madrid
Hay que imaginarse aquella Italia para entender lo que significó Raffaella Carrà, icono televisivo y de la canción, pero también de la liberación sexual femenina. Cuando millones de mujeres sintonizaban la radio o la televisión en 1976, ella las animaba a llevar la iniciativa en A far l'amore comincia tu, traducida al español como En el amor todo es empezar, una versión descafeinada si la comparamos con la original.
Cuando él te lleve a la cama, canta Raffaella, "hazle ver que no es un juego, hazle entender lo que quieres". La canción es toda una declaración de intenciones: la Carrà no solo es una voz singular ni una cara bonita, sino también un torbellino con mensaje. No tenía la mejor garganta de la canzone —léase Mina—, pero sí una personalidad desbordante y al tiempo cercana que caló en Italia y en medio mundo.
Ese carácter arrebatador y ese genio imantado quizás sean comparables en España, salvando las evidentes distancias, con Lola Flores, que no era la más dotada de su generación, pero sí la Lola. Sin embargo, en ella todo eran matices. Barnizada de brillantina y lentejuelas, Raffaella Carrà (Bolonia, 1943 - Roma, 2021) siempre antepuso el trabajador al empresario, como dejó claro a la revista Interviú: "Siempre voto comunista".
Era mucho más de lo que mostraba la pantalla del televisor, un medio que la encumbró aquí y allá. No obstante, cuando enseñó el ombligo en Canzonissima escandalizó al Vaticano y a la propia dirección de la RAI. En cambio, lo suyo no era un destape al uso, pues había intención. En Ma Che Sera no dudó en sentarse sobre una manzana vestida de monja y luciendo medias con liga hasta donde alcanzaba la cámara.
"Creo que Raffaella Carrà ha hecho más para liberar a las mujeres que muchas feministas", declaró en su día el artista Francesco Vezzoli a The Guardian. Así, llamó a reclamar su protagonismo en éxitos como Tanti auguri (Para hacer bien el amor), un haz el amor y no la guerra en el que felicita a quien tiene muchos amantes y, si uno te deja, anima a buscar otro más bello: "Lo importante es que lo hagas con quien quieras tú".
También le cantó a la masturbación en 53-53-456, donde telefonea infructuosamente a su amante, su dedo enrojece de tanto intentarlo y, al final, "se mueve solo sobre mi cuerpo y marca sin parar". Tampoco le gustó mucho al papa Tuca tuca, cuyo baile invita al manoseo y va al grano: "Me gustas", "te quiero", "cuando te miro, sabes lo que quiero de ti"... Desconocemos qué se le pasaría por la cabeza a Teresa de Calcuta cuando la entrevistó con un vestido de transparencias.
Pese a la apariencia festiva de las canciones, Raffaella Carrà abraza con sus letras el positivismo sexual, que entroniza el placer y la experimentación, sin entrar en cuestiones morales, pues entendía que cada uno en su cama hace lo que quiere. Así, no sorprende que en Forte, forte, forte adopte una posición sumisa o en Santo, santo (Ma che vacanza é) se sienta engañada por un marido inapetente y se pregunte: "¿Dónde está el sadismo, dónde el masoquismo, lo que me prometió?".
Más allá de su feminismo, trascendió como un icono gay después de que abordase por primera vez en la RAI la homosexualidad en Lucas, "un chico de cabellos de oro" al que vio por última vez abrazado a un desconocido. Años después, en 2017, fue nombrada reina del Orgullo en Madrid, un título que consideró un honor, aunque durante su entrega afirmó que era "increíble que a estas alturas tengamos que reclamar estos derechos".
Precisamente en nuestro país, muchos la recordarán por el programa ¡Hola Raffaella!, si bien se había estrenado en TVE con La hora de Rafaella Carrà allá por 1976. A mediados de los noventa se ausentó de las pantallas españolas, aunque en Italia siguió triunfando con Carràmba. Volvió como invitada o para presentar algún espacio puntual, hasta que en 2016 se despidió de la televisión.
En el recuerdo quedan su espontaneidad, sus canciones —Male, Rumore, Caliente, caliente—, sus bailes y sus trajes, hasta el punto de que hace tres años fueron objeto de exposición en Iconoclasti. Lo stile di Raffaella Carrà nell’opera di costumisti e stilisti. Icono del feminismo, de la comunidad homosexual, de la moda y del pop, en esta vida nada es eterno, excepto la Carrà.
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