Debe ser por su método inocente, por lo que Javier Gomá (Bilbao, 1965) filosofa sin el lastre lúcido de la tradición del pensamiento. Sin esa pesada carga que evita dar soluciones. Gomá, por el planteamiento del ensayo Ejemplaridad pública (Taurus), confirma que es un pensador con
aspiraciones populares, que pretende que la filosofía sirva para dar respuestas a la sociedad con problemas, y no dedicarse solamente a generar mil y una brillantes preguntas. Así que el Premio Nacional de ensayo de 2004 cuenta ahora que la libertad ya no es suficiente, que la libertad en extremo provoca hastío y que produce monstruos.
Ejemplaridad pública analiza los problemas de una sociedad consumada en el ideal de la sociedad no represora, en un momento en el que el principio de autoridad con poder ilimitado prácticamente ha desaparecido. El proceso de liberación subjetiva es un proceso conquistado, según el filósofo, hace más de 50 años y a pesar de ello todavía perseguimos algo que los movimientos contraculturales de los sesenta ya superaron.
Gomá cree que la insistencia en la liberación subjetiva genera a la civilización nuevos problemas cívicos. 'Vivimos todavía en una cultura en la que el lenguaje de la liberación es dominante y eso genera problemas distintos. La gente es libre sin haberlo conquistado y sin tener instrucciones de un uso cívico de su libertad. Son libres antes de haber aprendido a serlo'. Pero aclara que no quiere parecer un conservador, y apunta que la autoridad antigua está 'merecidamente derribada'. Se refiere a la autoridad inmanente a una minoría que ocupaba posiciones de poder dentro de una
sociedad jerárquica.
Ante una civilización nueva
Es decir, que somos más libres que antes pero que eso no tiene nada que ver con una emancipación moral, que es la conducta que determina 'el uso cívico o virtud republicana de esa libertad'. La libertad se nos ha ido de las manos, y necesitamos nuevos instrumentos de socialización. Es un momento muy difícil. 'Sí, pero fascinante. ¡Yo no lo cambiaría por ninguna otra época!', suelta emocionado Gomá, al que le gusta identificarnos como los nuevos Homeros, testigos del nacimiento de un proyecto cívico sin precedentes: '¿Es sostenible una civilización igualitaria y secularizada? ¡Esto nunca ha existido! Es la única civilización que ha ejercido sobre ella misma una autocrítica brutal y radical. Hemos tomado conciencia de que esto depende de nosotros, no del destino. Si damos un uso cívico a nuestra libertad esta civilización será posible', explica.
Antes tendremos que arreglar los desperfectos a los que hemos llegado. Antes, arreglar los problemas con la autoridad. Javier Gomá apunta que los padres de hoy, como los profesores, son herederos de un lenguaje de la liberación y eso les está causando muchos disgustos con su autoridad. 'Ellos rechazan el principio de la autoridad coactiva. Son padres liberados, lo cual no suele ser bueno para transmitir una conciencia cívica del ejercicio de la libertad. Y, además, muchas veces la liberación sólo ha conducido al consumo. Ni la liberación absoluta ni la liberación entregada al consumo es el mejor instrumento para dirigir al hijo a una sociabilización cívica y virtuosa', avanza en sus teorías.
Si antiguamente la paternidad se heredaba y de esta manera se limitaba la libertad del hijo, ahora no, ahora, cuenta el filósofo en su despacho como director de la Fundación Juan March, 'el hecho biológico no es suficiente'. Porque la paternidad ha dejado de ser un asunto biológico para ser un hecho ético: 'El padre debe merecer la paternidad y adquirir sobre su hijo una autoridad persuasiva ganada con su propio ejemplo. Ahora el padre debe ganarse la categoría… eso es un problema', porque ya no nos vale ni la autoridad tradicionalista ni la liberación entregada al consumo para alcanzar un uso cívico de nuestra libertad.
Y de ahí a las aulas, un paso. ¿La escuela puede ayudar a fomentar esa conducta republicana? 'Cuando se plantean los problemas de la escuela, no se ve que el problema es de mentalidad', apunta Gomá, para quien la solución a las dificultades educativas no es educativa, porque 'es un problema de mentalidad cívica'. Propone la convivencia cívica, basada en la persuasión y no en la coacción.
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