Tanto secretismo tenía una explicación. Hasta ayer, ningún periodista había visto Torrente 4, que se estrena mañana. Pues bien, el cerrojazo informativo estaba justificado: contra todo pronóstico razonable, Santiago Segura ha cambiado radicalmente de tercio en Torrente 4. El filme cuenta la historia de un expolicía obsesionado con la Fenomenología del espíritu, de Hegel. Un drama filosófico extremadamente intelectualizado (la sombra de Fassbinder, Pasolini y Ionesco es alargada) que reflexiona sobre la tradición metafísica occidental. En cuatro horas y media y sin apenas diálogos. Línea dura.
Por supuesto, esto no es verdad. Más que nada porque, si Santiago Segura hubiera convertido su nuevo Torrente en algo así, podría producirse una tragedia. 'Hordas de poligoneros enloquecidos incendian una gran superficie tras la proyección de Torrente 4'. 'Tres críticos franceses linchados por una turba acusados de lavar el cerebro a Santiago Segura', leeríamos en los periódicos. Y también: 'La locomotora del cine español descarrila'. Dios no lo quiera.
'Los hombres de mis filmes son borrachos, fascistas y piltrafas'
Porque España quiere caña. España no tiene tiempo para historias intelectualizadas. España quiere que José Luis Torrente se tire pedos, le haga unas 'pajillas' a Kiko Rivera (Paquirrín, entrañable coprotagonista del filme), toque tetas y culos de tías buenas, y se mofe de los inmigrantes. España quiere ver a un español de verdad. España adora a Torrente, al que Segura calificó ayer de 'anormal'.
También tuvo palabras amables para los roles masculinos en su cine: 'Son tontos del culo, borrachos, fascistas y piltrafas'. Y razonó cuál es la gracia de todo eso: 'Torrente da a los españoles la oportunidad de reírse del españolismo exacerbado, de esa gente que por desgracia existe y es xenófoba, machista, mezquina, cutre a más no poder. Gente de la que no me reiría si me los encontrara por la calle porque podrían darme de hostias pero de la que te puedes reír en el cine en plan catártico'.
'Doy la oportunidad de reírse del españolismo exacerbado'
Cuando Segura rodó el primer filme de la saga, en 1998, pensaba que Torrente era un 'personaje en vías de extinción'. Craso error. Trece años después, está convencido de que el torrentismo se ha hecho fuerte en España: 'Lo veo en la actitud de los políticos, en la gente de la calle, en algunos programas de la televisión. Parece que hemos perdido la batalla contra nuestro lado mezquino y animal'.
De derrota en derrota, pues, hasta la bazofia final. De ahí que en el filme José Luis Torrente haga honor a su descomunal leyenda casposa al bramar lo siguiente frente a la tumba de El Fary: 'Los maricones se pueden casar. Los socialistas han arruinado el país. ¡Y han puesto un negro en la Casa Blanca! Pero no para limpiar, no, no ¡De presidente'. En efecto, está todo muy mal.
Más momentos paródicos: Torrente realquila su piso a unos 200 inmigrantes latinos que se pasan todo el día organizando peleas de gallos y oyendo bachata a todo gas. Todo ello en una periferia madrileña destartalada en la que la gente se alimenta de las basuras.
'Hemos perdido la batalla contra nuestro lado mezquino'
Y a partir de ahí la nada. O, quizás, el todo, según se mire. Porque Torrente 4 es, sobre todo, una sucesión de cameos faranduleros. Belén Esteban, Sergio Ramos, David Bisbal, María Patiño, John Cobra, Carmen Martínez Bordiú, Kiko Matamoros y Ana Obregón, entre otros. Es decir, la flor y la nata. El Celtiberia Show democrático elevado a su máxima potencia. O las verdaderas estrellas del cine español. 'El star system de nuestro cine está muy depauperado. Hay muy pocos actores capaces de arrastrar al público a las salas. Louis B. Mayer decía que le gustaba poner en sus películas a la gente que el público quería ver. Los filmes no se venden solos', dijo Segura, que estrena con casi 800 copias, dos tercios en 3D, más que Avatar.
Sostiene Santiago Segura que hay que ser muy corto para creer que Torrente es una apología del torrentismo. Otra cosa sería dilucidar si poblar el casting de toda la morralla nacional no es caer en la estulticia que dice criticar. Pero pensar en esto sería tomarse Torrente 4 demasiado en serio. Esto no es la Fenomenología del espíritu. Así que, ante la duda, movilización nacional para reventar la taquilla. ¡Tiembla Avatar! ¡A por ellos, oé!
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