A finales de los setenta, José Manuel Lara ofreció a Miguel Delibes el premio Planeta. Eran tiempos de bonanza en la casa catalana. 'Esto es un negocio para todos', le dijo el patriarca, sabedor de que no iba a encontrarse con una negativa. 'Tú ganas dinero y nosotros prestigio', aseguró. Sin embargo, Delibes le contestó con retranca castellana: 'Sí, sí hay alguien que pierde, y es ese escritor novel que se ha pasado tres años escribiendo y al que yo le estoy quitando el premio sin saberlo'. Con esta declaración, el escritor se quedó sin un buen fajo de billetes, pero Lara también perdió una nueva oportunidad de hacer negocio destruyendo las aspiraciones de los escritores novatos.

Esta historia, no por conocida, deja de ser una muestra sorprendente de la conciencia ética de Miguel Delibes, como recordó ayer Ramón Buckley, profesor, amigo del autor castellano y autor de la reciente biografía, Miguel Delibes, una conciencia para el nuevo siglo (Destino). Una responsabilidad que suena casi antediluviana. 'Delibes rechazó el Planeta y eso que le hubiera resuelto la vida. Hoy nadie en España piensa así. A nadie se le ocurre que puede estar pisando el terreno de ese chico aspirante a novelista', señaló Buckley durante la presentación del libro.

En esta biografía, el profesor, que rememoró la primera vez que se encontró con el autor de Los santos inocentes en el andén de la estación de Valladolid ('lo primero que me dijo fue: en mi casa se come a las dos y media'), recorre la figura del escritor desde diferentes prismas, pero siempre apelando a un compromiso que Buckley compara con el de George Orwell. 'Quería ensanchar la imagen de Delibes, ya que él nos habló del pasado y del futuro de la humanidad. También quería abordar su dimensión ética. Y, después, está el Delibes ecologista. En 1975, él fue de los primeros en hablar del crecimiento cero', explicó Buckley.

La última figura que aborda el profesor es la de Ángeles de Castro, la mujer de Delibes, que, para Buckley, cambió la vida del escritor. 'Ella le inyectó mucho optimismo. Era un chico que llegaba abatido de la guerra y en seis años se sacó las oposiciones y ganó el Nadal', concluyó.