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Juan Gris hace olvidar a Picasso en Pekín

La colección cubista de la Fundación Telefónica desembarca en la capital china

JESÚS MIGUEL MARCOS

'China descubrirá ahora a Juan Gris, un artista imprescindible al que todavía no había tenido acceso. Quizás sea bueno que nos olvidemos por un rato de Picasso'. El director del Museo Nacional de Arte de China (NAMOC), Fan Di'an, concluía así la inauguración, ayer en Pekín, de la exposiciónTiempos de cubismo, un recorri-do por más de 40 obras de la colección de la Fundación Telefónica, que incluye 11 cuadros de Juan Gris.

La referencia a Picasso, que ya contó con una retrospectiva en el mismo museo hace unos años, no era gratuita, ya que la muestra, que se verá hasta el próximo 9 de enero, pretende resituar la figura de Juan Gris considerado el tercer hombre del cubismo a la altura de los dos cabecillas del estilo, Picasso y Braque. 'No hay duda de que ellos fueron decisivos, pero ¿y el resto? Para muchos, Gris fue el verdadero maestro del cubismo', apuntó Eugenio Carmona, comisario de la exposición, que el lunes pronunció una conferencia en el Instituto Cervantes de Pekín.

El aterrizaje de Gris y de la escuela cubista en Pekín posibilita una revisión de un estilo más diverso y complejo de lo que se ha considerado. Su riqueza descansa, en primer lugar, en su vocación renovadora sin salirse de la tradición. Lo nuevo no puede elevarse sobre el vacío y la naturaleza revolucionaria del cubismo es tan potente porque comprendió muy bien lo que heredaba.

Gris quería pintar conjuntos totalmente nuevos con el sabor de los maestros antiguos, mantener el vínculo de lo representado con la realidad, pero que la pintura fuera apreciada como obra de arte en sí misma. Un tenso equilibrio entre realismo y abstracción, entre análisis y síntesis. 'Redefinió la tradición y abrió la puerta a un nuevo sentido del hecho artístico. Siempre se les ha dado el rol de pioneros y transformadores a los simbolistas, a los posimpresionistas o a los expresionistas, pero es el cubismo el que inaugura el arte moderno', sostuvo Carmona.

Para constatar el dinamismo y la influencia del estilo, la muestra se divide en tres partes: la primera sala se dedica a la figura de Juan Gris y su relación con otros cubismos. Así, sus bodegones troceados y los objetos geométricos conviven con obras de clásicos como Albert Gleizes o Jean Met-zinger, 'que expandieron el género antes de la Primera Guerra Mundial, antes incluso que Braque y Picasso', según el comisario. De Gris se exponen óleos como La ventana ante las colinas, que muestra su apuesta por el color (algo que rechazaron entonces Picasso y Braque) y plasma su visión de la pintura como la búsqueda de un placer sensorial para todos los sentidos.

La segunda parte recoge la nueva vida del cubismo, entre 1916 y la irrupción del art déco en 1925. Muchos creadores se acercaron al cubismo para entender la modernidad, como es el caso de las vanguardias rusas y artistas latinoamericanos (como el fotógrafo Horacio Coppola y el poeta Vicente Huidobro). La tercera sala acoge su expansión en distintos lenguajes del arte moderno, como la mezcla cubista-expresionista del argentino Xul Solar.

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