Una llamada del escritor y académico Luis Mateo Díez poco antes de las Navidades provocó la tormenta en la casa de Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947). La propuesta, nada indecente: promover su candidatura para ocupar el sillón g que dejó vacante en la Real Academia de la Lengua Antonio Colino. La escritora aceptó inmediatamente y hoy, con el laudatio que pronunciará Luis Mateo Díez, arranca un proceso que culminará el jueves 28 de enero, cuando los académicos voten su entrada. La aragonesa, que tiene más de 30 libros en su haber y que en marzo publicará un volumen de relatos, podría convertirse en la quinta mujer en la institución y la segunda escritora junto con Ana María Matute.
Usted dijo una vez que 'en la incertidumbre se tiene más libertad'. ¿Cómo se siente ante la incertidumbre de ser elegida académica?
Estoy muy acostumbrada a la incertidumbre porque esto de estar en la literatura es muy incierto.
¿Cómo cree que se trata ahora a la lengua?
Lo fundamental de la lengua también se enriquece con la evolución. Pero sí, la educación básica que se recibe ahora ha hecho que se escriba muy mal. Se debería fomentar más el gusto por la literatura. Leer es lo que forma. Y eso falla.
¿La RAE está alejada del ciudadano?
El ciudadano la ve como algo que no sabe lo que es. Como la lengua, que todos hablamos de ella con gran respeto. De todas las artes, el escritor es el que tiene más prestigio y eso es porque tenemos una actitud muy reverencial hacia la lengua que nos ha separado mucho de la sociedad. Pero deberíamos tratarla con más naturalidad. Quizá sea un problema de este país, donde siempre ha habido mucha separación entre la cultura y la gente. Espero que la Academia se acerque más al ciudadano.
Hace unos meses, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica manifestó que la RAE debía redefinir el término franquismo. ¿La ideología define a las palabras?
Las palabras dependen de cómo se utilicen . Efectivamente, los términos responden a una historia y se adaptan a ella. Porque el lenguaje es tan maleable que puedes imprimirle la ideología que quieras y lo puedes utilizar como quieras.
¿Qué debería hacer la RAE con términos que aludana ideologías?
Yo no sé si existe ya una directriz que diga cómo se tratan términos como franquismo. En cualquier caso, se debería debatir si convendría o no ir un poco más lejos de una definición abstracta.
¿Su candidatura es una deuda con una generación de escritoras?
No creo que se trate de deudas. Los criterios de la Academia no los conozco, no sé los requisitos. Yo no he preguntado por qué me han escogido.
Usted publicó su primera novela, El bandido doblemente armado, en 1979. ¿Cómo ve estos 30 años de escritura?
No tengo perspectiva. Lo que veo es que aquella chica que ganó el premio Sésamo es distinta, aunque supongo que sigue formando parte de mí. Sí sé que cada etapa de mi vida ha supuesto cosas diferentes. Yo tengo la impresión de novedad permanente. No hay rutina. Quizá me haya vuelto en literatura más reflexiva. Al principio era muy tajante, porque lo que había a mí alrededor no me gustaba. Escribía con frases cortas porque quería ser muy sugerente y poco explicativa.
Pero uno tiendea amoldarse.
Yo creo que no. El escritor lo que quiere es buscar su camino. El escritor genuino, con ambición literaria, busca el camino propio.
Usted empezó estudiando Ciencias Políticas, pero fue expulsada, precisamente, por participar en actos políticos.
Cuando yo estaba en la universidad era la época de la agitación estudiantil, y si tienes una cierta curiosidad por el mundo era muy difícil no participar. Yo me vi involucrada de forma muy inocente. No pertenecía a ningún partido político, pero fui muy genuina y me tocó un expediente de la forma más absurda. Fue una experiencia dura porque me expulsaron de la universidad, aunque luego ya pude estudiar periodismo.
Tras estudiar periodismo se fue a la Universidad de Santa Bárbara, en California. Eran los setenta y en aquella época no era normal salir de España a estudiar. ¿Cómo fue aquella experiencia?
Yo me casé y nos fuimos. El ambiente era muy informal. Nosotros veníamos de una época muy gris. Y allí era todo asequible. Y sin miedo. La música fue importantísima en ese momento. Había una ebullición musical tremenda mientras que aquí Allí estaban los Beach boys, las partys los fines de semana Y eso me dio una sensación de que el mundo era más grande de lo que mi vida me había hecho pensar hasta entonces.
Y en aquella época tiene a su primer hijo. Trabaja, estudia y es madre. Nada que ver con los tiempos actuales. ¿Por qué este cambio?
Bueno, no es tan difícil. Nosotros nos casábamos para salir de nuestras casas, no estábamos a gusto con nuestros padres y no teníamos nada que perder, es más, querías perder todo aquello, así que te metías en lo que fuera. Ahora la sociedad es completamente distinta, los hijos están muy a gusto en sus casas y sí que tienen que perder Yo a lo mejor no me hubiera casado, pero en aquella época no podía darle ese disgusto a mis padres, que eran la típica clase media de derechas.
Pero ahora conciliar maternidad y trabajo es bastante complicado.
He tenido mucha suerte. Siempre he tenido trabajos que me han permitido conciliar. Yo pasaba mucho tiempo en mi casa y he escrito con mis hijos pegados a mí. Si tienes mucho interés en hacer una cosa la haces.
En su obra hay una búsqueda del sentido de la vida y sus contradicciones. ¿Lo ha encontrado?
Mis libros me han ayudado, no a encontrar el sentido de la vida, que no lo he encontrado, pero sí a vivir y a tener una perspectiva de los lugares en los que estoy y en los que está la gente. Ha sido como un mapa de orientación. Yo me he ido conociendo a mí misma y al mundo conforme he ido escribiendo novelas.
Y, ¿qué le ha servido más, la ficción o la no ficción?
La ficción. Muchísimo. Yo hago una ficción muy pegada a mí. Lo que hago es inventar personajes y darles muchas cosas mías a ver qué hacen con rasgos míos. La ficción la tengo como un camino de conocimiento.
¿Pero no es doloroso entrar en terrenos demasiado autobiográficos? En Con mi madre, retrató la relación con su madre cuando acababa de fallecer...
Son retratos un poco inventados, y cuando hablo de otras personas, como mi madre, siempre hay ficción.
¿Escribe como un actode exorcismo?
No. Yo no creo en los exorcismos porque el dolor sigue. Pero la literatura sí te ayuda. No es tanto como quitarme de encima un dolor, sino expresar algo que es básico, que es el dolor de una pérdida tan grande como la relación entre madre e hija. Dado que estaba tan desbordada, debía contar esos sentimientos.
En marzo publica un nuevo libro de relatos, Compañeras de viaje. ¿Es un cambio de etapa?
Sí. Estos relatos tienen mucho humor, o al menos a mí me lo parece. Estoy en una etapa más relativista, con más distancia. Llega un momento en el que has visto que no hay unos dramas que tu pensabas que lo eran, porque los dramas eran otros, así que más te vale disfrutar.
Biografía e imaginación
La obra de Puértolas se caracteriza por incorporar muchos datos autobiográficos. Sin embargo, también abre la puerta a la imaginación. “Es nuestra gran aliada pero también nuestra gran enemiga, porque te la puede jugar e instalarte en un territorio de locura muy destructiva”, afirma.
Premio planeta 1989
En 1989 obtuvo el Planeta con ‘Queda la noche’. Aquello, sin embargo, no fue el punto de inflexión en su carrera. “El Planeta también me dio un poco de miedo porque en el siguiente libro pierdes lectores. Pero no debes dejarte invadir por todo lo que hay alrededor de la literatura”, asegura.
Novela negra
La escritora se reconoce como una gran fan de la novela policiaca, particularmente de Chandler y Hammet. Asegura que no ha leido a Stieg Larsson. “Me fío de la persona que me dijo que no me iba a gustar”, sostiene.
¿Qué pasa con el e-book?
No cree que su llegada sea un drama. “Nos adaptamos a todo, como hicimos con el ordenador y el móvil”. Peor lo ve para las librerías. La suya, El bandido doblemente armado, cerró recientemente.
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