madrid
El torbellino italiano de Raffaella Carrà se coló en los corazones españoles a partir de los años 70 gracias a desenfadadas y traviesas canciones discotequeras y coreografías que sacudían décadas de conservadurismo, también a su naturalidad como conductora en televisión hasta convertirse en una estrella tan de aquí como de allí.
En su país ya era conocida por sus apariciones en la pequeña pantalla y en musicales cuando decidió probar suerte en el cine en España, primero con El caballero de la rosa roja (1965) y luego con Comando al infierno (1969), pero el séptimo arte no fue donde más brilló.
La artista, que venía de de escandalizar en la televisión italiana al mismísimo Papa por su interpretación con el ombligo al aire de uno de sus más célebres temas, Tuca tuca, aterrizó en España en loor de multitudes a través de RTVE en un momento de enormes audiencias.
Su primera aparición en un programa español, ¡Señoras y señores! en 1975, le confirió suficiente popularidad como para que la ofrecieran nuevas oportunidades de seguir en contacto con la audiencia española, que la convirtió en un icono sexual justo cuando se despertaba de décadas de blanco y negro y moral ímproba.
Entre bambalinas no todo era brillo. "Recién llegada a España tras la muerte de Franco, yo empezaba en TVE. Fue un período muy difícil para mí, porque era muy complicado trabajar. La única música que sentía siempre en la radio era la de Paco de Lucía y me daba fuerza para seguir", revelaba la propia artista hace años.
Pero así llegó un primer recopilatorio en el que sus temas más emblemáticos hasta la fecha aparecían traducidos al castellano, Raffaella Carrà (1976), en el que ya figuraban cortes como En el amor todo es empezar o Rumores, versión de su famosísimo Rumore.
Su carrera como presentadora
Unido a su éxito, llegó la experiencia de su primera espacio como presentadora, La hora de Raffaella Carrà. No sería el último. En los años 90 retornó a la RTVE para el no menos icónico espacio de entrevistas y actuaciones musicales ¡Hola Raffaella!, emitido entre 1992 y 1994 con gran éxito.
Habría más: A las 8 con Raffaella, el maratón solidario Contigo, la preselección "Salvemos Eurovisión" y, en 2006, intervino en la gala de celebración de los 50 años de Televisión Española.
En el tiempo entre medias, la dimensión musical de "la Carrà" no hizo sino crecer, también en castellano, a medida que se consolidaba su popularidad a uno y otro lado del Mediterráneo. Ahí quedan cortes emblemáticos como Caliente, caliente, Fiesta o Mamá dame cien pesetas, también Hay que venir al sur, Qué dolor, 53 53 456, Adiós amigo o Felicità, tà, siempre joviales y un pelín atrevidos.
En total, en su época de pleno apogeo fueron 18 los álbumes editados en España
En total, en su época de pleno apogeo fueron 18 los álbumes editados en España, a destacar grabaciones como Male (1976), Fiesta (1977), Hay que venir al sur (1978), Canta sus grandes éxitos (1978), Canta en español (1979), Latino (1980) y Raffaella (1988).
Con ellos, logró trascender géneros musicales y convertirse en un símbolo. Como prueba, la versión de Rumore que un grupo de la Movida madrileña como Alaska y Dinarama incluyeron en el sencillo de Rey del glam que editaron en 1984 y que les sirvió para abrir muchos de sus conciertos de la época.
La música como liberación
Esa capacidad perduró con los años, como su relación de especial afinidad con el público LGTB del país. De hecho, en el World Pride celebrado en Madrid en 2017 fue elegida Icono gay mundial entre la aplauso general.
Solo unos pocos años antes presentaba en Madrid el que fue su último disco de estudio, Replay (Blanco & Negro Music, 2014), con once canciones inéditas -cuatro en inglés, cinco en italiano y dos en español- pensadas "para bailar", como toda su carrera.
"Esto no significa que quiera empezar de nuevo mi carrera de cantante, sé bien la edad que tengo y la energía", decía entonces, enfundada en una "chupa" azul bien ceñida y luciendo mitones de cuero y uñas lacadas en negro, con su icónica y perfecta melena rubia de siempre y subida a tacones de ocho centímetros (por lo menos).
Ese espíritu "de tomarse la música como liberación de tantos momentos difíciles" quedó condensado más recientemente en una película, Explota Explota, que dirigida por Nacho Álvarez reflejaba precisamente aquel despertar de los años 70 gracias a sus temas, sus ajustados monos brillantes y sus coreografías, entre sexuales y solo aptas para contorsionistas. Y así, perenne, eterna, no le digan adiós, díganle siempre: "¡Hola, Raffaella!".
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