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El universo en el que se mueve Batman es rico en personajes y el mundo de las series ha aprendido a explotarlo en los últimos años. El comisario Jim Gordon, el infante Bruce Wayne y un amplio abanico de villanos en ciernes tuvieron Gotham. Robin, el eterno sidekick del Hombre Murciélago, se emancipó y fundó su propia cuadrilla superheróica en la más que acertada Titans. Batwoman ha dado el salto recogiendo el testigo de su primo al frente de la lucha contra los enemigos de la ley y el orden. Hoy le toca el turno a Alfred Pennyworth. La diferencia entre Pennyworth y el resto de ficciones televisivas nacidas bajo la oscura sombra de Batman es que en esta no hay atisbo alguno del justiciero enmascarado. El único y absoluto protagonista de esta serie basada en los personajes de DC que en España estrena Starzplay es Alfred Pennyworth, cuyos orígenes –siempre rodeados de misterio y escasos de información– se exploran en una serie creada y producida por Bruno Heller (Gotham) compuesta de diez episodios en su primera temporada. Todos ellos, por cierto, con nombre de mujer.
Pennyworth se aleja en tiempo y forma de la imagen del eterno y fiel mayordomo de los Wayne. Es Alfie, un joven británico que ha madurado al servicio de Su Majestad como parte de las Fuerzas Especiales del Aire del Ejército Británico (SAS). Hasta que un día decide dejar a un lado la vida militar para buscarse un hueco en la civil. Alfie nada tiene que ver con Alfred y eso le sienta de maravilla. Eso y la acción que desborda, definida como “una parte muy importante” por su protagonista, Jack Bannon, en una entrevista telefónica con Público.
Ambientada en los años sesenta, en Londres, consigue combinar el thriller con la acción más trepidante, el misterio y el humor en una receta en la que cada ingrediente se añade en su justa medida. Ben Aldridge (Fleabag) señala en este sentido durante esa misma entrevista que para quienes hayan leído los cómics verla será una experiencia “excitante”, pero que saberse al dedillo la historia que en realidad es posterior a lo que ocurre en la pantalla no es algo imprescindible. “Creo que si no sabes nada de los cómics, lo que te encuentras en un brillante drama de espías con thriller”, sentencia.
Además de la impronta del género en el que se la puede enmarcar y la puesta en escena, sobre todo pesa un trabajo de desarrollo de personajes que hace que ese joven de 26 años no pueda otra cosa que caer bien. Tuvo una adolescencia complicada en medio de la jungla, cubierto de barro hasta las cejas y con un arma al hombro. Lo suyo es un trastorno de estrés postraumático de libro. No hace falta ser psiquiatra o psicólogo para verlo. Sin embargo, en lugar de convertirse en alguien hundido en la depresión más profunda que se refugia en el alcohol como hace uno de sus excompañeros de batallón y amigo, enfrenta esos recuerdos de violencia propia y ajena con socarronería y una continua necesidad de soltar adrenalina.
Salir de una guerra para meterse en otra
Con esto no se quiere decir que no esté hecho polvo, solo que sabe cómo disimularlo. Y eso es gracias a la actuación de Bannon, más que convincente en el papel haciendo que cualquiera que llegue a Pennyworth con una idea preconcebida deba olvidarse de lo que imaginaba que sería para dejarse arrastrar a una serie adictiva. Lo que plantea es la historia de un tipo que, como explica quien le da vida, “intenta escapar de la violencia y la oscuridad de la guerra” creyendo que en la vida civil encontrará lo que está buscando. Sin embargo, lo que halla “es probablemente peor” al verse envuelto en un enfrentamiento entre sociedades secretas en la que no le queda más remedio que tomar partido.
Huye de la violencia -dice en algún momento que no le gusta- o, al menos, lo intenta. Porque al final acaba volviendo a ella empujado por las circunstancias. Después de todo ha sido entrenado para ello. Como explica Bannon, “Alfred funda una compañía de seguridad porque es lo que sabe hacer, porque está programado para hacer eso, ha sido formado en eso desde los 16 a los 26, durante 10 años… Definitivamente, sale de una guerra para meterse en otra”.
Sabemos, porque lo hemos leído en los cómics y/o visto en la pantalla, que Alfred acabará sus días al servicio de un héroe enmascarado y, como el que será su protegido, tampoco tiene poderes. Porque, dice Bannon, “esta serie no está interesada en los superpoderes o los superhéroes, habla más de los hombres del día a día que hay detrás. Nada de superhumanos, solo humanos”. Siendo un personaje salido de las viñetas hay ciertos guiños a la historia -como el empeño del padre de Alfie, mayordomo de profesión, en que su hijo siga sus pasos- y unos villanos que rozan la caricatura pero a los que su excentricidad convierte en buenos antagonistas. Interpretados por Paloma Faith y Jason Flemyng, son de los que no dejan indiferente a nadie.
En el equipo de Pennyworth están, como miembros destacados, los futuros padres de Bruce, Thomas Wayne (Ben Aldridge) y la todavía Martha Kane (Emma Paetz). Ambos ejercen como espías estadounidenses venidos de la oscura Gotham y son los culpables de que Alfie se vea envuelto en todo ese lío de sociedades secretas, intereses políticos ocultos y un intento por derrocar a la Reina de Inglaterra que como británico de pro intenta evitar mientras hace equilibrios con su vida amorosa. Porque este Alfred derrocha atractivo y magnetismo y sus parejas y conquistas románticas son parte importante de la trama ayudando a construir su biografía y personalidad.
Sin presión por las comparaciones
Tratándose de un personaje tan conocido como este, que ha sido llevado a la pantalla en tantas ocasiones, las comparaciones van a existir. No es algo que preocupe a Bannon, consciente de que “es inevitable que comparen con el cómic, con otras series, con otras películas…, pero no siento necesariamente esta presión porque es bastante diferente”. Cierto, su Alfred no tiene nada que ver con el conocido por lectores y espectadores. Alan Napier, Sean Pertwee, Michael Gough, Michael Caine y Jeremy Iron son solo algunos de los más sonados y notables Alfred del cine y la televisión. De todos sus predecesores en el cargo, él se queda, sin dudarlo, con el que interpretó Michael Caine en la trilogía de El Caballero Oscuro de Christopher Nolan.
Con ellos comparte el nombre y poco más. El de Pennyworth es una versión más joven, más desenfadada en todos los sentidos y mucho menos encorsetada en el papel de mayordomo británico que rebosa sabiduría y templanza. Después de todo Alfie fue joven en los sesenta y estos años, como demuestra esa primera escena con la que arranca el piloto al ritmo de Paint It Black de The Rollings Stone “son un periodo musical muy cool”. Un aspecto, el de la música, al que Bannon explica que el director Danny Cannon “da mucha importancia”. De ahí que la serie regale algunas escenas realmente potentes en ese sentido. Algo que han sabido usar a su favor antes que ella otras adaptaciones comiqueras como The Boys y The Umbrella Academy.
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