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Sexo y violencia por doquier
por exigencias del guión

‘Juego de tronos’ y ‘Vikingos’ apuestan por ambos en cantidad. ‘Outlander’ los alterna con romanticismo, aventura y una pizca de historia. En 'The Girlfriend Experience’ la dedicación al sexo de su protagonista es a nivel profesional. En todas son parte del guión, pero la pregunta es: ¿son necesarios o son gratuitos?

'Juego de Tronos', 'Vikingos', 'Outlander' y 'The girlfriend experience', con altas dosis de sexo y violencia.

MADRID.- Hubo un tiempo en el que la violencia y el sexo por doquier en las series era visto como algo revolucionario y rompedor. Sin embargo, de unas temporadas a esta parte títulos como Juego de Tronos –que vuelve a la parrilla televisiva con el estreno de su sexta temporada la madrugada del 24 al 25 en Canal + Series– y Vikingos –cuya cuarta temporada estrena capítulo cada miércoles en TNT– han hecho que su presencia en la pantalla se haya normalizado causando revuelo solo cuando se les va de las manos.

Algo que ocurre a menudo en el caso de la serie de Poniente. No así en las posteriores Outlander y The Girlfriend Experience, donde el sexo está muy presente, pero en otro tono y siempre (casi) al servicio de la trama. O en Vikingos, donde parece justificado dado quienes son sus protagonistas.

ADVERTENCIA: Este texto contiene spoilers sobre las cuatro series mencionadas si no se han visto al completo

En el caso de la adaptación de las novelas de George R. Martin estos excesos son marca de la casa. Aún retumban en las redes los ecos virtuales de las protestas por aquella violación de Jaime a Cersei en la cuarta temporada. Sexo y violencia todo en uno. Ver a Pedro Pascal como agente de la DEA en Narcos sin acordarse por momentos de su horrible muerte a manos de la Montaña en la serie de David Benioff resulta casi imposible. Escenas grabadas a fuego en la mente del espectador como tantas otras de una serie acostumbrada a las críticas por el uso que se le da al sexo y la violencia.

En 'Juego de Tronos' hay escenas grabadas a fuego en la mente del espectador como tantas otras de una serie acostumbrada a las críticas por el uso que se le da al sexo y la violencia

En cuanto al primero, hasta cuenta con un término específico acuñado en sus primeros capítulos para referirse a esas escenas en la que él está ahí por estar, como ruido de fondo, sin aportar nada a la historia que se cuenta. Sexposition, lo llaman. Mucho se ha escrito y hablado en estas cinco temporadas sobre la gratuidad del sexo en Juego de tronos y la violencia. Algunas escenas, es posible y cierto, se las podrían haber ahorrado. HBO y los responsables de la ficción han justificado por activa y por pasiva el uso de estos dos ingredientes inherentes al título y presentes también en la saga literaria de George R. Martin.

Posiblemente no les falte razón del todo. Porque por mucho que algunas desagraden o sobren, Poniente es así. Está lleno de violencia, muerte y sexo a manos llenas. Venganzas, traiciones y sangre. Aunque no es menos cierto que en muchos casos se les va de las manos. Escenas que podrían haberse rodado de otra forma, sin necesidad de ser tan explícitos. Saben hacerlo. Lo han hecho. Como esa escena en la quinta temporada en la que Theon es testigo mudo de la violación de Sansa a manos de Ramsay. O cuando, también en la quinta temporada, Stannis permite que quemen a su hija en la hoguera. No sé ve cómo arde pero los gritos son desgarradores y la escena brutal.

En 'Vikingos' hay violencia, mucha, pero no da la sensación de ser gratuita, sino de estar más bien al servicio lo que cuenta, la historia de los vikingos a través de Ragnar y sus hijos

Todo esto hace pensar que quizá Michael Hirst, creador de Vikingos, tiene razón cuando critica el uso de la violencia y el sexo en Juego de tronos como truco efectista más que como recurso dramático. Sabe de lo que habla. Con cuatro temporadas escritas de su puño y letra, Hirst ha tenido que narrar muchas escenas de este tipo en su serie. Son inherentes a la historia que cuenta, pero siempre lo ha hecho con cierto reparo, sin mostrar al espectador más de lo estrictamente necesario. Aquella que tantas ampollas y críticas levantó en la que le sacaban los pulmones por detrás a un personaje no se vio en realidad en toda su crudeza. Fue dura, pero más por el espacio que dejaba a la imaginación que por lo que mostraba realmente en pantalla.

Defiende Hirst el uso de ambos ingredientes en su justa medida y no al servicio del espectáculo que, según sus palabras, es lo que ocurre con la serie con la que tanto se ha comparado a Vikingos desde su nacimiento. En su defensa, si es que la necesita, argumenta que son “parte de la historia del pueblo vikingo”, lo que las convierte en justificadas y no gratuitas. Aportan a la historia. Los vikingos eran saqueadores, guerreros, por lo que las muertes estaban a la orden del día y así se refleja en la ficción de History Channel. Algunos protagonistas han muerto, pero sin convertirlo en el espectáculo que es una muerte en Poniente. Hay violencia, mucha, pero no da la sensación de ser gratuita, sino de estar más bien al servicio lo que cuenta, la historia de los vikingos a través de Ragnar y sus hijos.

'Outlander', rebajando la escala

La hermana menor –lo de menor no tiene que ver con la calidad sino con la cantidad de sexo y violencia en sus capítulos– sería Outlander, que acaba de estrenar su segunda temporada en Canal + Series con el shock aún presente que supuso el brutal final de su primera tanda de episodios. La adaptación de las novelas de Diana Gabaldon siempre fue una serie un tanto diferente, difícil de catalogar o enmarcar en un género. Una mujer de mediados del siglo XX que viaja accidentalmente dos siglos atrás en el tiempo aterrizando en la Escocia de entonces, con los jacobitas preparando su rebelión y los casacas rojas de ronda por el verde paisaje escocés.

Outlander acaba de estrenar su segunda temporada en Canal + Series, con el shock aún presente que supuso el brutal final de su primera tanda de episodios

Una serie con viaje en el tiempo y un poco de historia que pronto se reveló como algo muy distinto y que fue mutando con el paso de los capítulos. Una ficción romántica que se tornó en un retrato de las obsesiones de su triángulo de protagonistas. Por un lado la dependencia física y emocional de los personajes de Claire y Jamie. La viajera en el tiempo y el joven escocés en kilt que, tras su primer encuentro sexual con su recién estrenada esposa, quedará a su merced. La dependencia es tal que son incapaces de contenerse y dan rienda suelta a su pasión en cualquier momento y lugar. Lo mismo les da una cama que esconderse tras un seto. Por no hablar de lo normal que era en la época que un marido azotase a su esposa como castigo por desobedecerle en público.

Y así transcurría la serie. Alternando los intentos de violación y palizas de Randall –el tercero en discordia– con los encuentros sexuales de Jamie y Claire marca Outlander que han convertido a la serie en todo un fenómeno. Y entonces llegó el desenlace. Ese en el que el malo malísimo, que ya había dado muestras de que tiraba más por él que por ella, se entrega por completo a su perversa imaginación y no se rinde hasta doblegar al objeto de su deseo. Sexual, se entiende, y no sin violencia, sangre y huesos rotos.

Primero le dio de latigazos y ahora, bueno, le hace un poco de todo y todo lo ve el espectador, contado en su mayoría a modo de flashback por la víctima, rota física y mentalmente. Los espectadores que no hayan leído las novelas, en shock. Y muchos preguntándose si era necesario que la tortura de Jamie se contase con tanto lujo de detalles. Es como si en su recta final Outlander se hubiese convertido en una serie completamente distinta, mucho más oscura y violenta. Claro que comparada con Juego de tronos… En su regreso parece algo más calmada en ese sentido. Aún hay que digerir lo ocurrido hace unos meses.

'The Girlfriend Experience', la recién llegada al club

Y entre el revuelo que causan estas tres series, todas con un fandom multitudinario y muy activo, se cuela The Girlfriend Experience, título de reciente estreno en Canal + Series Extra disponible en Yomvi que se basa en la película homónima de Steven Soderberg estrenada en 2009 protagonizada la actriz porno Sasha Grey. En la serie, en la que el director ejerce como productor ejecutivo, la actriz protagonista es Riley Keough, una de las chicas liberadas por Furiosa en Mad Max. Da vida a una joven estudiante de derecho especializada en patentes que, alentada por una compañera de estudios, se adentra en el mundo de la prostitución de lujo. Y claro, con un argumento así, tiene que haber sexo, mucho sexo. La acción va de clase al bufete y entre medias, restaurantes, discotecas y un sinfín de hoteles y camas.

Riley Keough da vida a una joven estudiante de derecho especializada en patentes que, alentada por una compañera de estudios, se adentra en el mundo de la prostitución de lujo

En cada capítulo, de menos de media hora de duración cada uno, se pueden contabilizar varios encuentros sexuales. En su mayoría, eso sí, como en penumbra, con una fotografía algo oscura y grisácea que se extiende por toda la serie. Dándole importancia sin que casi se note a todo ese halo de intimidad que requiere una escena así. Christine, Chelsea cuando se desmelena, no solo ofrece sexo. En su tarifa también entran conversación, compañía y desahogo emocional. Su especialidad son los hombres de mediana edad con puestos de responsabilidad y cartera abultada. The Girlfriend Experience es algo así como conocer la trastienda de la vida de Laurie, la amiga prostituta de Sam Seaborn en El ala oeste de la Casa Blanca.

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