Taciturno, apocado, algo arrugado Diego Vasallo camina de forma enclenque, como a punto de caerse y romperse en seis pedazos. Algo de eso le pasa también a sus canciones, que están 'en ruinas', tal y como adelanta el título de su nuevo disco. 'Intento despojar a las canciones de todo arreglo que no sea necesario y dejarlas en su mínima expresión, tambaleándose, casi como si estuvieran a punto de desvanecerse', explica.

Canciones en ruinas son nueve susurros cabizbajos de melodías apesadumbradas, voces aguardentosas y un acompañamiento fantasmal. Siempre es otoño en este disco; y si acaso, invierno. 'Los estados más melancólicos son propicios para la escritura. Habrá cantidad de gente que no soporte mis canciones, pero a otra gente les reconfortarán. Según el carácter de cada cual', reconoce.

El ex guitarrista de Duncan Dhu, un dúo que ya apuntaba maneras en el terreno de la melancolía (recuerden Esos ojos negros), emula los pasajes más torturados de Cohen y Sabina en este tratado sobre la tristeza. 'Hay un tipo de tristeza que tiene una belleza propia, especial. Produce sensaciones y sentimientos misteriosos. Canciones que a primera vista son tristes y oscuras pueden producir un placer intenso. Incluso hay géneros dedicados exclusivamente a esos sentimientos, como el tango, el fado, el blues...', sostiene.

Vasallo responde en el sótano de la galería José Robles, en Madrid, donde estos días se exponen algunas de sus pinturas, arte que compatibiliza con sus canciones. Según cuenta, 'pintar y hacer música sólo comparten una cosa: el impulso inicial de crear algo. El resto es distinto. Para pintar un cuadro necesito sentirme fuerte, enérgico, positivo. Con las canciones, no'.

La vuelta al 'cole'

Duncan Dhu es uno de los pocos grupos sobre los que no se ha especulado una posible reunión. 'Lo veo muy difícil. Estamos muy inmersos en nuestros proyectos personales y yo no soy muy dado a la nostalgia. Sería como volver al colegio. El único interés de volver sería el dinero', reconoce sincero.