'Nunca, nunca, nunca jamás, experimentará otra vez esta maravillosa tierra la opresión del hombre por el hombre. El sol jamás se pondrá para tan glorioso logro humano. Que reine la libertad'. Son las legendarias palabras que pronunció Nelson Mandela en la ceremonia de su toma de posesión el 10 de mayo de 1994. Con ellas, el líder sudafricano cerraba los negrísimos decenios del racismo feroz y la violencia brutal, de injusticia y tiranía, que había sufrido su pueblo. Y, justamente, ese momento, el de su llegada a la presidencia de la República de Sudáfrica es el que pone punto final a la película Mandela: del mito al hombre, biografía que recorre casi toda su vida y que ha costado dieciséis años a su productor Anant Singh.
Dirigida por Justin Chadwick (Las hermanas Bolena), con guion de William Nicholson (Tierras de penumbra) sobre la autobiografía Un largo camino hacia la libertad, y protagonizada por un espléndido Idris Elba, la película recupera la inmensa figura de este luchador por la paz cuando ha pasado poco más de un mes desde su muerte -el 5 de diciembre en su casa de Johannesburgo-. Considerado ya como el ‘filme oficial' sobre el expresidente de Sudáfrica, es un retrato que peca, sin embargo, de cierta insignificancia. En su esfuerzo por no ser demasiado adulador -de una figura que, por cierto, merece todos los elogios posibles- se ha quedado corto, insuficiente, al lado de la estatura de gigante de este hombre.
En ese recorrido de 75 años, el equipo de la película apuesta por la vertiente más íntima del personajeMandela: del mito al hombre cuenta la historia de Nelson Mandela desde su infancia hasta que se convirtió en el primer presidente de la República de Sudáfrica elegido por sufragio universal y de todo lo que perdió en ese camino. En ese recorrido de 75 años, el equipo de la película apuesta por la vertiente más íntima del personaje, frente a la política (de ahí el título). No es posible, naturalmente, obviar por completo esa segunda faceta y ahí es donde tropieza constantemente esta historia, que simplifica demasiado dejando desdibujados algunos personajes, algunas relaciones y algunos momentos esenciales de esa lucha por la libertad. La evolución de Nelson Mandela desde la violencia utilizada en su periodo de clandestinidad a la negación de ésta y la ruptura con el amor de su vida, Winnie Madikizela-Mandela (Naomie Harris), justamente por esas diferencias ideológicas, quedan especialmente afectadas por ese exceso de síntesis.
No hay nada nuevo que conocer de Nelson Mandela en esta película. Chadwick comienza presentando un personaje tal vez demasiado confiado en sí mismo, que engañaba a su primera mujer y que no se ocupó lo suficiente de su primer hijo. Ello es resultado de ese empeño por no firmar una película sin matices. A partir de aquí, lo que se ve en el resto del filme -casi dos horas y media de metraje- es el avance hacia la libertad de Mandela en un camino prácticamente monocromo.
La jugada más certera ha sido la de elegir a Idris Elba para el papel principalEn ese casi imposible intento de alcanzar a un coloso semejante, la jugada más certera ha sido la de elegir a Idris Elba para el papel principal. El actor londinense, conocido por la interpretación de Stringer Bell en The Wire, hace un gran trabajo con el acento, pero donde se muestra realmente sobresaliente es en la comprensión emocional del personaje y en el poderío que transmite. Candidato, aunque finalmente no vencedor, al Globo de Oro al Mejor Actor de Drama por este trabajo, Elba ha asegurado que, aunque no volviese a trabajar, después de haber hecho esta película ya no le importaría.
'Lo más duro fue trabajar frente a personas que tenían una perspectiva real del apartheid', dijo en una entrevista poco antes del estreno de la película en Londres, que coincidió con la muerte de Nelson Mandela. 'Honestamente, pensé que no estaba suficientemente cualificado para interpretar a Mandela. Yo había tenido hasta ahora una buena carrera, pero nunca nada como esto'.
En Mandela: del mito al hombre destacan también los momentos en que el director ha decidido incluir imágenes de archivo. Son las escenas que más auténticamente emocionan de la película, porque con ellas el espectador vuelve a la realidad y toma de nuevo conciencia de que está viendo la aventura de un hombre real que luchó la vida entera por la libertad. Una gloriosa peripecia que ha llegado, una vez más al cine, gracias a Anant Singh, su productor. Descendiente de tercera generación de indios nacidos en Sudáfrica y considerado ciudadano ‘no blanco' por el gobierno del apartheid, él mismo formó parte de la lucha por la liberación. Comenzó su carrera como productor en los años más duros de esta historia de segregación y, de hecho, su firma está en las primeras películas en contra de aquel régimen sudafricano. Películas que entonces él no podía ver en los cines reservados para blancos. Mandela le cedió los derechos de su autobiografía y él ha empeñado dieciséis años para culminar la película. Su pasado luchador y ese ahínco con el que acometió este proyecto merecen ya un gran aplauso para su película.
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