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MADRID.- Don Quijote desvariando y atacando a los títeres de El retablo de la libertad, dejando a los muñecos sin cabeza, sería una imagen bastante certera para describir gráficamente a Sacha Baron Cohen en su gamberra y demente galopada contra casi todos. Con su nueva película, Agente contrainteligente, la nómina de damnificados crece de forma exponencial. A los palurdos de EE.UU., fanáticos de los regímenes islámicos, dictadores, homófobos y mandamases de Hollywood, ahora hay que sumar la FIFA, las farmacéuticas, los servicios de inteligencia, los gobiernos conservadores, algunos supuestos filántropos que hay por el mundo y, una vez más, a Donald Trump.
Su nuevo personaje, Nobby Butcher, un hooligan de Grimsby, cervecero, aficionado a meterse petardos en el culo, con nueve hijos y una novia a la que adora, es una de las creaciones más soeces, punkies y ordinarias de su carrera, y sin embargo, es una de las que más carcajadas provoca. Y algunos de los chistes que hace con él son los más bestias que se han visto jamás en el cine y, tal vez por la sorpresa de semejante exceso, la risa persiste durante minutos.
No apto para espíritus delicados
¿Creían que contemplar a Sacha Baron Cohen, o peor, a sus imitadores, con el famoso bañador que estrenó en Borat iba a ser lo más grimoso que verían? Agente contrainteligente, y esto es una advertencia, no es una película apta para estetas ni personas de gusto armónico. Las situaciones en que algún objeto, casi siempre de un tamaño desproporcionado, va a parar al esfínter anal de los protagonistas son muchas y muy zafias. Es inevitable el gesto de dolor y de rechazo del espectador. Y aunque inexplicable, es inevitable también la risotada.
Agente contrainteligente tampoco es apta para espíritus delicados. Sacha Baron Cohen, Phil Johnston y Peter Baynham, los guionistas, hacen chistes de y con todo. Les vale tanto una buena borrachera en un pub de Grimsby, el puerto de Lincolnshire donde vive Nobby Butcher –donde ya se han cabreado por la imagen que se da de ellos en la película-, como el cáncer infantil –el personaje pela la cabeza de uno de sus nueve hijos para recibir dinero de los servicios sociales-, el virus del Sida o un huérfano palestino en una silla de ruedas. Bromear con estos temas y conseguir la carcajada es tener don para la comedia.
Una película de acción
Al talento que hay que tener para lograr risas sin fin con este humor cafre y de brocha gordísima, Sacha Baron Cohen suma otra inmensa habilidad, la de conseguir que sea una major americana la que soporte el peso financiero de tan irreverente y provocadora película, una obra que arremete contra todo lo ‘sagrado’ que intenta proteger siempre Hollywood.
Al mismo tiempo, este comediante sin límites aprovecha lo que mejor hace la gran industria y saca tajada de ello. Agente contrainteligente es una película de acción. Eso sí, con un tipejo como Nobby en medio. Louis Leterrier (Transporter) sustituye aquí a Larry Charles, director de sus anteriores películas, y Mark Strong, un tipo duro, de los que no emplean muchos dobles, pero tiene mucho estilo, es el coprotagonista de la película. Penélope Cruz y Rebel Wilson completan el reparto.
En realidad, este es el relato de un reencuentro, el de dos hermanos separados durante 28 años. Uno es Nobby y el otro es Sebastian, un asesino del MI6. Con ellos, este judío graduado en Historia por la Universidad de Cambridge que hoy se ha convertido en el que debe ser el actor más demandado del planeta, retrata el mundo en el que vivimos, donde los ricos en connivencia con los gobiernos y las grandes multinacionales se aprovechan de millones de personas, aleladas por el fútbol y a las que consideran gentuza.
Donald Trump y Liam Gallagher
Sacha Baron Cohen no ha dejado pasar la oportunidad en esta película de lanzar su dardo dedicado a Donald Trump, a quien ya engañó en una de las entrevistas en el popular show de Ali G. No es el único famoso al que hace referencia en la película, donde él mismo, tal vez como venganza a la amenaza que recibió de Liam Gallagher –le dijo que iba a “apuñalarle en los ojos” –, aparece con el corte de pelo del ex cantante de Oasis.
Pullas de un comediante que no pierde oportunidad de meter el dedo en algunos ojos, incluso cuando le vigilan de cerca. “Estoy aquí en representación de las personas de todos los colores (...) Por esa pequeña gente amarilla muy trabajadora y de minúsculos... Ya sabéis, los Minions. Por todos los que han sido pasado por alto: Will Smith, Idris Elba... Y por supuesto el increíble tío negro de Star Wars, Darth Vader. ¡Va por vosotros!”. Soltó en la ceremonia de los Oscar, donde consiguió disfrazarse de Ali G. a pesar de las serias advertencias que recibió para que no lo hiciera y de donde salió, una vez más, inexplicablemente, victorioso, después de haber dejado a tanto títere sin cabeza.
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