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"Ya hay gente esperando en la puerta". Son las 11.00 de la mañana y Hens (Madrid, 1998) ha anunciado un concierto sorpresa en Madrid. Él mismo no sale de su asombro, aún está en esa fase en la que un artista no sabe que su vida ha cambiado para siempre.
Hens ha publicado un segundo disco titulado No me odio tanto tras el éxito que le supuso Hensito, su carta de presentación. Heredero de El Canto del Loco o Pereza, el canto al amor romántico con sonidos pop es la huella que pisa este artista de ojos triste. "Me inspira la tristeza, pero en mi día a día no vivo atormentado. Me gusta indagar en esas cosas tristes que uno no sabe exteriorizar", apunta.
Pero los tiempos cambian y el amor no se escribía igual en el año 2000 que ahora. Al menos, no en todos. El auge feminista ha transformado muchas miradas rancias sobre las relaciones. "Hay dejes que por suerte ya han desaparecido, pero que estaban en todos los géneros musicales. Se acribilla un montón al reguetón, pero el rock ha sido igual", reconoce Hens.
Artista pop de los de toda la vida: el amor ocupa tanto espacio que le resulta imposible mirar más allá: "Me gustaría tener mensajes más universales, pero cuando lo he intentado no me ha salido". De este modo, los puntos finales del amor son los momentos que le inspiran para componer: "Esa fase en la que ni lo has dejado ni estáis juntos. Ese tira y afloja donde está todo mal pero vuelves a recaer. Todo parece solucionado y de pronto no, son muchos altibajos en poco tiempo. Los finales que no sabes si son finales son lo que más me inspira", desvela.
Y, como buen artista, ya en términos generales, parece que Hens juega a boicotearse para encontrar la inspiración: "Me gusta clavarme el puñal para ver si sangro. Cuando paso una época buena y estoy tranquilo, con buena rutina, no me apetece componer. Si está todo bien, no me apetece escribir. De hecho, no me gusta escuchar canciones que dicen que está todo bien".
De hecho, esa autoestima autodestructiva, además de percibirse en sus discos, también se reconoce en sus declaraciones: "Me da vergüenza escuchar mis canciones cuando son muy de amor, suenas muy pasteloso", dice entre risas.
Como él mismo reconoce, los momentos dolorosos son puntuales, por lo que a la hora de escribir también ejecuta un ejercicio de memoria: "Vuelvo al pasado para inspirarme, tengo buena memoria para cosas malas". Revisitar los momentos dolorosos con un tenedor para raspar las emociones que se convertirá en canciones. "El insomnio también ha sido un fiel compañero, me ha inspirado bastante, pero trato de esquivarlo como sea, porque estar dos días sin dormir te hace casi delirar".
— Y aunque siempre hables de amor, ¿cambia la forma de hacerlo?
— El amor es un tema muy recurrente, pero va evolucionando el punto de vista. No pienso igual de una relación de pareja con 19 años que ahora. A veces es un poco más triste, porque hay cosas que te ilusionan menos según va pasando el tiempo.
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