El avance decisivo se produjo en 1952. Las enfermedades incurables dejaron de serlo. En 1967, la esperanza de vida logró superar los 100 años de media. Y todo gracias a niños como Kathy, Tommy y Ruth, creados por la ciencia para donar sus órganos a los humanos. Parecen criaturas perfectamente normales, de piel blanquecina y un exquisito acento de estudiante de internado británico. La vida de estos clones será breve y no necesariamente intensa. A una edad temprana, tras haber cedido tres o cuatro de sus órganos, su misión habrá concluido.
En esta dimensión paralela, aunque sospechosamente parecida a la Inglaterra de las últimas décadas, trascurre Nunca me abandones, adaptación de la novela del escritor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro. El encargado de llevar el libro de Ishiguro a la pantalla ha sido el estadounidense Mark Romanek, director curtido en el mundo del videoclip, encargado de los anuncios del iPod y responsable de la infravalorada Retratos de una obsesión.
'La ciencia ficción está al servicio del romance', dice el director
Nada en su currículum dejaba presagiar que fuera el director más adecuado para tal encargo, consistente en traducir en imágenes la delicada contención y el afán metafórico de Ishiguro. 'No era el director más previsible, pero creo que dije las cosas adecuadas en mi primera reunión con los productores', sonríe Romanek. 'Yo veía el libro como una historia de amor. La ciencia ficción tenía que estar al servicio del romance y no al revés', dijo el director a este periódico.
Ante la falta de referentes claros, se refugió en el cine japonés. 'En la cultura nipona, la gente acepta ocupar el lugar que les ha sido atribuido socialmente sin hacerse grandes preguntas al respecto. El hecho de respetar ese rol social es considerado heroico', cuenta el director, a quien le interesaba la aceptación de 'la naturaleza profundamente triste de la vida' que desprende la novela de Ishiguro, que ya abrazó la gloria con Lo que queda del día.
'En la cultura nipona, la gente acepta ocupar el lugar atribuido'Con un espíritu de obediencia similar, los protagonistas no se plantean rebelarse, ni escapar. Son ciudadanos de segunda categoría programados para actuar como tales. Para hacer su existencia más llevadera, los donantes han decidido creer a ciegas en una serie de mentiras absurdas, que han terminado transformando en sólidas construcciones sociales. Por ejemplo, que el amor les salvará de su trágico destino.
Para dar vida a estos tres protagonistas, el director ha contado con tres actores británicos en alza, que conforman un extraño triángulo amoroso. La maquiavélica Ruth, interpretada por Keira Knightley, cada vez más interesada en secundarios con sustancia. '¿Qué sucede cuándo no tienes una familia que te da estabilidad, ni un futuro en el que proyectar tus sueños y deseos? Queríamos explorar la rabia que provoca el hecho de sentirse atrapado y los mecanismos que uno desarrolla para sobrellevar la situación', dice la actriz.
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