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Actualizado:Más mujeres artistas, pero sobre todo una Colección pensada desde un punto de vista feminista. La reordenación y la ampliación de las obras que se exhiben en el Museo Reina Sofía, además de sumar, inciden en la perspectiva de género, explica Rosario Peiró, jefa del departamento de Colecciones del MNCARS: "El feminismo no se trata solo de cuotas, sino que tiene que interrogar a la historia del arte".
Así, las artistas están repartidas por las salas, "en diálogo con sus homólogos masculinos", aunque la paridad se ha plasmado más en el arte contemporáneo que en el clásico o moderno. "No obstante, también hemos hecho unas catas o microhistorias que ayudan a ampliar la visión sobre el feminismo y sobre el trabajo de la mujer artista", añade Peiró, quien deja claro que lo importante no es el número, sino el planteamiento y la integración.
"En algunas salas está todo mezclado, porque el arte no se puede entender hoy en día sin el feminismo", deja claro la jefa de Colecciones, cuya apuesta pasa por un nuevo discurso en el que quepan todos y todas. Es inevitable, sin embargo, que haya ausencias, si bien las compras de obra van en la dirección de rellenar los vacíos: "Todas las mujeres que no están deben estar".
En la sala Sátira, cíborgs y biología, por ejemplo, todas son mujeres, aunque Peiró insiste en que lo importante no es la presencia eminentemente femenina, sino el discurso de las autoras. Influenciadas por las teorías de Donna Haraway o Judith Butler, una nueva generación de artistas se plantean en los ochenta la identidad como una construcción social y abordan sus obras desde la subversión feminista.
"Surge una teoría que rompe un poco con el esencialismo feminista de los setenta, basado en la biología y en la diferenciación de los sexos. Aquí se plantea otra forma de entender el feminismo y se habla del género como algo performativo y teatral. Son mujeres que usan el humor y lo grotesco para desestructurar los espacios de género precedentes", reflexiona Rosario Peiró mientras observa la obra de Victoria Gil.
También está Maruja Mallo, quien a su juicio debe ser recuperada internacionalmente, con sus "dibujos pseudoespaciales" y Jo Spence, quien "aborda su cáncer de pecho a través de la teatralización y la utilización de su propio cuerpo con el objetivo de romper los cánones". Las acompañan Marcia Schvartz, Ulrike Ottinger y Liliana Maresca, cuyas esculturas remiten a la liberación sexual femenina.
"Hemos intentado trabajar de una manera no vertical, más colectiva y colaborando con personas de dentro y de fuera del museo", asegura la jefa del departamento de Colecciones del Reina Sofía, que da voz al 15M y al 8M en la sala La Plaza. La potencia de lo colectivo, donde se expone el Contenedor de feminismos de Anxela Caramés, Carme Nogueira y Uqui Permui, que homenajea a los movimientos reivindicativos.
En la sala Mujeres en vanguardia, donde destaca Ángeles Santos y su cuadro Tertulia, está presente el alma de la Residencia de Señoritas o del Lyceum Club. "Hemos creado un discurso a su alrededor: qué es la mujer moderna, cómo trabaja durante la República y cuál es su campo de profesionalización, diferente al masculino. Por ello recuperamos ilustraciones y trabajos para niños, un nicho donde podían desarrollar una vida profesional con más facilidad que en otros campos más específicamente masculinos", explica Peiró.
Géneros que, desde el punto de vista de la historia del arte tradicional, podrían considerarse menores, pero a los que el Reina Sofía concede la misma importancia. Así, nos encontramos con ilustraciones de Delhy Tejero, Pitti Bartolozzi o Rosario de Velasco. "Esto es historia del arte feminista y va más allá de la representación simple y pura del género", argumenta la jefa del departamento de Colecciones.
Eulàlia Grau, Mari Chordá, Ana Peters, Ángela García Codoñer, Isabel Oliver y Ana Peters protagonizan la sala Artistas mujeres y tardofranquismo, donde se recuperan sus figuras y sus voces feministas y antifranquistas. "El Equipo Crónica tenía un lugar preponderante y ahora se ha decidido primar a este grupo de mujeres, aunque eso no significa que uno excluya al otro", advierte Peiró.
Presencia destacada también para los Retratos saharauis de Victoria Gil, quien valora el liderazgo de las mujeres en su comunidad, su trabajo en los campos educativo y sanitario, así como su papel en la lucha por los derechos de su pueblo. "Hemos intentado mostrar las obras de una manera y con un discurso diferentes", concluye Peiró. Y, entre otras piezas guardadas en los depósitos del museo, vuelve la Araña de Louise Bourgeois.
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