La sección oficial del Festival de Cannes ha encontrado un lugar para los primeros proyectos adultos de los mayores ídolos teen del planeta. Primero fue Kristen Stewart, escogida para interpretar a Marylou en la adaptación de En el camino, la mítica novela de Jack Kerouac. La siguió el ídolo de High School Musical, Zac Efron, esforzándose por alterar su imagen de niño bueno en The Paperboy, donde protagoniza una tórrida escena con Nicole Kidman. Y hoy el triunvirato de estrellas juveniles se ha completado en Cannes con Robert Pattinson, actor principal de Cosmopolis, lo nuevo de David Cronenberg, en la que participa en varias conversaciones sobre el sentido de la existencia, la deriva de la civilización occidental y el carácter asimétrico de su próstata, además de protagonizar una escena de penetración junto a Juliette Binoche.
Esta edición del festival será recordada como la de los ídolos adolescentes en busca de respetabilidad. Por mal que les sepa a sus fans, cabe decir que los tres salen victoriosos de sus lavados de imagen. Stewart borda su personaje en la película, una adicta al sexo y a los alucinógenos, así como a su primer marido, Dean Moriarty, que no siempre la tratará con el mayor de los respetos. Y Efron también sale victorioso de su giro, pese a la calidad irregular de The Paperboy, un antiguo proyecto de Pedro Almodóvar repescado por Lee Daniels (Precious), que ayer fue bastante abucheado en Cannes. Pero el que más beneficiado sale de la operación es Pattinson, presente en casi todos los fotogramas de Cosmopolis, donde demuestra una magnética intensidad como actor y una variedad de registros que las sagas vampíricas no le habían permitido exhibir. A partir de ahora, sólo puede ir para arriba.
El regreso de Bertolucci
Graves problemas de espalda mantienen a Bernardo Bertolucci postrado en una silla de ruedas, pero el director italiano no ha interrumpido del todo su actividad como cineasta. El año pasado, Bertolucci ya visitó Cannes para recibir un premio honorífico por toda su carrera. Y este año ha regresado para presentar su nueva película fuera de competición, Io e te, adaptación de la novela del escritor romano Niccolò Ammaniti, superventas en su país. Nueve años después de Soñadores (a ella deben su fama Michael Pitt, Louis Garrel y Eva Green), vuelve con una cinta decepcionante, inscrita en el subgénero italiano 'adolescentes que se sienten diferentes', muy en la línea de La soledad de los números primos. Por distintas circunstancias, dos hermanastros se encuentran compartiendo un destartalado piso familiar, en busca de una soledad entre escogida y padecida. Él es un freak que pasa más tiempo cuidando de su granja de hormigas que con sus compañeros. Ella es una adicta a la heroína abandonada por su padre y por su novio. Ya de entrada, la historia no prometía. Pero si le añadimos el estilo lírico y algo desfasado del director, así como un sentido burdo de la alegoría (la imagen del armadillo en la tienda de animales se lleva la palma a la peor metáfora del festival), el resultado es bastante desolador.
Carax, la gran esperanza
En la sección oficial, las películas han seguido decepcionando en esta recta final hacia el palmarés. Walter Salles fue criticado por llano y previsible, pese a que En el camino sea más que correcta. El mexicano Carlos Reygadas lo fue por pretencioso con Post Tenebras Lux, incomprensible y a la vez hipnótica cinta que entronca con su breve experimento para el filme colectivo Revolución. Y David Cronenberg tampoco ha logrado arrancar excesivos aplausos con Cosmopolis, aunque su adaptación de la novela de Don De Lillo no sólo sea parlanchina y sesuda, sino también muy estimulante. Ni siquiera el esperadísimo Leos Carax, que regresaba a la competición trece años después de Pola X, logró alcanzar la unanimidad. La prensa francesa se ha mostrado entusiasta con su película, Holy Motors, una maravilla que ya suena para figurar en lo más alto del palmarés, junto con Amour, la muy celebrada cinta de Michael Haneke. La película de ese eterno enfant terrible llamado Carax es lo más parecido a una experiencia alucinógena, así como lo mejor que ha hecho desde Mala sangre. A destacar, una Kylie Minogue tan inesperada como maravillosa, pidiendo a gritos que alguien le escriba una comedia musical a medida. La presencia de la película en el palmarés sólo peligra si una parte de sus miembros se posicionan en contra. Holy Motors tiene muchas virtudes, pero no es necesariamente consensual, a juzgar por la reacción furibunda de buena parte de la prensa anglosajona.
Brindis y festejos
La noche de Cannes cuenta por lo menos tanto como el día, si no más. Los eventos y fiestas que empiezan al caer el sol configuran una especie de programación off del festival. Si el jurado fuera imaginativo, debería dar un premio especial a la exclusiva fiesta de la misma Holy Motors, que tuvo lugar en un parking, en relación con la temática automovilística de la película: su protagonista se desplaza en limousine, igual que Robert Pattinson en Cosmopolis. Sólo 200 personas tuvieron acceso a la fiesta, para la que las invitaciones iban muy perseguidas. Mientras tanto, Benicio del Toro, Julio Medem, Laurent Cantet, Pablo Trapero y los demás directores del filme por capítulos Siete días en la Habana celebraban con numerosos mojitos el estreno cannois de la película en Le Château du Cercle, en lo más alto del casco antiguo de Le Suquet. En un registro más clásico y elegante, estuvo repleta de estrellas la fiesta de Chopard y Ciroc para The Paperboy en la playa privada del Carlton, por la que ayer pasaron todos los intérpretes de la película: Nicole Kidman, Zac Efron (explotando al máximo el look Happy Days), Matthew McConaughey, John Cusack y Macy Gray, así como diversas celebridades que se encuentran de paso por Cannes, desde Reese Witherspoon, que mañana cierra la sección competitiva con Mud, hasta Juan Antonio Bayona, a punto de estrenar Lo imposible.
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