MADRID
Actualizado:Kyle MacLachlan es una de esas estrellas del cine y la televisión que desprende magnetismo y carisma. El mítico agente Cooper de Twin Peaks y actor fetiche de David Lynch ha estado en Madrid para hablar de la serie, de su regreso, de su significado y de su relación con un director con un imaginario propio que no deja a nadie indiferente. En un encuentro con los medios organizado por Movistar+, MacLachlan reconoció que él tampoco entiende del todo, solo una parte, de lo que se ve semana tras semana en la pantalla.
Twin Peaks es una de esas series de culto con un marcado estilo, con unos personajes icónicos que son parte de la historia de la televisión y un universo onírico y/o surrealista en el que es fácil perderse. La clave está en no resistirse y dejarse arrastrar a él sin condiciones. Hay que ser fan de Lynch y de sus rarezas visuales y narrativas para disfrutarla. Y, sobre todo, no pretender entenderlo todo. Eso es imposible. Ni siquiera alguien versado en la obra del director de Terciopelo azul como Kyle MacLachlan lo ha conseguido después de décadas de trabajo conjunto.
Preguntado directamente por si él entiende la serie, su respuesta comienza con un medio en broma medio en serio “no tengo ni idea de lo que estamos haciendo” para continuar explicando que esto, la nueva Twin Peaks, “es el David Lynch clásico, con un par de capas a distintos niveles. Por un lado está la historia lineal y, por otro, la visceral y emocional para conseguir impacto y sacudirte de formas que no esperas. En la parte inconsciente es donde se encuentra la alquimia de David Lynch. Entiendo una parte pequeña del viaje, pero otras cosas realmente no quiero entenderlas, quiero experimentarlas, están ahí, todo está ahí, todo lo que ves, lo que oyes, lo que experimentas y quiero disfrutar el viaje”.
Una de las críticas más recurrentes que ha recibido Twin Peaks en su regreso tiene que ver precisamente con eso, con la falta de comprensión, con el no saber hacia dónde va, de qué trata o qué está contando. Parte del porqué reside en el hecho de que fuese concebida como una película de 18 horas de duración más que como una ficción televisiva compuesta de 18 capítulos. El consejo que da MacLachlan en este sentido es “verla como parte de un todo”. Los dos primeros capítulos serían la equivalencia a diez minutos de una película de duración estándar en los que el director aún está presentando a los personajes.
La falta de comprensión y de explicaciones es algo que da mucho juego a la hora de ver y diseccionar Twin Peaks y algo que disfrutan especialmente los fans de Lynch. La redes sociales se han convertido en el mejor vehículo de comunicación en este sentido. Antes se trataba solo de adivinar quién mató a Laura Palmer. “Ahora la gente intenta averiguar dónde irá la serie, qué está pasando y creo que es divertido. Es una especie de ejercicio porque no tienes ni idea de por dónde irá, es pura teoría. Si piensas que irá a un determinado sitio, ¿cómo lo va a hacer?”, se pregunta MacLachlan.
Desde luego, el actor, que ha crecido profesionalmente al lado de Lynch (su debut en el cine fue junto a el en Dune), disfruta como pocos de las escenas más surrealistas y oníricas de Twin Peaks. Por un lado, porque reconoce que le gusta el tener que hacer el esfuerzo de imaginarse qué va a ser todo eso y luego comprobar que el director siempre le sorprende con algo que a él no se le había pasado por la cabeza. Por otro, porque incluso en las historias más lineales y realistas siempre hay ciertos toques de surrealismo o respuestas que nunca imaginarías entre personajes.
El reto de interpretar varias versiones de Cooper
Uno de los puntos fuertes de Twin Peaks son sus personajes extraños, retorcidos, incomprensibles, icónicos… Por ahora no hay noticias del agente Cooper al que todo el mundo quiere ver. Está en alguna de esas muchas capas que tiene la serie. A la espera del regreso del mítico agente del FBI, MacLachlan se mueve de Mister C. a Dougie como dos polos opuestos del mismo universo. “Lo más importante para mí a la hora de interpretar estos dos personajes era que fuesen diferentes, distintos a otros. Ha sido un reto que no compartiesen ningún rasgo”, reconoce el actor.
Sin duda, no tienen nada que ver el uno con el otro más allá de compartir intérprete. “En el caso de Mister C., o del Cooper malvado, es muy puro, es una especie de fuerza de la naturaleza que no tiene remordimientos, que no tiene sentimientos, que solo tiene voluntad, que solo quiere poder, que no le importa nada. Una vez que conseguí meterme en su piel la verdad es que me sentí, no diría cómodo, pero sí que te sientes poderoso en un personaje así tan malvado. Luego cuando sales de él hay que dejarle guardado, no llevártelo a casa”.
Dougie es justo lo contrario y también un desafió interpretativo importante. “Es como un niño, como un bebé. Todo es nuevo, todo es diferente. He buscado las oportunidades para que resultase un poco cómico, divertido, ingenuo…. Creo que David y yo teníamos una idea muy parecida de lo que queríamos hacer con ese personaje y en ese sentido estoy contento con el resultado”, explica. Después de tantos años, no es extraño que ambos compartan ideas y formas de afrontar un reto como este.
Aunque no siempre fue así. Sobre sus inicios en el cine de la mano de Lynch, MacLachlan reconoce que al principio preguntaba todo el rato y que “él me iba contestando hasta que se hartaba y se iba. Con el tiempo he aprendido a confiar más en mis instintos y preguntar solo cuando realmente necesito saber algo”.
Desde la adaptación de la novela de Frank Hebert que les unió en 1984 han pasado 33 años. Y 26 desde que cerraron Twin Peaks. Un capítulo que pese a su insistencia este pensaba que nunca se volvería abrir hasta que un día el director le llamó y le contó que tenía que decirle algo, pero cara a cara, no por teléfono. “Pensé: puede estar relacionado con Twin Peaks, o es otro proyecto, o he hecho algo malo y está tan cabreado que tiene que decírmelo a la cara” recuerda bromeando.
Fue lo primero, el regreso que ya predijo Laura Palmer en aquel sueño del agente Cooper. Y ambos, director y actor, han vuelto a esa habitación roja que tanto juego ha dado en su serie y en otras. Un referente de la televisión de los noventa cuya “apariencia es siempre la misma, pero en la que han pasado muchas cosas diferentes”.
El final de Twin Peaks, del agente Cooper, de Bob, de Mister C., de Dougie y de todos los personajes que pueblan en imaginario de Lynch está aún por ser descifrado. MacLachlan no lo tienen del todo claro. Y eso que, como reconoce, es uno de los pocos que ha leído el guión completo, del tirón, en seis horas y con un par de tazas de café. Afición a la cafeína que comparten actor y personaje.
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