Si quieres me pongo la cola para posar, propone Camilo Lara mientras zarandea orgulloso el apéndice de un mico. Es la misma cola que ha utilizado en la sesión de fotos de su último disco, Piñata, tomadas en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Mexico DF, rodeado de antílopes y alces. Como especie, sin embargo, Lara es un primate nocturno: por el día ejerce de presidente de EMI México y por la noche compone su propia música bajo el nombre de Instituto Mexicano del Sonido, uno de esos proyecto unipersonales con muchos amigos.
Pareces un cocinero con una grabadora: metes en la turmix todo lo que cae en tus manos, desde bases de hip hop a trompetas mariachis e incluso la voz ‘sampleada’ de Juan Rulfo. ¿También ha sido ese método para el nuevo disco?
A decir verdad, el primero tiene más de eso que éste, pero en realidad soy negado para la tecnología. Mi problema es que soy zurdo y disléxico, es decir: desde pequeño, soy bastante torpe con las tijeras. Y no digamos con las máquinas. Así que en este nuevo disco he intentado meter menos samples. O al menos, que fueran menos obvios. He tocado yo mismo muchos intrumentos, aunque luego lo he vuelto a pasar por el sampler para darle un sonido lo-fi. Además, Holger Beier [de los juguetones Le Hammond Inferno] me ayudó a darle sentido a todo el caos, ha sido como mi editor. Mientras titulas temas tuyos en plan ‘CyberMambo’, los críticos se inventan otras palabras para describir tu música como ‘mangopolitana’.
¿Alguna intención en pervertir los géneros latinos?
Algo hay, aunque soy de los que piensa que ya está todo pervertido y que no hay nadie virgen. He crecido escuchando a De La Soul y Pérez Prado; Agustín Lara y Prince me gustan igual. Lo que he querido es tropicalizar mi clase media mexicana. Aunque no quiero hacer un manifiesto de mi música…
Sobre todo, tu música parece pensada para bailar.
Como todo lo que oigo. Creo que ése es el fin último de la música. Es algo lúdico. Como la cumbia. Oyes algunos de mis temas y pueden pasar por una cumbia... aunque luego la comparas con una de verdad y te das cuenta de que es como un chucho, con una oreja más grande que la otra.
Pero te permites cierta intelectualización. La voz de Rulfo, casi gimiendo “Diles que no me maten”, no da muy buen rollo...
Jaja, esa es mi otra pasión: la literatura. Piñata está inspirado en Bolaño. Cuando lo hice solo leía cosas suyas. Y de Thomas Pynchon. Creo que ambos tienen mucho en común, esos personajes y esas historias medio dadaistas, que nunca terminan de cerrarse del todo…
Un paradoja: sacas tu propia música en un sello indie, lejos de los artistas que sueles manejar en EMI…
Hay gente que pesca y gente que juega al golf. Mi hobby es la música, algo que no es excesivametne extravagante. Yo empecé a trabajar para comprar discos y ahora sigo en una compañía discográfica para seguir comprando discos. Yo soy un tonto romántico y sigo pensando que una canción puede cambiar el mundo.
¿Y qué es lo último que has comprado?
Ayer mismo, en Marid, dos discos de las Grecas (¡me encantan!), Calamaro y La Excepción. Y estoy escuchando mucho el último de Devendra Banhart. Pero el grupo español que más me gusta ahora es Triángulo de Amor Bizarro.
Volviendo a Piñata, en el tema Hip Hop no pares utilizas una base reggaeton. En España, muchos te matarían: la prensa suele tratar de manera despectiva a este tipo de música. ¿Crees necesario dignificarla?
Creo que si ahora mismo todos los que han consumido reggaeton en algún momento cayeran fulminados, no pasaría nada. Es un estilo chungo, cutre, y no creo que valiese de mucho dignificarla. Pero me gustan sus bases, y grupos como Calle 13 también. En mi caso, lo hice para probar, me daba morbo. El hip hop nació de manera similar, siendo algo chungo.
En otro tema, ‘A todos ellos’, haces un homenaje a tus referentes, que son mil entre el cine, la musica y la literatura. ¿Quién es tu mayor influencia?
Hmmm, Lou Reed. Es una pena que no esté muerto... quiero decir: así hubiera entrado en esa canción.
Entre otros, le dedica el disco a sus 18.000 amigos de MySpace, casi nada...
Si yo tuviera 12 años estaría enganchado a MySpace. Es un reflejo de esta época, ya no tienes que soportar las borracheras en el pub con los amigos de siempre; ahora puedes quedar con gente con gustos idénticos a los tuyos.
Algo se cuece en México. Hay una ‘escena’, que va desde el sello Nuevos Ricos en DF al colectivo Nortec de Tijuana. ¿Cómo se vive desde dentro?
Después de años sin ser buenos en nada, ahora sobresalimos en cinco cosas: boxeadores, caminatas (marchadores), arte conceptual, cine y música indie. Y además de escena, hay medios. La radio, por ejemplo, es muy abierta. La prueba es que el grupo más popular en Mexico es Café Tacuba, algo paranormal.
Acabas de participar en la banda sonora de FIFA 2008. ¿Juegas habitualmente?
Uf, nada. Pero tengo amigos muy fundamentalistas.
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