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MADRID.- Le apodaron el ‘diablo de Ramadi’ en Irak, donde se hizo con uno de los récords menos envidiados del planeta, el de francotirador con el mayor número de víctimas de la historia militar de EEUU. Sus balas mataron a más de 250 personas, lo que entre sus compañeros le valió ganarse el sobrenombre de ‘la leyenda’. Ahora, Chris Kyle, el soldado de los Navy Seal que se hizo tristemente famoso en Irak, es ‘también’ un héroe en el cine y esto se lo debe a Clint Eastwood y el biopic que éste ha hecho sobre él, El francotirador (American Sniper). Sin embargo, convertir en ídolo popular a un tipo que se ha hecho célebre por ser el más letal, por aniquilar a centenares de personas, tiene su precio. Y su recompensa.
La nueva película de Eastwood –candidata a seis Oscar- se ha convertido ya en el mejor estreno de todos los tiempos de EEUU en un mes de enero. Ha recaudado más de 90 millones de dólares, cuando se había calculado que alcanzaría entre 35 y 40. Es, además, el segundo mejor estreno de una película calificada R (para mayores o menores de diecisiete acompañados) y el mejor de todas las películas del director. La otra cara de la moneda es la monumental polémica que se ha levantado en torno a ella, alentada principalmente por las críticas que ha recibido de Michael Moore y del actor Seth Rogen, (codirector con Evan Goldberg y coprotagonista con James Franco de la muy famosa hoy The Interview).
“Los francotiradores no son héroes. Y los invasores son peores. Pero, si tú estás en el tejado de tu casa defendiéndote de los invasores no eres un francotirador, eres un valiente”
El primero, que ha alabado el trabajo de Bradley Cooper, actor que da vida a Kyle en el cine, también ha escrito: “Lástima que Clint confunda Vietnam e Irak en su narración y que sus personajes llamen ‘salvajes’ a sus enemigos durante toda la película”. Además, el cineasta califica de “cobardes” a los francotiradores “que disparan por la espalda” y apuntilla: “Los francotiradores no son héroes. Y los invasores son peores. Pero, si tú estás en el tejado de tu casa defendiéndote de los invasores no eres un francotirador, eres un valiente”.
Rogen ha sido mucho más ácido y ha comparado El francotirador con El orgullo de la nación, la película nazi, ficticia, que aparece en el tercer acto de Malditos bastardos y que glorifica a un francotirador nazi, que, como Kyle, se cuelga también el dudoso mérito de ser el más letal. Los ultrapatriotas estadounidenses le han contestado airados. “¿Te apoyamos con The Interview y ahora haces esto? ¡C#$%&!” escribió uno de ellos, mientras que otro le lanzaba: “Qué bueno que elijas películas basura y más basura para actuar. No me pierdo nada al ignorarte a ti y a éstas”.
La intención patriótica
El francotirador, adaptación al cine de la autobiografía de Chris Kyle (firmada por él, Scott McEwen y Jim DeFelice), mezcla los momentos del personaje en la guerra con su vida privada y sus problemas como marido y padre. Dos mundos que han recibido por parte de la crítica cinematográfica diferente atención. La mayoría de los especialistas destaca la impecable, muchas veces brillante, realización de las escenas de acción, mientras que unos cuantos están de acuerdo en que las secuencias del personaje en su hogar empalagan y destilan una sensiblería que no se corresponde con el resto de la película.
Prácticamente nadie niega la intención patriótica de esta historia, de la que hay quien asegura que es al mismo tiempo “una devastadora película bélica y una devastadora película antibélica (…) La turbia ambigüedad sobre la violencia que se ha mostrado repetidamente en el trabajo de Eastwood” (The New Yorker).
El mejor filme de Eastwood “en varios años”, según The Hollywood Reporter, podría aprovechar el arraigado sentimiento patriótico de muchos americanos –muchos de ellos, académicos de Hollywood- y conquistar el Oscar a la Mejor Película y los premios del resto de candidaturas en las que ha sido elegido: Actor (Bradley Cooper), Guion Adaptado (Jason Hall), Montaje (Joel Cox y Gary D. Roach), Edición de Sonido (Alan Robert Murray y Bub Asman) y Mezcla de Sonido (John Reitz, Gregg Rudloff y Walt Martin).
Escupir “en las tumbas de los luchadores”
Ese carácter ultranacionalista de la mayoría del pueblo estadounidense juega muy a favor de una película construida precisamente sobre esa naturaleza. "Habíamos oído hablar de sus logros como miembro de las Fuerzas de Operaciones Especiales de la Marina de EE.UU, y sabíamos que era un buen patriota, pero, cuando nos pusimos a indagar en su vida, lo que más nos llamó la atención era lo buena persona que era y lo mucho que le admiraban su familia, amigos y compañeros –ha dicho Peter Morgan, uno de los productores-. Queríamos dar vida a una historia que reflejara los aspectos más emotivos de su vida, aquello que era verdaderamente importante para él".
En realidad las ‘bondades’ de este hombre solo lo son a ojos de algunos de sus compatriotas, él mismo contaba en su libro que en 2009 había matado a dos hombres que intentaron robarle en una gasolinera
Asesinado en condiciones muy extrañas hace dos años en un campo de tiro de Texas a manos de un marine en la reserva, en realidad las ‘bondades’ de este hombre solo lo son a ojos de algunos de sus compatriotas. Él mismo contaba en su libro que en 2009 había matado a dos hombres que intentaron robarle en una gasolinera, también decía que el gobierno le contrató para disparar contra los saqueadores tras el Katrina. Y, espeluznante, se enorgullecía de una de sus primeras acciones en Irak y la relataba. Enfocó el objetivo, una mujer con un niño en un brazo y una granada en la otra mano que iba a lanzar contra unos soldados de EE.UU. “Era mi deber disparar y no me arrepiento”, escribió. La escena aparece en el filme.
Frente a los críticos, hay muchos otros ciudadanos de EE.UU. para los que no hay posible debate, Kyle cumplía con su deber y eso merece un aplauso. Y Sarah Palin se ha alzado en portavoz de todos ellos con estas palabras: “Los que critican la película escupen en las tumbas de los luchadores por la libertad que le permiten hacer lo que haces".
Un par de anécdotas
La nueva película de Clint Eastwood –autor de algunos de los más imponentes trabajos de los últimos decenios- ha llamado también la atención por un detalle absolutamente inesperado. En una de las escenas domésticas del personaje, Bradley Cooper levanta en sus brazos a un muñeco de plástico en lugar de a un bebé real. El asunto, comentadísimo con mucha sorna en las redes sociales, lo explicaron los productores diciendo que el niño que iba a aparecer en la película llegó al rodaje con fiebre y apostaron por reemplazarlo por un muñeco. Muy poco lógico en una producción de más de cincuenta millones de dólares.
Por otro lado, podrían destacarse algunas similitudes entre El francotirador y la película que dirigió Jean-Jacques Annaud en 2001, Enemigo a las puertas. Eastwood aprovecha aquí también una historia real y, lo mismo que en aquella, deja entrever su gusto por el western. Además, otro paralelismo, lo más jugoso de toda la historia es el enfrentamiento del protagonista con un francotirador del bando contrario.
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