Shoah, un documental de nueve horas sobre el Holocausto del director francés Claude Lanzmann -su obra cumbre-, se proyecta por primera vez en España sin interrupciones cuando se cumplen 25 años de su estreno y como parte de una retrospectiva que mostrará toda la filmografía del resistente judío.
Lanzmann (Bois-Colombes, Francia, 1925) que hoy ha acudido a la presentación del ciclo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, ha explicado en una rueda de prensa que verla entera, sin pausas, es la mejor forma de 'tomarle el pulso' a la historia y ha reconocido que el homenaje 'le toca la fibra sensible'.
La experiencia se ha llevado a cabo en otros países con resultados sorprendentes, ha señalado el octogenario director, como el visionado que acabó de madrugada en Japón donde, 'después de nueve horas sin pestañear, los japoneses todavía tenían ganas de debatir conmigo'.
Se trata de una narración fílmica sobre la muerte en los campos de exterminio y en las cámaras de gas, no de campos de concentración 'que la gente suele confundir', señala Lanzmann, con la particularidad de que Shoah permite distinguir muy bien entre ambos: 'esa es la razón por la que no hay cadáveres'.
Muestra lo diabólico del crimen perfecto: a las tres horas de llegar a Treblinka -recuerda Landmann- ya no había restos, los cuerpos habían sido incinerados y los grandes huesos machacados y convertidos en ceniza y arrojados al río, donde desaparecían.
Otra cosa era Auschwitz, que además de campo de exterminio lo era también de concentración: de esto se habla en la segunda parte de la película, puntualiza el director, que grabó muchos trozos de la cinta sin autorización, como los testimonios de los militares alemanes: 'fue una película arriesgada', resume.
Shoah significa 'caos, catástrofe, destrucción' en hebreo, en el mismo sentido que se puede llamar shoah al terremoto de Haití; por ello, Lanzmann no ha querido que la cinta se traduzca a ningún idioma: 'es lo indescriptible, lo innombrable. Prefiero que la palabra hebrea se meta en las lenguas', como un acto de rebeldía, ha declarado. También es el título de un libro de más de seiscientas páginas que fue publicado el año pasado en Francia cuya traducción llegará a las librerías españolas el próximo mes.
Lanzmann estuvo trece años trabajando en el documental -él lo llamaba 'la cosa'- sobre el Holocausto, sin mostrar nunca un cadáver, a través de los ojos de tres tipos de protagonistas: las víctimas (los judíos que sobrevivieron), los nazis que participaron en el exterminio y los testigos, en su mayoría, polacos. 'Es una película policíaca, es de investigación criminal, es un western, una película épica. Muchas personas dicen haber visto niños muriendo en las cámaras de gas, pero no es cierto: era su imaginación, porque Shoah estimula la imaginación', afirma.
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