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Mi vida sin mi (marca)

Tom Ford y Hedi Slimane, ex gurús de Gucci y Dior, emprenden caminos en solitario con nuevas propuestas estéticas

MARTA RIEZU

La cosa empieza así: marca de ropa levemente aletargada ficha a diseñador con carisma e ideas. Al poco, marca de ropa resurge gracias a las cualidades anteriormente expuestas. Tercer estadio: las exigencias del diseñador crecen en progresión geométrica a su notoriedad. Última etapa: marca –que ya ha aprendido por dónde deben ir los tiros– se deshace del creador.  

Verbigracia: Tom Ford y Hedi Slimane. El primero hizo de la estética explícita y sexual un estilo de vida. El otro propagó –que no inventó– la silueta slim. Ford se fue de Gucci y Slimane, de Dior. En ambos casos, sin más asperezas que las lógicas. Había precedentes cercanos (Jil Sander o Helmut Lang huyeron de sus propias marcas), así que el susto fue menos susto.


Los dos han hecho mucho daño a la generación que rodea los 25 años. Hedi, más; para entrar en el mundo Ford, era necesario al menos ser solar, bromista, rico y genital. Pero ah, Hedi. Esos ejércitos de mirada doliente, trasero poco favorecido, cazadoras gastadas de hombros estrechos y mangas dos dedos más cortas de lo normal –la manga Wes Anderson–, foulard estrecho de algodón y chucks sucias.


Tom y Hedi. Los dos andan sueltos por la calle y tienen ideas igual de peregrinas que antes. Lo último de Ford fue su entrevista de la serie Iconoclasts para el canal Film&Arts. La charla era con Jeff Koons, compatriota con similar olfato para los negocios.


Campaña en tres fotos


En moda, Ford sigue vendiendo gafas como churros, tiene radiantes planes de expansión para su colección masculina de ropa y su línea de belleza acaba de lanzar el perfume Tom Ford for Men. La campaña de la fragancia consta de tres imágenes cortesía de la hiperrealista Marylin Minter en alianza con el superserdo (que diría Gilbert Shelton) de Terry Richardson.


Primera foto: el sujeto A, Tom Ford, de camisa con chorrera, mira a cámara con aire miope. De la izquierda surge una mano de sujeto B, mujer con manicura roja que le acaricia el pecho. Segunda foto: la sujeto B oprime el envase del perfume contra su delantera, recién salida de Nip/Tuck. Tercera y última foto: el envase es guardado entre los muslos por la sujeto B.

¿Qué pensar de esta campaña? No es seguro que Ford la concibiese con mirada post-moderna irónica. Aparentemente, quiere resultar guarro y punto. En ese sentido, es hasta original. Una última observación sobre las andanzas de Tom Ford: un crítico de moda de The New York Times comentó, como el que no quiere la cosa, que Tuscan Leather –su primer perfume– olía a cocaína.


Mientras, Slimane anda en cosas más naïf. Se va a Benicassim, persigue mariposas, le fotografía el moño a Amy Winehouse, bebe unas birras y hace amigos que le invitan a sus pisos londinenses del barrio de Brixton.

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