madrid
Vivimos tiempos inciertos en los que el odio, como si de otra epidemia se tratara, se extiende por todos los confines. El odio al diferente no entiende de geografías, su religión son las fronteras que trazan a base de muros y vallas. También la tecnología, sólo que al servicio del odio se convierte en mecanismo de control. Toda esa arquitectura del odio, con la resistencia y la disidencia que entraña, es el eje que vertebra el Festival Internacional de Cine y Formación en Derechos Humanos de las personas migrantes, CineMigrante.
Personas trans, feminismos decoloniales y afrodescendientes, mujeres migrantes... La periferia de la periferia teje sin cesar un nuevo espacio para la insurrección, un espacio desde donde plantar cara a aquellos que se envuelven en odio para ganar unos míseros votos o aumentar sus índices de audiencia. De dar voz a los sin nombre va este festival que, por séptimo año consecutivo, se da cita en Barcelona hasta el domingo 18 de octubre a través de una programación gratuita e itinerante por la que discurrirán películas africanas, árabes, americanas y europeas.
Necropolítica
A ojos del sistema no todos valemos lo mismo. Hay unas vidas que tienen un precio y otras que simplemente no lo tienen. La sección oficial del festival, Imágenes para la insurrección, pretende visibilizar a estas vidas que quedaron en la cuneta del mundo, en la no existencia a la que les condenó la necropolítica, ese régimen de gobierno que dirime los que han de vivir y los que dejaremos morir. Esta sección da voz a esta criminalización, pero también pone en escena otros modos de vida que se abren en las disidencias.
"Nuestra intención es pensar lo que significa vivir en la contemporaneidad, mostrar cuáles son los cuerpos criminalizados en el tiempo que vivimos, preguntarnos, por ejemplo, qué une a los sujetos racializados y a las disidencias trans, y lo que les une es un modo de habitar el mundo que pone en cuestión los modelos coloniales, capitalistas, occidentales, heteronormativos", explica la directora del festival Florencia Mazzadi.
Es el caso de Chez Jolie Coiffure, película que inaugura el festival y que muestra un retrato original y tremendamente sensible de la intersección entre la identidad de género y la migrante en Europa. Las conversaciones en la peluquería van desde lo banal, hasta el calvario migratorio, las contradicciones europeas o la ayuda mutua entre mujeres. Afuera, a través de las ventanas, vemos la vida belga. Vemos por ejemplo las miradas frías y condescendientes de los transeúntes dirigidas al personal y las clientas del salón o una redada policial contra indocumentados.
El cuerpo y su representación
En la sección central se dan cita las obras que han sido premiadas internacionalmente, entre las que destaca Mother, I Am Suffocating. This Is My Last Film About You, del director y guionista de Lesoto (país enclavado dentro del territorio de Sudáfrica), Lemohang Jeremiah Mosese; Cassandro the Exotico de la cineasta experimental Marie Losier o la nominada a los Oscars como mejor documental en 2019 Hale County This Morning, This Evening, un diario íntimo afroamericano gestado durante años de rodaje en un pequeña comunidad de Alabama.
Otra de las joyas de esta sección será Bixa Travesty, un relato feminista sobre el cuerpo y su representación. De la mano de Linn da Quebrada, cantante y artista transgénero brasileña, los directores Claudia Priscilla y Kiko Goifman nos muestran el cuerpo como arma de lucha, en un profundo análisis existencial honesto, agresivo y poético.
"De repente, en el continente latinoamericano aparece un tipo como Bolsonaro cuyos enemigos confesos son las comunidades negras, las disidencias sexuales y los pueblos originarios, y esto responde a que su mera existencia pone en cuestión un determinado sistema de dominio", apunta Mazzadi. Una reflexión que da paso a otra de las secciones del festival: Brasil persiste, resiste!.
Una sección que pretende ir más allá del habitual eje Río-Sao Paulo y del brasileño varón y blanco. Así, las obras seleccionadas para este apartado –que cuenta con la curaduría de Claudio Marques, director de cine y programador del Festival Panorama Coisa do Cinema– proponen un desafío al espectador, otra forma de contar un país eludiendo el cliché. Como por ejemplo Azougué Nazaré de Thiago Melo o Letal, de Natasha Neri.
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