MADRID
La mítica, la legendaria Guerra de las Galaxias ha terminado –Star Wars: episodio IX -El ascenso de SkyWalker es el fin de la saga– convertida en un tostón de muertos resucitados, linajes perdidos y luego recuperados, batallitas que no se distinguen unas de otras y diálogos infames que acaban con la paciencia de cualquier cinéfilo. Para los fans, al menos es la conclusión de 42 años de lealtad. Ya son libres. Y los ‘completistas’, por mucho que hayan sufrido (o no), han llegado por fin al final.
Rian Johnson intentó salvar algo del espíritu original en el Episodio VIII - Los últimos Jedi (2017), pero su esfuerzo se ahogó en medio de un mar de repeticiones agotadoras episodio tras episodio que, eso sí, ha dado cifras millonarias a los productores y a George Lucas y su fábrica de muñequitos y naves espaciales.
Aquí, en este remate están casi todos. J. J. Abrams ha aprovechado imágenes rodadas con Carrie Fisher para esta nueva entrega, por la que desfilan Harrison Ford y Mark Hamill, además de los protagonistas de la última trilogía: Rey (Daisy Ridley), Finn (John Boyega), Poe (Oscar Isaac), Chewbacca (Joonas Suotamo), Lando Calrissian (Billy Dee Williams) y Kylo Ren (Adram Driver). Acompañados, por supuesto, de los androides R2D2, C-3PO y BB-8 (la estrella de los regalos navideños del pasado año). Incluso aparecen un par de ewoks.
Codicia de coleccionista
La fantástica historia de aventuras, de amor y amistad, la lucha del bien contra el mal, frente a ese diabólico Lado Oscuro provocado por la ira, el miedo y el odio, hace tiempo que se fue hundiendo entre montañas de dólares hasta quedar cubierto de polvo en cualquier almacén con miles y miles de cajas de merchandising. El amor por el cine mutó hace muchos episodios en codicia de coleccionista.
El ascenso de Skywalker está lleno de sorpresas –algunas muy poco atinadas– y de supuestos regalos para los fans. Además de eso, la conclusión final es decepcionante. La calidad técnica magnífica. La música de John Williams… bueno, es la música de Williams. Los diálogos están al nivel de un espectador de entre cuatro y siete años –ya dijo Abrams que no había que olvidar que ésta era una película para niños–. Y la duración es excesiva, dos horas y veinte minutos.
Secretos de familia
La galaxia entera se enfrenta al malvado Palpatine (Ian McDiarmid), dispuesto a terminar con todos para imponer su reinado. Su fuerza extraordinaria se topará con una inesperada unión (no vamos a hacer spoilers en este texto) de la que depende la vida del universo. Incluso sin haber visto la película, después de 42 años de saga, se puede intuir fácilmente que no serán los malvados los que salgan victoriosos.
Los secretos de padres y de hijos, incluso de abuelos, reaparecen en esta nueva aventura, que arranca con violencia y acción y en la que, una vez resueltas las filiaciones de Luke y la princesa Leia, hijos de Darth Vader; y de Kilo Ren, vástago de Leia y Han Solo, quedaba por desvelar la procedencia de la heredera de la fuerza de los jedi, Rey. Al final, cuando todo el pescado está vendido, queda cierta amargura de desilusión con la resolución de la historia.
Precuelas y secuelas
El episodio IX, arropadísimo por los anteriores, ha sido una elaboradísima manera de cargarse la primera trilogía, la genuina. Lo que empezó en 1977 con La guerra de las galaxias, en manos de George Lucas, y que mejoró en 1980 Irving Kershner con El imperio contraataca, se terminó en El retorno del jedi (Richard Marquand, 1983).
Cuando estas películas fueron rebautizadas, empezó a decaer la saga. Dejaron de llamarse así y pasaron a ser los Episodios IV, V y VI. Entonces aparecieron las precuelas, los productores ya se frotaban las manos. El Episodio 1 - La amenaza fantasma, de nuevo escrito y dirigido por Lucas, ocurría treinta años antes que La guerra de las galaxias y mostraba la infancia de Darth Vader, el pasado de Obi-Wan Kenobi y el resurgimiento de los Sith, los caballeros jedi dominados por el Lado Oscuro. Le faltaba el alma de las primeras, aunque visualmente era entretenidísima.
George Lucas estuvo al frente de las otras dos películas-precuelas, Star Wars: Episodio II - El ataque de los clones (2002) y Star Wars: Episodio III - La venganza de los Sith (2005). Ésta última fue la que se acercó más a la esencia de la trilogía original.
La conclusión, otras tres películas, ha estado en manos de J. J. Abrams y Rian Johnson. El primero dirigió Star Wars: Episodio VII - El despertar de la Fuerza (2015), en la que aparecían Poe, Finn, Rey, BB-8 y el malvado Kylo Ren. Con esta entrega se devolvió algo de esperanza a los fans. Star Wars: Episodio VIII - Los últimos Jedi (2017), liderada por Johnson, era muy entretenida y, por momentos, emocionaba. Y, finalmente, Star Wars: Episodio IX - El ascenso de Skywalker (2019), pone punto final sin guinda a una tarta multimillonaria.
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