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María Ripoll: "En Occidente somos mezquinos en sentimientos"

BEGOÑA PIÑA

'En Occidente, a veces somos mezquinos en sentimientos', dice la directora María Ripoll, que ha presentado su nuevo largometraje, Rastros de sándalo, en la 59 Seminci de Valladolid, en Sección Oficial fuera de competición. Adaptación de la novela de Asha Miró y Anna Soler-Pont, con guion escrito por esta última (que es también productora), se trata de un proyecto muy especial, rodado en Barcelona y Mumbai, y que le ha permitido a esta cineasta descubrir una cultura que desconocía y 'que es completamente diferente a la nuestra'.

Un equipo técnico solo de profesionales mujeres está detrás de esta película, donde se cuenta una historia también de dos mujeres, dos hermanas que se reencuentran, después de haber sido separadas en su infancia, en mundos desconocidos y lejanos. Nandita Das y Aina Clotet son las actrices protagonistas de este drama sobre la identidad, en el que se apuesta por el intercambio y la mezcla cultural y se reflexiona sobre la pérdida, la familia, el dolor y el amor. Sentimientos universales que interesaban especialmente a la directora. 'Esos sentimientos se viven igual en todo el mundo'.

Rastros de sándalo habla de muchas cosas, pero usted dice que lo que más le interesó fue esa universalidad de los sentimientos ¿por qué?

Sí, eso es lo que más me atrajo de la película, que podía hablar de sentimientos universales. En realidad, es que eso es lo que más me atrae del arte cinematográfico. El amor, el dolor, la pérdida, la pena, la alegría... son sentimientos universales que se viven igual en todo el mundo. Una vez me hicieron una retrospectiva en Pekín y pensé que no iban a entender mis películas porque éramos muy distintos de los chinos y fue al revés. Hablamos en el mismo idioma cuando hablamos de sentimientos profundos.

Además de eso, ¿qué otros ganchos tenía este proyecto?

Era muy atractivo para mí el que a través de una película pudiera descubrir otra cultura que para mí era completamente desconocida, la cultura de India. Eso también me atrapó. Además, ésta es una producción de financiación privada y eso me parece muy valiente. Me gusta hacer esta clase de proyectos.

De todo lo descubierto en India ¿qué ha tenido más valor para usted?

India es un país con mucha miseria, la gente no tiene mucho de lo que tenemos aquí, pero es asombroso cómo te aguantan la mirada y cuánta riqueza interior tienen. En ese sentido es un país muchísimo más rico que el nuestro, porque nosotros no apreciamos las cosas más importantes. En Occidente a veces somos mezquinos en sentimientos. Nos escondemos las cosas, no nos decimos la verdad y no nos aguantamos la mirada.

Rastros de sándalo es una película que habla de la identidad. Ahora que la cuestión de la ‘identidad catalana' está de plena actualidad y después de haber hecho este trabajo, ¿tiene alguna reflexión sobre el tema?

 Sí. Yo me siento ciudadana del mundo y espero que Cataluña pueda tener una historia universal y no se encierre en sí misma. Creo que tiene que haber una apertura de mente en las dos partes implicadas en este proceso.

El equipo técnico de la película estaba formado solo por mujeres, una circunstancia absolutamente inusual en el cine español...

Era un equipo de mujeres porque las mujeres somos muy capaces. Esto, en realidad, fue una cosa de la productora, pero fue algo que yo apoyé totalmente. Me entiendo mejor generalmente con mujeres, aunque no es una regla, claro. Ahora voy a rodar mi séptimo largometraje y el equipo no será solo de mujeres.

Además, es una historia de dos mujeres, lo que también es bastante raro, ¿hay pocos personajes femeninos interesantes en el cine español?

Sí y es una pena. Es una pena que el cine se guíe por el gusto masculino, cuando la mayoría del público son mujeres. Interesarían más las historias de mujeres, que no tienen por qué ser unos dramones insoportables...

Elegir a Aina Clotet para que interprete a una mujer india ha sido una decisión muy arriesgada, ¿cómo la defiende?

Aina Clotet tiene mucho de catalana, pero yo estoy muy contenta de haber tenido la idea de elegirla, porque, superados los rasgos físicos, ella es una actriz que trabaja con la verdad. En Valladolid su interpretación ha recibido aplausos. Eso y el Premio del Público en Montreal me reafirman en lo acertado de esa decisión. He hecho la película porque quiero que la gente vaya al cine y se emocione. Me gustaría que nos dejáramos tocar más por las historias y por las emociones, porque me parece que ‘sentimos' muy poco.

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