muy clasista y aplastado por una muy pobre y muy pacata educación sexual. Con estos antecedentes, Antonio y Miguel, que estaban seguros de que iban a encontrar la libertad y un paraíso sexual en Ibiza, se mezclaban con un grupo de turistas en la isla.
Johnny Depp, en pijama
Entre ellos, afortunadamente, no estaba Frank Tupelo, un americano de vacaciones y uno de los turistas más insulsos y sin sentido del cine. Johnny Depp y Angelina Jolie, que parecían estar en películas diferentes, eran los protagonistas de The Tourist, un despropósito mayúsculo que lideró en 2010 el cineasta Florian Henckel von Donnersmarck para sorpresa de todos los que aplaudimos su impresionante ópera prima, 'La vida de los otros', ganadora con toda justicia de todos los premios de aquel año, desde el Oscar a los premios del cine alemán.
En este segundo largometraje, un remake de El secreto de Anthony Zimmer (Jérôme Salle, 2005), que tampoco era nada especial, lo que iban a ser unas vacaciones reparadoras en Venecia para curar un mal de amores se transformaba en una pesadilla de persecuciones por los canales y los hoteles con Johnny Depp la mitad del tiempo en pijama.
Monsieur Hulot en París
Prácticamente nada estaba en su sitio en aquella película, justo lo contrario de lo que pasa en la magistral Playtime, en la que todo encaja perfectamente. Obra maestra de Jacques Tati, las horas que pasan los turistas americanos en París con Monsieur Hulot son absolutamente geniales.
Desde su llegada al aeropuerto de Orly, descubriendo una ciudad futurista con edificios de cristal y acero, en la exposición de nuevos inventos o pasando una noche loca en un restaurante recién inaugurado, hasta su camino de vuelta en coche al aeropuerto, todo lo que viven estos turistas del cine en París es pura diversión, un hilarante ensayo sobre la modernidad y un muy delirante viaje estival.
Dos turistas amorales
Y para delirio, el de los protagonistas de Turistas, Chris y Tina, una pareja que se va de vacaciones por el norte de Inglaterra en una caravana Abbey Oxford y se dedican a asesinar gente. A todo el que les cabrea, se lo cargan, lo liquidan con violencia y sin arrepentimiento, fuera los sabelotodos, las parejas perfectas…
Ben Wheatley era el director de esta comedia de humor negrísimo, escrita por los actores principales y ganadora de unos cuantos premios. "Que quede claro que no apruebo para nada matar a la gente y que, además, soy un cobarde", dijo el cineasta, que acompañó con este trabajo a dos de los turistas más amorales y anárquicos del cine.
"Siempre la misma rutina"
Como ellos, David Kessler y Jack Goodman, un par de americanos mochileros, están de vacaciones por Inglaterra. Sus planes de recorrer Europa se truncan la noche que la oscuridad les sorprende en un páramo siniestro de North York y se convierten desde ese momento en turistas de la mala suerte. 'Un hombre lobo americano en Londres' (John Landis, 1981) también mezclaba comedia y terror, al ritmo del 'Bad Moon Rising' de Credence.
Desde luego para estos estudiantes el viaje por Europa no salió como habían imaginado. Sin duda, hay mucho idealizado alrededor de la vida del turista, culpa en parte de unas cuantas películas y a pesar de otro puñado de ellas y de las palabras de un reconocido experto. Macon Leary se lo decía muy claro a Muriel Pritchett cuando la conocía y ella descubría que él era 'El 'turista accidental', un escritor de guías de viaje. "Los viajes son siempre la misma rutina, colas para los billetes, colas para las aduanas…" y, a pesar de lo que nos haya contado el cine, "París es horrible, la gente muy maleducada".
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