barcelona
La música en directo se multiplica entre mayo y septiembre. Las buenas temperaturas permiten agradables conciertos al aire libre, ya sea en festivales, fiestas mayores, evento privados y verbenas variadas. De ahí que el verano sea el pico de trabajo más intenso de la mayoría de las personas que se dedican a ella, generando así el grueso de los ingresos económicos que luego cuadrarán las cuentas del año. Ahora bien, esto no quiere decir que todos puedan vivir de la música. Ni hacen su agosto. Al contrario.
Miguel Moreno, guitarrista flamenco, ha estrenado disco hace seis meses y hace todos los bolos que le salen. "Ahora bien, yo tengo mi trabajo de comercial, durante la semana. Y aparte, intento sacar un dinero de mi actividad musical, un extra, que siempre va bien". ¿Pero vivir en exclusiva de los conciertos? "Es muy complicado. Si todos los meses fueran julio -cuando tienes más hoteles y más terrazas en marcha- sí podría vivir de la música", explica, apuntando el alto grado de estacionalización (estival) del sector. "Pero el verano no da para cubrir todo el año".
Bolos en bares por 30 o 40 euros
Además, Moreno apunta a la mala calidad de la contratación. "Muchos músicos están haciendo bolos en bares a precio regalado, por 30 o 40 euros. Y si vas solo todavía, pero como seáis cuatro o cinco músicos en la banda y te tengas que repartir el dinero, justo te llega para pagar las birras". De hecho, una de las principales reivindicaciones del sector es la dignificación de las condiciones laborales. Y eso pasa por salarizar el trabajo hecho. Que no sea, una afición, sino un oficio. "Pero está claro qué si te tiras de diciembre a marzo con sólo dos o tres bolos, pues las facturas llegan igual y el alquiler del piso no se paga solo".
Una de las principales reivindicaciones del sector es la dignificación de las condiciones laborales
Otro músico que combina los escenarios con los despachos es Zoel Farràs, cantante del popular grupo de versiones Albercocs. "En general, tenemos otro trabajo que nos da la mayoría de ingresos. Porque para poder vivir, tienes que hacer muchos, muchos conciertos". Y tampoco es la filosofía ni la dinámica con la que nacieron, explica. "Queríamos ser más una vía de ocio que no una empresa e incluso nos han salido demasiado conciertos, hemos tenido que frenarnos para tener días para hacer la nuestra".
Viernes: mañana en el despacho, por la noche en el escenario
Zoel Farràs explica las dificultades para conciliar música y vida de una manera muy gráfica: "Cuando el viernes por la mañana entras a trabajar muy temprano, porque todavía es un día laboral, pero tienes un concierto a la una de la madrugada ... Uff". A lo que más les ha costado acostumbrarse es precisamente en los horarios complicados. "Llega el fin de semana y se te giran los horarios y tienes que adaptar el cuerpo a irte a dormir a las tantas". Como los otros grupos, Albercocs tiene un verano lleno de fiestas mayores. Igualada y los barrios de Barcelona de Gràcia y Sants son algunos de los escenarios de su agosto.
Otro músico que también combinaba un trabajo convencional con los fines de semana en los escenarios es Jordi Secall, ahora inactivo, exvocalista de la banda de hardcore catalán Revolta 21. Secall explica que no solo nunca ha podido vivir de la música, sino que prácticamente no ganaban nada individualmente. "Siempre quisimos grabar los discos con muy buena calidad técnica, con buenos estudios ... Y por eso teníamos que ahorrar el dinero de los conciertos". Hay que añadir el alquiler de la furgoneta, pagar el técnico de sonido, etc. Tanto es así que Secall recuerda que a pesar de haber tenido un cachet de cerca de 2.500 euros por actuación, "no llegaban nunca nada al bolsillo".
El riesgo de dejar un trabajo estable
El exvocalista de esta banda de rock combativo del Penedès (Barcelona) compaginó el trabajo como comercial de máquinas junto con la vocación musical, aparte de los estudios de periodismo. Y a pesar de que en un momento dado algunos miembros de Revolta 21 plantearon la posibilidad de intentar vivir de la música, acabaron renunciando a ella. "Suponía dejar trabajos estables y los estudios que algunos estábamos haciendo". Además, en su época de principios de los 2000 se llevaba el garage (en referencia a las bandas nacidas en los garajes de coches de casas particular, en EEUU). "A todo el mundo le gustaría, pero tampoco te pones para ser profesional", concluye Secall.
La cantautora de estilo fusión Mabel Flores podría ser un caso híbrido. "La verdad es que yo nunca he 'vivido' de la música hasta hace unos pocos meses, que decidí apostar profesionalmente por esta opción porque la cosa parecía que iba bien. Así pues, dejé el trabajo que tenía de educadora social y empecé a dedicarme 100% a mi proyecto. La industria musical pone muchas trabas y sacar la cabeza es difícil si no tienes a alguien detrás. Y esto vale dinero". De hecho, cree que el arte -aparte de necesario-, es caro. "Tanto costear hacerte los estudios cómo conseguir el material para poderte dedicar, hay una buena inversión para poner en marcha fuerte", asegura.
El verano, buen momento "para hacer caja"
En cuanto al verano, Mabel Flores tiene muchos conciertos, pero con un equilibrio con el resto del año. "Tengo la suerte de dedicar el verano a hacer fiestas mayores y festivales, otoño e invierno los aprovecho para salir de Catalunya y hacer salas más pequeñas y bares que me ayudan a darme a conocer fuera, y la primavera a organizar toda la temporada y a trabajar en el nuevo directo o en las nuevas canciones". Sin embargo -añade-, los bolos de verano suelen estar mejor pagados. "Así que es verdad que es un buen momento para hacer caja y pasar el invierno sin que sea un drama económico".
También el cantautor Jordi Montañez se dedicó al 100% a la música durante una temporada. "Pero antes sobrevivía. Lo tenía que hacer aceptando todos los conciertos, a pesar de que fuera en malas condiciones, y combinándolo con otros trabajos precarios", reconoce el músico de Horta (Barcelona). Ahora, en cambio, trabaja de maestro en una escuela de Primaria, con los ingresos garantizados y a la vez la tranquilidad económica y anímica para centrarse en la tarea musical. Su último trabajo es Minsk · Praga · Budapest.
"Los músicos somos trabajadores igualmente"
Montañez, muy crítico con la industria musical, creó en 2017 el Sindicat de Músics (vinculado a la central COS), a pesar de que ahora permanece inactivo. "Queríamos darle un enfoque de clase, porque los músicos somos trabajadores igualmente", razona. Sin embargo, "nos obligan a ser autoempresarios, a que nos hacemos autónomos, cuando el 90% de los músicos no tenemos un nivel de facturación para que salga a cuenta". Por ello, desde el Sindicat de Músics (COS) pidieron ser contratados y dados de alta durante el día de la actuación. Tanto este colectivo como el Sindicato de Músicos Activistas de Catalunya (SMAC!), nacidos en paralelo, unieron fuerzas en 2017 para abril el melón del debate y elaborar un manual de buenas prácticas en la contratación musical desde las administraciones públicas. Este manual fue recogido y aprobado por diferentes ayuntamientos catalanes, entre los que hay Barcelona, Terrassa i Lleida.
El manual se centra en "velar por la dignificación de la profesión y de los profesionales del sector musical". Algunas de las principales reivindicaciones son el derecho a la Seguridad Social, pensiones y convenios colectivos, que redunden en general en salarios y condiciones dignas. En Madrid también existe una entidad similar, llamada Coordinadora Sector Musical y perteneciente sindicalmente a la CNT Madrid.
Mabel Flores también cree que hay mucho margen a mejorar, en la contratación pública: "Hay mucha burocracia de por medio y tienes que enviar 1.000 documentos. Creo que lo deberían poner más fácil, además de responsabilizarse de las altas en la Seguridad Social de los músicos; ya que, al fin y al cabo, son ellos quienes nos contratan".
Además, la venta de discos ya no es prácticamente una fuente de ingresos para la mayoría de grupos. El proceso viene de atrás: ya hace 15 años que arrancó la transición del disco, en el que las ventas se hundían a medida que la digitalización e Internet progresaba. Hoy en día sirven, explican las fuentes consultadas, como palanca para salir de gira y hacer conciertos.
La venta de discos ya no es prácticamente una fuente de ingresos para la mayoría de grupos
Mabel Flores plantea una experiencia diferente: hacer venta autogestionada en los conciertos, y no en tiendas. "Sin discográfica, sin estar presente en tiendas de discos y teniendo como punto de venta exclusivo los conciertos que hago, ha sido todo un éxito". Lleva un millar de ejemplares vendidos desde abril de 2018.
Flores explica parte del secreto: "Existe una dinámica curiosa: en los grandes conciertos, donde hay mucha gente, se acostumbra a vender mucho menos que en conciertos íntimos. Supongo que el público conecta mejor contigo en pequeño formato y se anima más a llevarse un disco. En cambio, cuando estás en un festival o una fiesta mayor, con el objetivo de pasarlo bien y llegar tarde a casa, tener un disco encima toda la noche es un palo".
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